La mirada de Elida Castro Herrera no es la misma de antes. Ahora dice vivir con los pies en la tierra, pero con los ojos puestos en el cielo. Ella sabe perfectamente que aquella corona que le dio el título de Señorita Cartagena en el 2012, y muchas otras que ganó en diferentes concursos de belleza, no fueron suficientes para sentirse como una verdadera reina. Le ocurrió lo contrario. Lea aquí: Elida Castro, Señorita Cartagena: “Soy una mujer arrolladora”
Después de cada evento donde se mostraba radiante, elegante y siempre con la sonrisa que la caracteriza, era apenas el comienzo de una fuerte depresión que la atormentó durante varios años, al punto en que pensó en el suicidio y terminó el 31 de diciembre de 2020 internada en una clínica de salud mental por “un espíritu” que le atormentaba... “Con ayuno y oración sané”, me dice.
Hace pocos días -cuenta- se cumplió un año de haber escuchado la voz de Dios diciéndole: “De las tinieblas te saqué, ahora, levántate y sígueme”. “Y yo le creo al Señor”, asegura y ya no tiene miedo de contar su historia, sin importar las críticas que, sabe, le lloverán.
Una mujer nueva
En la plenitud de su juventud y la cumbre de su fama local, Elida se sentía incompleta y aun siendo una mujer que quizá lo tenía todo: belleza, dinero y un negocio, pero que sentía no poseer nada. Terminaba llorando en el piso, justo en un rincón de su habitación, al pie de la cama.
Ahora, Elida está sentada, vestida de blanco con una falda hasta sus tobillos. Es extraño porque la Elida de hace poco más de un año siempre estaba segura, pero ahora los nervios la carcomen como si fuese la primera vez que da una entrevista, y es que no ha dado ni dos ni tres. Han sido decenas de páginas las que ha llenado en los periódicos locales y nacionales, y recuerda que cuando salían sus publicaciones las enmarcaba en retratos para luego colgarlas en la pared enalteciendo sus triunfos, pero ni eso la llenó.
Ahí, en su habitación, observa el panorama y mira su clóset, luego, las paredes rosadas de su cuarto y confiesa: “Boté todas mis fotos del reinado. No me quedé con nada”. Vuelve a mirarme y continúa: “A veces las miro en el celular y digo: esta no soy yo. El Señor me llamó para decirles a las jovencitas: no lo hagan, vístanse recatadas, sin mostrar. Para decirles a los padres que cuiden a sus hijas, porque ellas creen que van a recuperar su autoestima en las pasarelas o con una corona, que el dinero y los hombres las hacen sentir bellas, y eso es vanagloria. Hoy les digo que no se vendan así, porque eso las condena a la prostitución, las drogas, el lesbianismo, la envidia”, precisó y agrega: “Me dolía porque a muchas de esas niñas las formaba para eso, pero ya no, yo tengo que decir lo que el Espíritu Santo ha puesto en mi boca”. Lea además: Elida Castro, más allá del modelaje
Elida fue modelo de reconocidos diseñadores locales.//Foto: Archivo - El Universal.
Precisamente en este momento, Castro siente que el Espíritu Santo la ha tocado y con ese afán de hablar enumera algunos deseos que, a consideración, son pecaminosos y en los que se vio rodeada en el mundo del modelaje. Lee la Biblia y dice que los envidiosos, vanidosos, fornicarios y demás personas que, según ahí está escrito, han cometido actos de injusticia, no heredarán el reino de Dios, y en medio de su razonamiento considera que esa era la Elida de antes y que ahora su lucha diaria consiste en agradarle a Dios, mas no al mundo.
En aquel apartado la exmodelo se refiere al capítulo 6 del libro de Primero de Corintios, versículo 9,10, que dice: “¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios”.
Elida participó en el Concurso Nacional de Belleza 2012, representó a Cartagena.//Foto: Archivo - El Universal.
Desde niña
En el corregimiento Retiro Nuevo, en Marialabaja (Bolívar), doña Tomasa Herrera asumió el primer embarazo de siete, y al cumplir los nueve meses le entraron los dolores en aquel pueblito, y con la ayuda de una partera dio a luz en casa de su mamá a una niña a la que llamó Elida, como su madre, es decir, la abuela de la bebé. Esa niña fue creciendo y llegó con su familia a Cartagena, al barrio Olaya Herrera. Se la pasaba desfilando por los pasillos y les decía a sus familiares: “Voy a ser reina”, y ese fue el sueño que se fijó hasta que con uñas y dientes logró.
A los 23 años, Elida se coronó como Señorita Cartagena en el 2012, algo que para ella no fue fácil. Además de prepararse con dietas, cuidados estéticos, rutinas de ejercicio y tomar mucha agua, el sacrificio más grande que, según ella, tuvo fue levantarse de madrugada para ayunar y pedirle a Dios que le diera esa corona, ya que en anteriores reinados quedaba de virreina, como lo fue el de la Independencia en 2009 representando al barrio Nuevo Bosque (donde también vivió), y luego, en otro certamen, quedó de primera princesa. Pero ella quería algo más, no podía fallarle a esa niña que jugaba a ser la soberana, así que para sorpresa de muchos, la bella Elida fue la reina de los cartageneros y para entonces expresó su felicidad con una sonrisa tan grande que quedó retratada en la portada de este periódico. Hoy Elida dice que ese momento se dio para llevar un mensaje a las niñas. Más tarde, en medio de sus clases de pasarela, de abrir una academia de modelaje para niñas y jovencitas, Elida también ejerció de abogada como litigante, luego como gerente de marketing, como coaching. Siempre ha sido una mujer emprendedora, tanto así que recuerda haber vendido dulces en el colegio y después, de adolescente, vendió suero costeño para juntar el dinero, comprarse sus trajes y todo lo necesario con tal de salir adelante y verse regia.
Elida en su academia.//Foto: Archivo - El Universal.
“Ahora, después de todo eso, puedo decir que los títulos no son suficientes para sentirme como me siento hoy, una hija de Dios. Él me afirma, me da seguridad, y aunque siempre he sido extrovertida y apasionada por el trabajo social, hoy digo que mi pasión es rescatar las almas de Cristo y refugiarme en las obras del Señor”, dice.
Elida se considera una mujer generosa, amable y empática, pero está segura de que es Dios quien la ha revestido con esas cualidades, aunque también agradece a todas las personas que en su momento la ayudaron a formarse en ciertas áreas de etiqueta, como saber hablar y expresarse, pues todo ese talento ahora lo usará a su favor para “ministrar” a niñas y jóvenes en lo que serás su fundación denominada Mujer Fénix, que significa la mujer que renace de las cenizas y que es Dios quien transforma.
Para Elida existe la posibilidad de convertirse en pastora de una iglesia cristiana, pero no ahora, más adelante. Confesó que la prédica fue una visión de la que dice le reveló el Señor, sin embargo, aseguró: “Me estoy fortaleciendo. Quizá más adelante lo haga”, subraya Castro y no piensa dar marcha atrás. La exreina tiene una voz tan fuerte como los pasos que un día caminaron por las pasarelas y la usa para decir: “Renuncio al mundo del modejale para continuar con mi ministerio de mujeres y esto no hace parte de mis planes, sino de los que Dios tiene para mí”. Lea además: Fotos: ¡Llegaron las reinas nacionales a Cartagena!