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Raúl Zurita escribe sus poemas en el cielo

Zurita ve el amor en todas las cosas que le rodean, incluso, en el lento apocalipsis de la rosa o de la hoja y el extravío de los seres humanos o en la invisible.

Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950) ganó el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2020 y es uno de los más grande poetas vivientes en lengua castellana. Con ancestros italianos por línea materna, aprendió temprano el italiano y se sumergió con su lámpara intuitiva en el bosque en tinieblas para darse cara a cara con el luminoso universo de Dante Alighieri, de cuyos senderos aún no ha podido salir. (Lea aquí: El chileno Raúl Zurita, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana)

El niño Raúl quedó huérfano de padre, poco tiempo al nacer. Se crió con una abuela que desdeñaba de las pampas y las soledades chilenas y de sus ancestros italianos, sumida en la más profunda pobreza. En los años pavorosos y demenciales de la dictadura de Pinochet, el joven Raúl fue sometido a torturas por estar del lado de los comunistas y defender contra viento y pólvora los derechos humanos.

Las cicatrices que pasan del cuerpo al alma han sido transmutadas en su vida cotidiana y en sus poemas, como ese tesoro de la poesía universal que es su Partitura final:

“Yo saludo en los campos de exterminio la sobrevivencia de nuestro amor y tu creencia. Contigo celebro todo el mal que nos hicieron, por ti yo entro cantando en la tortura y el vuelo de mi amor naciendo bendijo los suplicios”.

Todos los caminos oscuros y adversos de nuestro tiempo nos llevan hoy a los poemas de Raúl Zurita, quien interpela con gracia y sabiduría a creadores de distintos lugares del continente, y su obra deslumbra a las nuevas generaciones de lectores. Ahmad Mohsen, un joven escritor y traductor egipcio con una trayectoria vertiginosa, que vino a Cartagena en 2020, trajo en sus labios y en su memoria reciente su encuentro con Raúl Zurita, con quien establece una conversación más allá de sus poemas. Estaba en ese cruce de magias cuando dieron la noticia de su premio de poesía iberoamericana.

Raúl Zurita escribe sus poemas en el cielo

La luz brilla en sus poemas

De Zurita solo brota un soplo de humanidad que contamina al mundo con nuevas palpitaciones y nuevos deseos de reinventar al ser humano bajo esta encrucijada sanitaria global.

Zurita ve el amor en todas las cosas que le rodean, incluso, en el lento apocalipsis de la rosa o de la hoja, el extravío de los seres humanos o en la invisible y la desconocida nobleza que se redescubre cada vez más en los animales que pueblan este vasto y desconocido universo, y revela ese amor debajo de las piedras o en las espumas de su mar infinito:

“En este mundo todas las cosas hablan de amor: las piedras con las piedras y los pastos con los pastos/ porque así se aman las cosas, las playas, los desiertos, las cordilleras, los bosques de más al sur, los glaciares y todas las aguas que se abren tocándose/ para que tú las veas se abren”, dice en su poema Del amor a Chile.

Pero en su poema Purgatorio 51 revela la intensidad de ese amor cósmico, recordándonos que la sagrada complicidad del cielo y la tierra, los cuatro elementos no cesan de encantarnos y llevarnos a la esencia de nosotros mismos:

“Por el amor llegamos, por el amor subimos”. (Le puede interesar: Limberto Tarriba, poemas de un pintor)

Raúl Zurita escribe sus poemas en el cielo

El día que lo conocí

Ahmad Mohsen ha regresado otra vez a Cartagena, y a flor de labios recita de memoria los poemas de Raúl Zurita.

“Conocí a Raúl Zurita a través de mi amiga, la traductora palestina Ghadeer Abu Steiner, quien lo conoció en el Festival de Poesía de Granada, en Nicaragua”, cuenta Ahman Mohsen.

“En compañía con otros poetas árabes, Ghadeer fue a hablar con aquel poeta que parece profeta, tan humilde y tan grande. Después Abu Steneih, me contactó para la interpretación del español, del árabe y viceversa en la entrevista en vivo que tendría con el gran poeta chileno. A partir de ahí, empecé a indagar en los mundos inmensos de aquel poeta que estuvo preso un mes en un barco después del golpe de estado a Pinochet, que se quemó la mejilla e intentó enceguecerse con ácido. Desde que descubrí a Zurita, me olvidé de la entrevista y empecé obsesivamente a escuchar sus entrevistas por YouTube. Su entrevista en el programa La belleza de pensar, con Cristian Warkner, me dejó claro que seguiría deslumbrado con él.

