De niño a Gil Galasso le encantaba asistir a bodas y a grandes banquetes que se ofrecían en Biarritz (Francia).
De ahí su inclinación por la cocina y por el servicio de mesa, decisión que lo llevó a ser en Francia, quizá, el metre más reconocido.
En 2001 ganó la Copa Georges Bap-tiste, en la categoría Mejor Maître Joven de Hotel; en 2003, el Concurso M.O.F (Meilleur Ouvrier de France), en la categoría “Maître de servicio y artes de la buena mesa”; y, en 2009, obtuvo el título de Campeón del Mundo como Chef de Servicio, en Zaragoza(España).
Llegó a la ciudad invitado por Cotelco Cartagena para hablarle al gremio hotelero sobre los secretos para prestar un servicio de mesa al estilo de los mejores restaurantes del mundo.
“Lo fundamental es que las personas entiendan la importancia del servicio en la mesa. El servicio no es sólo la distribución de la comida”, explica.
Tiene su escuela en Francia y en ella les enseña a sus estudiantes a ser actores dentro del restaurante, lugar que para él hace las veces de teatro.
En una de esas clases realizó un ejercicio que consistía en que cada uno de sus estudiantes usaría el nombre de algún personaje famoso o del común.
En dicha actividad, uno de sus estudiantes tuvo un incidente con un comensal complicado, quien no trató de la mejor manejar manera al aprendiz.
“Me quedé muy preocupado y me acerqué a mi alumno a preguntarle cómo se sentía. Su respuesta me sorprendió. Me dijo: ‘Yo no me siento mal, al que ofendieron fue al personaje que yo interpretaba, no a mí’”.
Asegura que ser mesero es una profesión seria que requiere ciertos conocimientos técnicos. En su caso, les exige a sus aprendices que estén enterados de los acontecimientos que pasan en su país y ciudad.
Todos, antes de iniciar su turno de trabajo, deben haber hecho un repaso de las noticias más trascendentales del día.
“El mesero va a hablar a los clientes de mucho más que de la comida. Puede referirse al tiempo, a lo qué pasó hoy, de quién son las fotos que hay en el restaurante y por qué están ahí”.
Sabe muy poco de los costeños, pero sí conoce mucho Colombia. Es más, el evento que más ha disfrutado fue en este país, hace cuatro años, en las celebraciones del Bicentenario de Popayán.
Por ser un hombre excesivamente protocolario, lo contrató la embajada de Francia para que coordinara toda la logística.
Al llegar, se encontró con que tenían que servir comida para 700 personas y que además tendría a su cargo 40 extras como meseros, que lo apoyarían en la jornada.
Esto último lo tenía muy preocupado. No conocía a esa gente, ni mucho menos su cultura. En una reunión que duró una hora dio algunas indicaciones y se dispusieron a servir.
“Hubo mucha empatía en el grupo. Nos sentimos como un mismo país, una misma cultura. Fuimos un equipo, no de extranjeros, sino de profesionales juntos”.
Es un innumerable la lista de personalidades que ha tenido la oportunidad de atender: muchos artistas y, sobre todo, ex presidentes.
Varios primeros ministros de su país, artistas como Luciano Pavarotti y hasta el ex presidente Nicolás Sarkozy, a quien recuerda como una persona muy sencilla. La complicada era su esposa.
“Los personajes más importantes que he atendido son demasiado simples. Las esposas son las complicadas. Es el caso de la esposa de Sarkozy, una mujer muy fría (sonríe)”, dice.
¡Es campeón del mundo!
De todos los premios que ha ganado durante su trayectoria, el que más recuerda con cariño fue el que obtuvo en Zaragoza como Campeón del Mundo como Chef de Servicio.
Se había presentado en esa misma competencia en 2008 y había obtenido el segundo lugar, un alemán le ganó. Sin embargo, cuenta que la delegación española no había quedado satisfecha con la decisión del jurado y prometieron ser los próximos ganadores.
Galasso había quedado tranquilo con la decisión, pero le preocupaba que el año siguiente los españoles serían probablemente los ganadores.
De modo que se le ocurrió contactar a un mago y practicó por los siguientes seis meses varios trucos de magia que combinaría con su puesta del plato.
Se esforzó mucho todo ese tiempo y cuando llegó el día de la competencia sorprendió al jurado visiblemente.
“Decidí arriesgarme con algo muy loco, porque sabía que no tenía pocas posibilidades de ganar. Todo fue ideal, aparte porque el mago y el metre tienen casi el mismo vestido”.
Durante el tiempo que entrenó el mago le había regalado una paloma mágica para que cerrara el espectáculo. El día de la competencia impresionó, pero confiesa que extraña a la paloma. Fueron seis meses que compartió con ella.
Considera que muchas personas no se han dado cuenta de la importancia que tiene prestar un buen servicio. No sólo es la imagen de un país, sino una forma de generar mayores ingresos en el establecimiento.
Galasso ve en Colombia un país como mucho potencial humano. La sonrisa de los colombianos, asegura, es su arma más fuerte para brindar un buen servicio.
“Esto es una profesión. Tal vez, la persona no se va a quedar para siempre haciendo esto, pero va a aprender muchas cosas que le van ayudar en su vida personal: aprenden a poner un saco, una corbata, a tener sonrisa. Ser mesero es una escuela de vida”, concluye.