Dicen que antes solía llamarse San Pedro Desconsolado, en honor al santo que abre las puertas del cielo, por un lado, y a la desolación que vivía el mismo pueblo, por el otro. Fue un sacerdote enviado de servicio por la diócesis a quien le parecía muy tétrica la idea de que San_Pedro llevara el ‘apellido’ de Desconsolado y se le ocurrió cambiarlo por ‘Consolado’, como se conoce actualmente a este corregimiento del municipio de San Juan Nepomuceno, enclavado en los Montes de María.
Tiene 1.151 habitantes. Solo ha habido dos nacimientos este año y los menores de 18 años no superan los 250. Veo en sus casas coloridas los rostros de muchos abuelos sentados en sus puertas a ver pasar el tiempo sin mayores afanes. Hay casi que un adulto mayor en cada terraza, en taburetes o en mecedoras, quienes, si acaso, alzan el brazo para elevar un adiós. Me sorprende -o, bueno, no tanto- saber que el pueblo está ávido de un buen servicio de acueducto, porque “ahora existe pero solo en los papeles”, ningún gobernador ha sido capaz de cumplir la promesa de llevarles agua potable dignamente, ni tampoco ningún gobernador (ni concejal, alcalde o diputado) ha podido cumplir la promesa de pavimentar sus calles. (También: Quejas por servicio de agua en San Pedro Consolado)
Y sorprenden otras cosas como que en este corregimiento, tan cercano a Cartagena de Indias, a unos 80 kilómetros, la red de Internet fijo llegó hace tan solo dos meses y que antes (y todavía lo hacen) la gente debía treparse en una loma para obtener señal con el celular. Pero ni esa desconexión tan ¿inusual? en pleno siglo XXI les ha impedido mantener viva una raíz bastante particular que les llevó a ser conocidos como ‘Un rincón de México en Colombia’, así mismo se leía en un cartel que, hasta hace unos años, adornó la entrada al pueblo.
En San Pedro son productores de un delicioso vino de tamarindo y corozo.
Un México colombiano
Arribamos a San Pedro Consolado al mediodía de un lunes de nubes sombrías. Noraida Luz Yepes Carmona es la representante legal de la Asociación de Turismo de San Pedro Consolado, Asoturcon. Su patio es amplio, fresco y un piloto de ejemplo para recuperar el cultivo de plantas medicinales y ornamentales. Allí nos atiende. (También le puede interesar: San Pedro Consolado por fin tiene su acueducto)
“No hay un registro”, dice sobre el hecho de que no exista prueba fehaciente sobre que la conexión del pueblo con México obedezca a algún flujo migratorio. “Nosotros somos de la zona de los Montes de María pero realmente nuestra influencia cultural es más mexicana. No hay un registro legal que diga que vino un mexicano y se quedó aquí, pero realmente nosotros sí tenemos bastante influencia de la música tradicional mexicana, es como si el tiempo no hubiese pasado”, comenta.
Además -explica-, el gusto general que existe en los Montes de María por el picante, en San Pedro se da de forma “exagerada”. Y más allá de eso, aunque los años lo han mermado un poco, existe un acento ‘mexicano’ en San Pedro.
“Nuestro acento mexicano se ha ido perdiendo, porque realmente sentíamos muchas burlas, se burlaban de cómo hablábamos, entonces lo que comenzaron a hacer nuestros padres fue a corregirnos esa forma de hablar, pero es nuestra esencia, el acento mexicano lo estamos rescatando (...) Tenemos una forma de hablar que, de hecho, a veces muchas personas preguntan de dónde somos. Por eso también se nos conoce como mexicanos”, explica. Y, ¡órale!, sí, se oye un tantito mexicana, wey.
En San Pedro hay maravillas naturales por visitar.
Un sepelio a lo ‘mero macho’
“Nuestra cultura, economía, gastronomía, se basa en el maíz; de hecho, aquí se celebraba hace mucho tiempo el Festival de Maíz, donde se engalanaban a todos los agricultores, es algo que queremos recuperar. Estamos rescatando todas las variedades de maíz, tenemos un aproximado de 32 recetas derivadas de maíz”, agrega sobre otra de las coincidencias con el país manito: México es uno de los grandes productores del maíz del mundo. Aquí, en particular, la mazorca negra o morada es de las que más se cultiva en esta zona de Bolívar.
Sin embargo, es la música el otro ápice que hace mexicanos a los ‘desconsoladeros’, como se dicen entre sí. San Pedro tiene una onda muy ranchera. De eso sí existen registros. “Tenemos los registros de ciertas rancheras que llegaban primero a San Pedro Consolado que a otras partes, porque venían de Estados Unidos, una familia que vivía allá nos traía esas rancheras”, añade Noraida.
_“Antes de que llegara la televisión a San Pedro -prosigue- ya existía esa influencia y lo que nos dicen nuestros abuelos es que ellos enamoraban a las mujeres con papelitos que pasaban a las radiolas con dedicatorias de rancheras.
“Aquí no se oyen corridos modernos ni música norteña, lo que se oye es ranchera, ranchera original, es muy poco lo que se oye de Vicente Fernández, pero pregunta por el Dueto América, por Antonio Aguilar, ese es el máximo aquí”, complementa la ‘desconsoladera’. (También le puede interesar: En San Pedro Consolado denuncian arboricidio)
El 19 de junio de 2007, cuando ‘El charro de México’, Antonio Aguilar, le dijo adiós a este mundo, en San Pedro Consolado se organizaron para hacerle un sepelio simbólico y despedir con música a su gran ídolo. “Imagínate si San Pedro Consolado su historia no es fuerte con la ranchera... ¡es algo que está en nuestras raíces, el ser mexicanos de los Montes de María!”, añade. La neta, ¿a poco no son mexicanos?
Este es el letrero que antes adornaba la entrada a San Pedro Consolado.
Maravillas escondidas
“Aquí tenemos apellidos marcados, somos familias Yepes, pero nos diferenciamos entre los Yepes con s y con z, los Buelvas, los Mendoza”, continúa explicando Noraida. Ella es uno de los 15 desconsoladeros que en 2019 se unieron pasar sacar del ‘estanco’ a corregimiento. Por eso, han conformado la asociación que promueve el turismo hacia a maravillas naturales casi inexploradas que tienen y el trabajo de esta organización ha sido reconocido por la Unión Europea y por la Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique. Entre sus atractivos está la reserva de Las Tinas, donde existen dibujos de los indios malibú, con zonas de petroglifos, así como una ruta ancestral, donde enseñan a los turistas a hacer mochilas y a vivir la experiencia de trabajar el campo. “La reserva de Las Tinas es un lugar muy poco conocido por turistas, en esos parajes se encuentran las mariposas azules como si danzaran delante de uno, los monos titís carita blanca, los monos titís copo de nieve, los monos colorados y más flora y fauna que les va a encantar”, exclama. En el pueblo mexicano no producen tequila, pero sí un delicioso vino de tamarindo y otro de corozo que empezó a abrirse paso en el mercado regional. Y, por si fuera poco, existe un Festival de la Ranchera que está próximo a retornar luego de un receso de cinco años, en aquel pedazo de Bolívar que se escucha, se siente y sabe a México.