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La historia tras un cáliz y una patena de totumo

En el corregimiento de Pontezuela fabricaron y regalaron a un sacerdote de la iglesia San Pedro Claver, un cáliz y una patena elaborados en totumo para la celebración de la eucaristía.

Era domingo 13 de junio y yo asistía a la misa de las 6 de la tarde en la iglesia San Pedro Claver, en el Centro Histórico, y no fui el único que se sorprendió: el cáliz y la patena que el sacerdote empleaba eran diferentes a los tradicionales, que suelen ser elaborados en plata y oro. Ahora eran de totumo y tanto se nos notó el agrado que el mismo cura anunció al final de la comunión el porqué de aquel cambio.

Un regalo. Fue un regalo auténtico y detrás del cual estaba un grupo de artesanos conformado por diez personas no asociadas y oriundas del corregimiento de Pontezuela, al norte de Cartagena; ellos quisieron agasajar al padre Álvaro Gutiérrez, jesuita del Santuario San Pedro Claver, por su cumpleaños. (Le puede interesar: El santuario San Pedro Claver sobrevive a la crisis)

Para que esas piezas llegaran al altar de la San Pedro Claver, uno de los templos más representativos de la Cartagena vieja, los totumos tuvieron que surtir todo un proceso... “Se extrae la pulpa, se quita la corteza, se lava, se pone a secar; después aplicamos la pintura y se hace la ‘talla’, luego se aplica laca para dar el acabado final”, me explica Miguel Jurado, “artesano por accidente”, como él mismo se denomina. Agrega que el proceso para elaborar una artesanía en totumo se inicia al seleccionar la materia prima, que debe tener las características necesarias para elaborar los artículos.

La historia tras un cáliz y una patena de totumo

Miguel Jurado, artesano.//Foto: Óscar Díaz - El Universal.

Me cuenta también que la técnica utilizada en este obsequio fue la “tallada”, que consiste en labrar sobre la corteza de un totumo la textura de algo representativo y confiesa: “Cuando pensé en hacerle un obsequio al padre Álvaro, lo que menos imaginé fue que ese detalle generara el interés de la comunidad y la prensa. La intención era dar a entender lo importante que es él para nosotros y que la técnica que utilicé lo describe a él por su trabajo. Él es como un ‘tallador’, que, con sus consejos y conocimientos, incide de manera positiva en las comunidades que acompaña”, me comentaba el artesano.

La historia tras un cáliz y una patena de totumo

Loida Bellido González pinta una de las maracas tradicionales elaboradas en Pontezuela, a base de totumo.//Foto: Óscar Díaz - El Universal.

Y es que desde hace varios años la comunidad jesuita realiza un trabajo pastoral en cinco corregimientos sobre la Vía al Mar: Pontezuela, Manzanillo, Punta Canoa, Arroyo de Piedra y Arroyo de las Canoas, todas comunidades afrodescendientes, ligadas a la iglesia San Pedro Claver. El padre Álvaro habla con precisión y nobleza de su trabajo pastoral y de por qué, aunque no es tradicional, decidió usar los implementos de totumo y dejar a un lado los de oro y plata.

“Me parece un agasajo muy significativo, porque acoge los valores y el trabajo de la gente y sus territorios”, decía el padre y sí: Pontezuela se caracteriza por el trabajo artesanal con los totumos, de hecho, las maracas musicales que se ven comúnmente en las manos de los turistas que visitan a la ciudad son fabricadas allí, tal y como destacó el sacerdote. Álvaro conoce mucho del pueblo porque es uno de los presbíteros que celebra la eucaristía en Pontezuela y es el consejero de la comunidad. Según el artesano Jurado, este obsequio se hizo justamente con el objetivo de resaltar el perfil del sacerdote, quien siempre está en favor de los menos favorecidos, pregona los derechos humanos y trabaja con comunidades diferenciales o afrodescendientes. (Le puede interesar: En Pontezuela, Esmeralda espera a quién vender su arte en totumo)

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“Yo empleo para estas celebraciones utensilios de la región, en vez de pensar en cosas de afuera o más sofisticadas, y les doy un toque especial a las ceremonias religiosas”, mencionaba el padre y agregaba: “La orientación de la iglesia va en ese sentido, de servir y servirnos de las comunidades. Pero, dentro de ella, ciertos procesos son lentos. Antiguamente se pensaba que el oro era necesario para Dios, pero Dios encarnó en lo pobre. En vez de un cáliz de oro, utilizo uno a base de totumo”, dijo el padre Álvaro Gutiérrez, destacando el alcance del uso de estos instrumentos y agregando que si alguien le pregunta ¿por qué?, él respondería: “Porque eso es lo que pide el evangelio”, señalando que hace falta una explicación más profunda por parte de la iglesia.

“Para los jesuitas siempre será más importante la gente, en el primer lugar siempre deben ir las personas. Respeto infinito por los seres humanos, esa es la herencia de San Pedro Claver”, concluyó el padre.

Corazones llenos de afecto

El mensaje a las autoridades, cartageneros y turistas, es que miren hacia estas poblaciones que tienen un alto potencial en las artes y distintos oficios de tradición, sin embargo, se encuentran relegadas.

Para los cartageneros que quieran adquirir elementos a base de totumo, el número de los artesanos de Pontezuela es 3103664249.

“Debemos empoderarnos de lo que somos como región, ampliando nuestros saberes y dándolos a conocer”, aseguraba Miguel Jurado, para él, sin duda requieren de una mano amiga que les ayude a dar a conocer sus productos para que tengan el valor que siempre se han merecido.

El padre Álvaro Gutiérrez, por su parte, aseguró que se necesita de corazones llenos de afecto y que no se trata de reservas para la humanidad, sino de reservas de la humanidad, dando importancia a la relación entre los seres humanos y la naturaleza, a partir de las enseñanzas impartidas por el propio San Pedro Claver.

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