El “vuelo” de esta artista ha estado tan alto como las expectativas que crea en sus seguidores cada vez que anuncia una nueva gira. Casi cinco décadas posada en los escenarios solo se han visto interrumpidas por la pandemia y allí su arte la mantuvo presente en medio de lienzos y la pluma que le permite expresar creatividad diversa.
Hermosa, radiante y siempre dispuesta a transmitir esa energía positiva que la envuelve, Paloma San Basilio, se tomó el tiempo para reconstruir su presente por medio de una pausa que empezó en 2014, y con una gira que entonces incluyó Cartagena, se despidió sin decir adiós.
Desde la década del 70 Paloma se ha hecho sentir y todos los momentos han sido buenos, los premios y reconocimientos tampoco se hicieron esperar, además, el correr del tiempo no ha impactado el sello característico de su voz, la misma que se ubica como una de las más significativas de la música hispana.
Paloma San Basilio
Histriónica en su vital interpretación, la española ha sido la protagonista de importantes musicales recordados, como “Evita”, “My fair lady”, “El hombre de la mancha”, entre otros, de recorrido en su península natal y el resto del mundo. Un Premio Grammy a la excelencia musical es uno de sus grandes logros, además de los galardones que siempre ha conquistado tras la publicación de cada producción discográfica.
Paloma San Basilio es y seguirá siendo la artista que logró captar desde todos los frentes la atención de un público ávido de cosas muy buenas, donde además de un gran talento impera la calidad y la belleza.
En este tiempo, no dejó el arte, sencillamente cambió de herramientas, los lienzos han sido su escenario, y la pintura a través de sus manos, hace del color un juego fascinante que se encarga de ponerle armonía a su bien lograda madurez personal y emocional. También hubo espacio para los libros y el teatro, hizo musicales, sin embargo lo que le impulsó a este nuevo contacto con el público, fue la pandemia.
Terminando 2019 hizo el disco “Más cerca”, con Ivana, su hija, pero quedó frenado por estos dos años, donde además de haber sucedido tantas cosas y la ruptura abrupta del proyecto de vida, entendió que ya podía volar y recuperar escenarios puntuales, porque ya no se sabe que puede pasar.
De esta reflexión surge “Te lo digo con música”, la mejor manera de expresarle a su público que lo ha echado de menos, que le da las gracias por tantos años y que se van a recuperar la ilusión y las ganas de vivir, pero ante todo, disfrutar en un concierto donde todos puedan cantar y ser felices.
Ahora sí, más cerca
¿“Te lo digo con música” es una gira?
Si. Ya he estado haciendo algunas ciudades como Nueva York y Miami, también estuvimos en Puerto Rico y será en sitios puntuales, no puede ser una gira muy larga porque tengo proyectos para el próximo año, algunos productos teatrales. Creo que en febrero o marzo estaría en Colombia.
Después de tener tanto tiempo preparándolo, ¿Qué trae ese espectáculo?
Es fundamentalmente una experiencia vital. Es la música como forma de comunicación y expresión, he hecho mucho hincapié en los músicos, hay de todas partes del mundo, una mezcla que ha conseguido plasmar esa idea que tenía, donde la dinámica sea muy de verdad, nada acartonado, con música de todos los tiempos, porque la gente quiere oír mis canciones.
Tus canciones son muy liberales, ¿Es esa la fórmula para que suenen siempre como el primer día?
Siempre he sido exigente con las letras, nunca he cantado algo con lo que no estuviese de acuerdo, y a veces había historias que me parecían interesantes, digamos que eran un poco adelantadas a su tiempo. Recuerdo que “Beso a beso... dulcemente” fue prohibida en varios países, porque decían que incitaba al adulterio. Con algo tan sencillo como “Juntos”, un himno transgeneracional, un periodista dijo que no entendía como la aceptaban. Yo siempre he ido rompiendo.
“Cariño mío” fue muy adelantada a la época, una letra de Juan Carlos Calderón quien entendía muy bien el alma de las mujeres. Es una historia de verdad, donde advierte que uno es capaz de sentir cosas distintas por las personas y que son complementarias, creo que es lícito sentir eso.
¿Quiénes han sido tus compositores favoritos?
Soy una cantante con dificultad para las canciones. Me gustaba la balada americana, con tesitura y eso no era frecuente en el ámbito que me rodeaba. Bebu Silvetti fue un compositor que trabajó en exclusiva para un disco y me hizo canciones tan bonitas como “Contigo”. Pero autores con los que haya hecho un disco entero, él y Juan Carlos Calderón.
Eres una artista integral, ¿de no seguir ese camino, qué habrías hecho?
No tengo ni idea. Estudié psicología, me gusta la antropología, soy flexible y me adapto a las cosas que van surgiendo en mi camino, también soy imaginativa, siempre estoy inventando e imaginando, cuando no era cantante famosa, pintaba los muebles de mi casa, quería transformar la realidad.
¿Qué significa para ti el escenario?
Cuando hablan del mundo cuántico digo que nosotros llevamos mucho tiempo allí, porque el escenario es ese espacio en el que todo está y no está, aparece y no aparece, es un mundo mágico. Para mí el escenario es un espacio de libertad.
¿Visionaste así tu carrera?
No. Siempre he sido inquieta, me gusta aprender, y cuando empecé iba en el paso a paso, todo me parecía maravilloso e inquietante, con el día a día tenía bastante.
Has avanzado con los cambios de la industria ¿Cómo trabajas ahora?
Ahora tenemos un mundo al alcance de la mano, todos los días veo a mi hija que está a miles de kilómetros. Me gusta todo esto siempre que no sea voraz, que no de la sensación de que es más importante el medio que el mensaje.
¿Cómo te complementas en el arte con tu hija?
Quien me ha trabajado la voz en los últimos años es ella. Estudió en Berklee College of Music, tiene su estudio compone algunas de mis canciones y es una estupenda coach de voz.
¿Viene algún disco?
Esto ya me parece menos interesante. Antes se grababa un disco y todos los temas tenían vida, ahora le apuesto a cosas puntuales, una canción que se pueda compartir.
¿Qué papel juega la pintura en tu vida?
Es la emoción. Una especie de catarsis, me gusta pintar porque no tengo compromiso, es un espacio surrealista, íntimo y privado, donde hago lo que me da la gana, y generalmente no se lo que he hecho, cada quien interpreta lo que ve.