En la adolescencia, cuando tenemos esos primeros amores en el colegio o cerca de casa, idealizamos a esa persona a tal punto que soñamos con el día de nuestra boda o cómo sonarían nuestros apellidos juntos. Tenía 17 años cuando me enamoré de un amigo, pero él había terminado con su novia hacía pocos meses, sin embargo, a mi corta edad no pensé que eso fuese algo relevante, pues estaba convencida de que él quería estar a mi lado.
Pasaron varios meses y, desde mi punto de vista, todo era maravilloso, yo confiaba plenamente en él, claro, era mi primer amor, lo que no sabía era que este chico me estaba siendo infiel con su exnovia. Cuando me enteré, sentí que mi mundo se venía abajo, pero fue aún peor el proceso de superarlo: me sentí insuficiente, fea, creía que había sido mi culpa; me tomó casi un año recuperarme, pero de esas heridas siempre quedan secuelas psicológicas con las que debo luchar aún hoy, seis años después. Lea aquí: ‘Te quiero mocho’, la historia de un inusitado influencer
Al enamorarnos, solemos pensar que la persona que está a nuestro lado es lo más increíble que puede existir en el planeta. Cegados por el amor, muy pocas veces solemos pensar en que algo malo puede suceder... ¿Quién piensa en eso cuando tiene a la sonrisa más hermosa del universo frente a sus ojos? Es bastante complicado que la razón y el corazón se den la mano, es por eso que a veces, cuando una persona muestra sus ‘banderas rojas’, tratamos de esquivarlas y hacernos ‘los de la vista gorda’, porque dentro de nosotros aún existe esa esperanza del cambio, esa ‘segunda oportunidad’ que muchas veces se convierte en cientos de oportunidades... ¡de hacernos daño!
El daño psicológico que genera una infidelidad es tan grande que ataca directamente en nuestra autoestima. Recientemente, fue muy sonada la polémica de la supuesta infidelidad de Piqué a Shakira, ambos protagonistas de toda clase de bromas y memes en las redes sociales, claro, a millones de internautas les parece increíble que alguien pudiera serle desleal a “las caderas más famosas del mundo”, pero la infidelidad ha sido “normalizada” con frecuencia en nuestra cultura machista: no suena a nada extraordinario que un hombre engañe a su pareja y que, en muchas ocasiones, ellas se lo permitan, todo con la simple excusa de que “así son hombres”, desconociendo que una infidelidad solo trae afectaciones emocionales. Le puede interesar: El poder de sanación que tienen los caballos
Un daño crónico
En nuestra cultura se suele tomar por burla el tema de las infidelidades, es natural para el cartagenero escuchar llamarse entre amigos “cachón”, ignorando todo lo que puede afectar a una persona enfrentarse a una situación de infidelidad.
Según la psicóloga Ivanna Aguilar, “al ser víctimas de infidelidad, las personas enfrentan estrés postraumático, ya sea con sentimientos de vacíos, soledad, sobrepensando la deslealtad y sintiéndose completamente culpables de lo ocurrido; son propensas a experimentar ansiedad, baja autoestima y conductas riesgosas, puesto que, en muchas ocasiones, los lleva a consumir grandes cantidades de alcohol, drogas o tener desórdenes alimenticios. Además, las personas pueden caer en depresión, lo cual es realmente nocivo para la persona, dado que, en casos severos, puede conllevar a atentar contra sus propias vidas. Incluso, puede haber cambios físicos como consecuencia del daño psicológico generado, afectando claramente su calidad de vida”.
Una infidelidad puede causar mucho más que el fin de una relación: implica un daño severo al autoestima del individuo engañado que está sentimentalmente involucrado; puede acarrear una serie de daños psicológicos que perduran y deben ser tratados con ayuda profesional.
De acuerdo con la psicóloga clínica y conductual Claudia Jiménez, las experiencias de infidelidades pueden traer consigo, además de la ansiedad y la depresión, “trastornos somatomorfo o psicosomáticos” que ocurren cuando una persona comienza a sentir dolencias físicas por un trastorno psicológico.
Diana Cecilia Gómez Miranda, magister en Psicología y profundización clínica, asegura que las infidelidades no son un error, sino una decisión, por lo que el ser infiel no es algo incontrolable, por el contrario, es algo completamente consentido, pero así mismo esta psicóloga rescata que las infidelidades también dependen de los parámetros establecidos previamente en una relación, pues “nada es universalmente una infidelidad”. Lea también: Hombres abusados: “Cuando ellos no hablan”
Algunas personas aseguran que ante una infidelidad lo mejor es aplicar el “ojo por ojo y diente por diente”, pero Diana sostiene: “No existe ninguna forma ‘ideal’ de afrontar una infidelidad, cada experiencia es totalmente diferente; no obstante, el acompañamiento con un profesional clínico puede ser muy valioso. Las infidelidades no se olvidan, sino que se perdonan, lo cual constituye todo un proceso que además lleva tiempo para sanar”.
A ser resposables emocionalmente
Si una persona no tiene el autoestima fortalecido y se deja llevar por las inseguridades, puede resultar propenso a excluirse de la sociedad al enfrentarse a una infidelidad, incluso, tener pensamientos suicidas, es por esto que los profesionales de la salud mental enfatizan en tener mucha responsabilidad afectiva, que se traduce en el respeto y cuidado mutuo.
Aseguró Claudia Jiménez.
Ser víctima de una infidelidad es algo que no podemos controlar, pero trabajando en nuestra seguridad y autoestima podemos identificar lo que merecemos y lo que no podemos tolerar dentro de las relaciones sentimentales, porque, en estos casos, solo el amor propio nos alejará de caer en un problema severo de salud mental.