“Dice Zurita que cuando ganó el Premio Reina Isabel de Poesía le apostó a todo, todo a la poesía, sin dejar puerta de salida. Meses antes del galardón, en una de las mejores oportunidades que la poesía y la literatura me regalaron, conocí a Raúl Zurita en un ensayo virtual días antes de nuestra entrevista. En esta charla que tuvimos en compañía de Ghadeer, compartí la experiencia de la cárcel en Egipto y se me salieron las lágrimas. En ese momento, que nunca lo había compartido antes, sentí esa precariedad humana, esa fragilidad que nos acerca a todos, y que nos hace lo que somos, y nos da la fuerza para protegerla. Aprendí mucho de Zurita, preguntándole y escuchando sus respuestas, traduciéndolo, leyéndolo, escuchando su discurso sobre la poesía, la vida y los abrazos cuando recibió el premio, y traduciéndolo para el periódico Al Araby Al Jadeed. Lo seguí buscando en sus memorias: El día más blanco, leyendo y escuchando sus poemarios, con el más tembloroso Canto a su amor desaparecido, que es tan válido en tantas tierras, donde las madres lloran sus amores desaparecidos. Raúl Zurita, para mí, desde que lo leí y conocí, el poeta vivo que más aprecio y al que más admiro, para una mejor humanidad”.

Zurita vuela como una mariposa

Alguien que sea capaz de escribir sus poemas en el cielo, como Raúl Zurita, convirtiendo las nubes en efímeras y perdurables páginas de escritura, es ya una hazaña inigualable en la historia de la humanidad y de las letras en el mundo. Lo hizo en 1982, bajo el cielo de Nueva York, dentro de un avión a 4.000 metros de altura, que arrojaba al cielo un alfabeto blanco de cuyas letras Zurita alcanzó a escribir diez kilómetros de poesía. Siempre deseó escribir sobre el cielo porque es el único lugar del universo donde todas las culturas de la tierra fijan su mirada, en la contemplación, la desesperación y el miedo, buscando las señales de su destino. Así se lo confesó a Alfonso Armada en 1987 y él lo narró en aquel febrero seis de ese año, en El País de Madrid.

Zurita ha encontrado una nueva dimensión del perdón más allá de lo humano, y está convencido de que todas las criaturas del universo, las piedras, los árboles, las criaturas celestes y terrestres, estos seres que llamamos “humanos”, tal vez solo mamíferos con sueños y deseos, depredadores de su propio paraíso a lo largo de la historia, “habrán de perdonarse todas las cosas tendidas bajo el cielo”.

Y al escribir sus poemas se siente tocado por las manos de sus propios lectores: “Estas líneas dicen lo que dicen y yo no soy su autor porque lo es tu aliento sobre ellas”. “Sueño con nuevos ojos, con una nueva vida, con el aire humano silbando las orillas del ventisquero y la Patagonia/ sueño con tu amor, con los párpados nevados de tu amor flameando sobre la libertad final de nuestros aires”.

Raúl Zurita escribe sus poemas en el cielo

Epílogo

Ha sido una revelación.

La obra de Raúl Zurita alcanza alturas iluminadas que enriquecen la heredad de la poesía del mundo, está al lado del más grande poeta norteamericano del siglo XIX, Walt Whitman, con sus Hojas de hierba, amplía la tradición poética del continente y se eleva también bajo la luz en la otra altura americanista de la épica de su compatriota Pablo Neruda, pero la suya va hacia alturas propias, con un sello indeleble en la poesía del universo.

Allí están los tesoros de sus libros Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982), El amor de Chile (1987), La vida nueva (1994), Canto de los ríos que se aman (1997), El día más blanco (1999), Poemas militantes (2000), Mi mejilla es el cielo estrellado (2004), Tu vida derrumbándose (2005), Mis amigos creen (2005), Las ciudades de agua (2007), Cuadernos de guerra (2009), Tu vida rompiéndose (2015), entre otros.

Tan alto Raúl Zurita.

Miro el cielo y veo sus poemas. (Lea además: Día Internacional de la Poesía: el poder de los versos)

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