Halloween nos emociona a todos, pero en tiempos de conciencia ambiental y sostenibilidad vale la pena reflexionar sobre la terrible manera en que estamos llevando a cabo esta celebración y la forma como estamos despilfarrando los recursos naturales.
La celebración del Halloween proviene de la cultura celta en la cual esta festividad marcaba el momento en que los días se iban haciendo más cortos y las noches más largas. Los celtas, al igual que muchas culturas prehispánicas, creían que en esta época los espíritus de los muertos regresaban a visitar el mundo de los mortales. Esta tradición fue llevada a los Estados Unidos por los inmigrantes irlandeses y a partir de ahí la revolución industrial y la globalización han permitido que esta tradición se expanda por varios países de América Latina, entre estos Colombia. La costumbre involucraba la realización de rituales con disfraces, dejar comida y dulces afuera de las casas a manera de ofrenda. Actualmente, está tradición ha ido cambiando y adaptándose a nuevas formas, donde los disfraces y los dulces siguen haciendo parte fundamental de esta celebración.
Según la Fundación Ellen McArthur, cada año se producen, usan y desechan millones de toneladas de ropa. Cada segundo se quema o se desecha en un vertedero el equivalente a un camión de basura y que muchas veces llega al mar a hacer parte de los microplásticos. (Lea aquí: ¿Qué puede hacer para ahorrar energía?)
Entrando a la celebración de Halloween y al horror que representa la desaforada producción de residuos mal gestionados, una investigación realizada por Fairyland Trust, muestra que el 83% de los disfraces que se usan están hechos de plástico (69% poliéster). Entonces, junto con los diferentes empaques de los dulces y la decoración, el plástico sigue siendo uno de los principales materiales de esta fecha y una de las principales amenazas que enfrenta nuestro planeta con 11 millones de toneladas métricas de residuos plásticos al año.
En Colombia, según la firma Raddar, que investiga los patrones de consumo del país, asegura que en el 2019 el gasto de los hogares derivado de la temporada de Halloween ascendió a $3,1 billones de pesos, principalmente por la compra o la elaboración de disfraces, el consumo de dulces con sus pequeños empaques plásticos de polipropileno y polietileno y las decoraciones como bombas de látex o aluminio, papel y cartón.
Para la bióloga Catalina Arias, directora de sostenibilidad de Amazóniko, hay varias acciones que se pueden implementar para reducir la contaminación y a la utilización innecesaria de recursos naturales en esta época, al respecto manifestó que “la recomendación con respecto a un uso de disfraces responsable con el medioambiente, es implementar las 7Rs (Rediseñar, Reducir, Reutilizar, Reparar, Renovar, Recuperar, Reciclar) y adicionalmente, los empaques plásticos de los dulces pueden hacer parte de la botella de amor, esa botella pet de refrescos que llenamos con envolturas de dulces y empaques de snacks”.
En este mismo sentido, la bióloga recomienda prestarles atención a los productos que son fabricados con látex. “El látex es el material que más debemos evitar en esta temporada. El látex natural se considera un material biodegradable porque es la savia del árbol de caucho, sin embargo, hoy en día los globos no son de látex natural, sino que contienen conservantes, colorantes, químicos y plastificantes, materiales de difícil transformación. Los globos de látex pueden tardar menos que los plásticos en descomponerse, sin embargo, también se convierten en micropartículas contaminantes, pueden ser ingeridos por los animales y asfixiarlos.
Para gozarse esta temporada de la mejor manera y cuidar el medio ambiente, desde Amazóniko la plataforma de reciclaje colaborativo, la recomendación es consumir responsablemente y tener en cuenta los siguientes 4 tips:
Alquilar, reusar o elaborar los disfraces.
Evitar el látex en las decoraciones.
Preferir dulces con empaques de papel o cartón.
En el caso de no poder evitar los dulces con empaques plásticos, recordar incluirlos en la botella de amor o ecobloques.