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La Virgen bajó a la ciudad amurallada 200 años después

Hacía doscientos años que los habitantes de Cartagena no veían salir a la Virgen de la Candelaria, la patrona de los cartageneros, rumbo al corazón de la ciudad.

Los cartageneros devotos presienten a su virgen, aunque no la vean, en su altar, a 140 metros de altura sobre la placidez de la colina donde se erigió la capilla y el convento entre 1611 y 1622, eso l e cuenta a El Universal, el Prior del Convento Fray José David. (Lea aquí: Así se viven los eventos virtuales en honor a la Virgen de La Candelaria)

Esta vez no bajó como siempre, en los hombros de los fieles que descienden desde el Convento de La Popa por todo el cerro, y la llevan el 2 de febrero a la Ermita del Pie de La Popa.

Esta vez, en febrero de 2021, no bajó por la amenaza de la peste. Bajó a la Catedral, discretamente, en este julio de lluvias inesperadas para cumplir una ceremonia que los Agustinos Recoletos han realizado en más de dos centurias en tiempos de pandemias, desastres y sequías. Una vez fue por la peste de cólera. Otra, por un largo y tormentoso verano en que los sembradores se encomendaron a San Isidro Labrador. Otra, por los desafueros del invierno.

Bajó del altar del Convento de La Popa para convocar a sus fieles incontables a través de la Eucaristía. Entre las 10 y 11 de la mañana de hoy culminará la liturgia por los enfermos y fallecidos de la pandemia.

Esta ceremonia de hoy se cumple dentro de los 35 años en que el papa Juan Pablo Segundo coronó a la patrona de la ciudad con un rosario, el 6 de julio de 1986. También se celebran los sesenta años en que los Agustinos Recoletos regresaron al convento, en 1961.

La Virgen de la Candelaria que puede verse hoy en la Catedral regresará después al altar del convento donde tradicionalmente ha estado, como una figura icónica que vigila la ciudad desde su mayor altura.

La Virgen bajó a la ciudad amurallada 200 años después

Imagen de la Virgen en la Plaza de la Proclamación.

Origen de sus apariciones

La Virgen de la Candelaria es la más popular advocación mariana en América, sembrada por los españoles al llegar a nuestras tierras, junto a la Virgen de Guadalupe.

La primera vez que la virgen se apareció entre nosotros fue en 1606, como un destello sobrenatural ante la perplejidad del Fray Alonso de la Cruz Paredes, que estaba en el convento de la Candelaria en Ráquira. No solo se le apareció, sino que la misma virgen le solicitó que le erigiera un altar en Cartagena de Indias. Cuenta el Fray José David que la primera iglesia fue un bohío de paja, y la construcción del convento tardó siete años. Pero los orígenes de la Virgen de la Candelaria se remontan a los siglos XIV y XV, cuando unos pastores en las Canarias vieron su imagen original convertida en una pintura al óleo en la que aparecen los pastores contemplando a la virgen. Hoy puede verse en la Basílica de Nuestra Señora de La Candelaria en Tenerife (España). Es la patrona de las Islas Canarias, es la patrona de los cartageneros y es la misma Virgen de la Caridad del Cobre para los cubanos, que también la celebran el 2 de febrero, según el calendario litúrgico. Es la Virgen morena, advocación mariana, que evoca a Jesús en el Templo de Jerusalén, luego de su nacimiento y purificación de María.

Imagen de la Virgen en la Plaza de la Proclamación.

Una virgen entre guerras

En uno de los ataques del pirata Francis Drake a su paso por Cartagena, se desbarataron a cañonazos algunos de sus primeros muros erigidos. Muy cerca del convento en construcción había un grupo de nativos liderados por Luis Andrea que tenían entre sus cultos a un chivo. Las autoridades religiosas y militares de la época los persiguieron, apresaron a Luis Andrea (quien murió en una de las celdas de la Inquisición), mientras que el Fray Alonso de la Cruz ungía los ámbitos de la colina y lanzaba desde lo alto el cabrito o chivo adorado. La caída estrepitosa del chivo fue bautizada por los mismos cartageneros como Salto del Cabrón. De ese choque de creencias, cultos y orígenes culturales ha vivido la ciudad desde su génesis. Los agustinos recoletos bautizaron inicialmente el convento con el nombre de Santa Cruz, pero años después descubrieron que el convento está erigido en lo alto de la colina que tiene la forma trasera de un barco gigantesco, y el lugar exacto donde está el convento es la popa de ese barco. De allí el nombre.

Los agustinos recoletos sufrieron los conflictos sociales en el umbral de la Independencia, y el convento fue convertido en cuartel del general Bolívar, quien en una ocasión casi recibe una bala disparada desde el Castillo de San Felipe. El 11 de noviembre de 1815 fue tomada por Pablo Morillo cuando sitió a Cartagena, por mar y tierra. Los agustinos recoletos regresaron al convento en 1961. En este convento hay un Museo Religioso. Para los 450 años de la fundación de Cartagena, el artista Enrique Grau pintó a la Virgen de la Candelaria, que es venerada el 2 de febrero en Cuba, México, Perú, Venezuela, Colombia, Bolivia, entre otros países.

Una virgen en medio de la peste

La salida de la Virgen de la Candelaria del altar del Convento de la Popa es un acontecimiento histórico que coincide con la tragedia sanitaria que vive la ciudad desde 2020 con la peste de coronavirus. Los sacerdotes agustinos recoletos consideran que la ceremonia de bajarla hasta la Catedral es algo más que un ritual litúrgico. Es un llamado a la ciudadanía cartagenera y a sus fieles para recordar a quienes han partido bajo esta pandemia y para desear la sanación de los contagiados. Cartagena sobrepasó más de mil contagiados y en menos de once días ha tenido más de cien muertos.

La Virgen bajó a la ciudad amurallada 200 años después

Imagen de la Virgen en la Catedral de Cartagena.

La virgen asaltada

La Virgen de la Candelaria ha vivido una historia de sobresaltos y asaltos. En Cartagena ni lo sagrado escapa al despojo de los rateros. La corona de oro de la virgen ha sido perseguida por los ladrones. Y a lo largo del siglo XX, un amanecer del 9 de enero de 1911, la virgen despertó sin corona. Y otro amanecer del 7 de febrero de 1943 se robaron a corona de oro del Niño de la Virgen de la Candelaria del Pie de La Popa. El dato digno de una crónica lo aportó el historiador Raúl Porto Cabrales en sus pesquisas de hechos insólitos de nuestra historia. Lo cierto es que la virgen ha estado siempre presente en los acontecimientos cotidianos de los cartageneros, bajo cielos tempestuosos y en tiempos de peste y huracanes como los que hemos vivido.

Epílogo

La Virgen de la Candelaria también va a la celebración religiosa y a sus tradiciones que han crecido junto a ella: la música ancestral de la cumbia, cuyas velas encienden memorias remotas en contrapunto entre lo sagrado y lo pagano. Pero la luz es la constante de la virgen que desciende en hombros. La música y los sabores que también nutren de sentido a la memoria colectiva: el fuego de los bindes y los anafes que doran las masas que han moldeado las manos de nuestras fritangueras. Las manos muy cerca del fuego, la otra luz de la memoria que hoy nos vuelve a convocar, con nuevas liturgias, al pie de la colina y sus alturas.

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