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Pambelé y los golpes que no pudieron noquearlo

Pese a su tragedia personal, nada ha podido arrebatarle la corona de su gloria y el poder de ser no solo el primer campeón mundial de boxeo en Colombia, sino la de ser una de las figuras más grandes del siglo XX.

Aquella noche de octubre la felicidad no nos dejó dormir. El 28 de octubre de 1972, hace medio siglo, Antonio Cervantes Reyes “Kid Pambelé” noqueó al panameño Alfonso Pepermint Frazer, y ganó el welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).

Este muchacho palenquero de 27 años, embolador y vendedor callejero de gafas y cigarrillos por las calles de Cartagena, fue el primer campeón mundial colombiano cuyos golpes de gloria nos enseñaron con valentía a todos los colombianos que era posible triunfar dentro y fuera de nuestras fronteras. Mira aquí: Video: Así recuerda Pambelé el primer título mundial del deporte colombiano

Pambelé y los golpes que no pudieron noquearlo

Todo ocurrió en octubre, diez años antes de que Gabriel García Márquez, se ganara el Premio Nobel de Literatura en 1982, y veinte años de que Juan Madera grabara, en octubre 24 de 1962, su célebre cumbia ‘La pollera colorá’.

Los tres acontecimientos ocurrieron el 21, 24 y 28 de octubre de 1962, 1972 y 1982. Hoy celebramos los sesenta años de la cumbia de Juan Madera, cuarenta años del Premio Nobel y cincuenta años de Pambelé como campeón mundial de boxeo. Al día siguiente del triunfo de Pambelé, todos los niños amanecimos soñando con ser boxeadores, y el juego de la libertad, la lleva y el partido de fútbol en la calle 31 con séptima donde vivíamos dejó la improvisada cancha de fútbol delineada con tizas blancas y piedras para la arquería, y fue reemplazada por un cuadrilátero invisible en donde mi vecino Jairo del Castillo sacó una pera y unos guantes y comenzamos a dar golpes para aprender a noquear los atardeceres al regreso del colegio.

Pambelé y los golpes que no pudieron noquearlo

Los hermanos Víctor Hugo, Nilson y Marcos Castillo fueron los primeros en meterse en el cuadrilátero. Y sentimos por primera vez la quemazón de los guantes en la cara. Era que todos los niños de aquellos días de octubre no queríamos ser otra cosa que boxeadores y cuando nos mirábamos al espejo solo aparecía la sombra de una única criatura sobre la Tierra: era Pambelé que se volvió nuestro héroe de película.

Ya no soñábamos con ser ingenieros, médicos, bomberos o astronautas, sino con ser boxeadores. Algunos desde ese entonces empezaron a noquear la pobreza a punta de golpes. Nadie peleaba en aquellos días sino a puño limpio. Y a puño limpio se resolvían en aquellos tiempos las disputas. Nadie se mataba porque, al final del round menos pensado, los contrincantes terminaban abrazados y riéndose de la torpeza que los había llevado a darse puñetazos como niños malcriados y sueltos de madrina. Lee además: Yo he sido el más grande de todos en el deporte colombiano: Pambelé

De Palenque a Chambacú

Pambelé fue el niño nacido en Palenque el 23 de diciembre de 1945, quien a sus diez años, en 1955, se vino con su familia a vivir a Chambacú, con sus cinco hermanos menores.

Pambelé y los golpes que no pudieron noquearlo

Vendía milagros ambulantes en el viejo mercado de Cartagena, y dejó de ser niño muy temprano vendiendo gafas y cigarrillos de contrabando en el Camellón de los Mártires.

Antes de subirse a un cuadrilátero y dar puños al viento frente al mar, ya la pobreza lo había golpeado muchas veces, y el muchacho se ingeniaba para no pasar un día en blanco. Los golpes del cuadrilátero los recibieron las 140 libras de su cuerpo, pero los golpes de la pobreza, la soledad y la amenaza de las adicciones, los recibió su alma.

Su médico cubano, Humberto Martínez, cuando Pambelé fue a La a Habana a desintoxicarse de la adicción a las drogas, le dijo que con la misma fuerza y poder con que había derribado a sus contendores, debía derribar todos los miedos, ansiedades y adicciones.

Tocó el cielo de la gloria con el nudos de sus dedos y tocó el infierno de la soledad de las drogas.

Pese a su tragedia personal, nada ha podido arrebatarle la corona de su gloria y el poder de ser no solo el primer campeón mundial de boxeo en Colombia, sino la de ser una de las figuras más grandes del siglo XX. Entró a la historia con golpes certeros, estratégicos, danzantes, midiendo los tiempo y buscando el centro desestabilizador del adversario.

Pambelé y los golpes que no pudieron noquearlo

Pambelé se volvió personaje inspirador de la literatura, la poesía, el cuento y la novela, las artes y la música, personaje de película y leyenda viviente. Fue él quien convenció al gobierno para instalar las redes eléctricas a su pueblo natal. Aún los más viejos de Palenque recuerdan el día en que Pambelé fue a llevar la noticia de que tendrían luz en el pueblo, y el día en que celebró bajo la doble luz de las estrellas y de los primeros bombillos que parpadearon en la soledad del monte.

Hoy los mayores de Palenque dicen: Pambelé nos regaló la luz. Pambelé es el García Márquez del boxeo, y García Márquez es el Pambelé de la literatura, dijo a Juan Gossaín, con ingeniosa sabiduría, el cronista Alberto Salcedo Ramos, quien escribió el mejor retrato del boxeador en su extraordinario libro ‘El oro y la oscuridad. La vida gloriosa y trágica de Kid Pambelé’ (Aguilar, 2005).

Ahora, que la Universidad de Cartagena, fundada por Bolívar, te rinde honores, nos quitamos el sombrero para decirte en coro: ¡Gracias, Pambelé! ¡Gracias por darnos la gloria de esta corona mundial de boxeo que toda Colombia celebra cincuenta años después de aquella noche de octubre en que la felicidad no nos dejó dormir!

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