Rodeado de naturaleza vive Mauricio*, un líder social del corregimiento La Pista, en Marialabaja, dedicado al campo y a la artesanía junto a su familia. Trabajan la caña flecha, que es el principal material para hacer el sombrero vueltiao, carteras, gorras y demás, para luego venderlas en algunos espacios destinados por el Ministerio de Cultura cuando realizan convocatorias.
Su rutina diaria es igual a la de muchos campesinos: se levanta a las cuatro de la madrugada para ir al monte a cuidar las rosas que ha sembrado y los cultivos de ñame, no sin antes llevar a sus hijos al colegio y tomarse una taza de café.
En el resguardo Zenú no todos tienen tierra, algunos, como Mauricio, arriendan o hacen intercambios con el dueño. Ayudan a labrar a cambio de otro pedazo de tierra para luego hacer sus cultivos propios. Lea aquí: Sucre hace aportes a los “Mínimos para la paz y la reconciliación”.
Entre semana, antes de salir el sol, Mauricio también le saca tiempo a la lectura. Algunos documentos le ayudan a entender su situación en el campo como la Ley de vivienda propia, la reparación colectiva para las víctimas y demás estrategias que le ayuden a rehacer su vida junto a su pueblo, después de las secuelas que dejó el conflicto armado, una lucha y resistencia de la que todavía no se recuperan.
“Mis padres llegaron al departamento de Bolívar en los años 70. Mi abuelo fue uno de los que luchó por su tierra en San Andrés de Sotavento (Córdoba). Huimos otra vez por el desplazamiento de grupos al margen de la ley. Mi abuelo volvió tiempo después, cuando todo parecía normalizarse, a Marialabaja”, contó el líder.
líder social.
Hasta que, por fin, se establecieron en una finca y nació la invasión La Pista, pero otra nube negra los cubrió: los desplazaron en el 2000. La fuerza que ejercía el paramilitarismo despojó a los habitantes de algunas parcelas y a otros de sus casas.
“El 80% de nuestra comunidad es víctima del conflicto armado: unos fueron desplazados del departamento de Córdoba, otros de aquí, de Bolívar, que vivían en distintas zona y llegaron ese año. Se conformó una comunidad afropalenquera e indígena. En ese mismo año también fueron despojados de La Bonga y en ese momento llegamos hasta La Pista”, recordó.
Y es que en La Pista las condiciones de vida no han cambiado mucho. No hay alcantarillado y mucho menos agua potable: para beber y cocinar recolectan de los arroyos que se hacen en cacimba o subterráneo con turbinas. Además, las vías están deterioradas y carecen de muchas otras necesidades básicas, algo muy común en los pueblos del Caribe.
Ahora son ellos quienes le dicen al Estado: “¡No nos olviden!”, en estos tiempos en que líderes y lideresas piden mayores garantías de seguridad. Esa fue una de las razones por las que Mauricio llegó a pertenecer al Nuevo Acuerdo Nacional de Mínimos: construcción de paz territorial desde el diálogo social en Colombia. Se trata de una iniciativa de incidencia política liderada por la Iglesia Católica, a través de la Arquidiócesis de Cartagena. Nació de un proyecto de la Pastoral Social llamado ‘Edipaz’, que fortalece a los grupos sociales como las comunidades indígenas, aportando propuestas para construir políticas públicas a favor de la reconciliación y la paz.
Y eso no es todo. La Comisión de Conciliación Nacional publicó un material de lectura denominado Conflicto armado y acciones de reconciliación y paz, que es la recopilación de narrativas de líderes y lideresas sociales y pastorales en 15 regiones de Colombia.
Reconocimiento: a todas las lideresas y líderes sociales, pastorales, comunitarios, étnicos, de víctimas del conflicto armado, personas excombatientes, campesinos, agentes pastorales y religiosos, docentes, líderes juveniles, culturales y ciudadanos.
“Este trabajo es una esperanza para nosotros. Lo bueno es que es un puente por el cual interviene el gobierno, el Estado, algunos compañeros con experiencia, más que todo en la población indígena, y fue así como decidimos organizarnos al ver la falta de atención como cabildo”, rememoró. A través de los Mínimos, la Arquidiócesis los invita a participar en ese espacio. Hacen enlace con el Gobierno nacional para mirar si verdaderamente lo que se hizo con los Acuerdos de Paz se cumple o no.
“Se encontraron con muchas falencias, muchas necesidades, cosas que nunca se han cumplido, de acuerdo con lo que se estableció en el acuerdo de paz, más que todo en las comunidades como las nuestras que son víctimas... Aunque participemos y nos fortalezcamos a nivel municipal, departamental y nacional, siguen algunas carencias”, dijo Mauricio.
El mensaje del líder al país es: “No nos olviden”, y le recuerda al Gobierno que este grupo minoritario también está legalizado. Que si cada uno aporta su granito de arena todos saldrían más beneficiados. Así las carencias y necesidades se van minimizando.
*Nombre cambiado a solicitud de la fuente.