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La historia detrás de José Ortega, el multipremiado rey de Arjona

El rey de la piqueria en Arjona muestra su talento mientras vende yuca por las calles del municipio. Su sueño es ganar en Valledupar.

De manera inteligente, yo vo’ a hacerlo sin esfuerzo// se presenta ante esta gente el papá de hacer los versos// se presenta ante esta gente, el papá de hacer los versos// porque el pueblo me querei// hago el verso sin derroche, yo les juro que esta noche me vo’ a coronarme rey”.

El arte de componer surge para José Ignacio Ortega Salas naturalmente. Para él, armar décimas es algo tan espontáneo, sencillo y cotidiano “como tomar un vaso de agua”. Y hace versos de cualquier historia cotidiana: de su casa, del barrio La Estación de Arjona, de las calles que recorre empujando una carretilla o manejando una motocarro. Sin embargo, el arte tan prodigioso y fecundo que lleva en su sangre no es tan bien recompensado. No le da para vivir del todo. Mucho menos en estos tiempos, cuando los festivales de versos, piquerias y canciones, fiestas patronales, cumpleaños y demás, andan suspendidos. Pero él lo hace con todo el empeño del mundo. José es el rey de la piqueria que se ha ganado casi todos los festivales habidos y por haber en Colombia, solo le falta coronarse, algún día, espera que no muy lejano, rey en el Festival de la Leyenda Vallenata. Vive de vender yuca (aunque en su vida también ha vendido cualquier otro producto del campo) por las mañanas y de transportar pasajeros en una motocarro por las tardes, en las polvorosas y calientes calles de su pueblo. A veces sus tronos son esos, aquella carretilla y aquella motocarro, desde donde entona sus canciones. Tiene 48 años. “Nací el 8 de julio de 1973”, me dice.

¿Y de dónde le cayó eso de componer?, le pregunto. “Demostrando mi sombrío, se lo digo de a deberas// aquel talento de Ortega fue heredado de su tío, el talento de Ortega fue heredado de su tío// Por eso es que en el sombrío, lo digo con frases claras, este talento mío lo heredé de Pello Salas”, versea.

Y también responde: “Me fui inclinando por los versos por un hermano de mi mamá, Pedro Salas llamarse él, era decimero. Cuando aquí, en Arjona, comenzaron los festivales, comencé en eso. Tenía yo de 24 a 25 años”. Y el primer festival al que acudió, sin querer, fue preciso en su tierra. “Yo no iba a participar, era un encuentro de compositores y piqueria. Los compañeros ya me habían visto actuando en parrandas. Fui de espectador, pero cuando me di cuenta, enseguida me llamaron a la tarima, subí por primera vez”, detalla. Fue tanto su talento que, en aquella ocasión ocupó el tercer lugar y fue nombrado verseador revelación. Desde entonces sus participaciones en festivales y sus triunfos no paran. Comenzó una carrera que lo ha llevado por innumerables lugares de la geografía colombiana, a cantar en Turbaco, en Arenal, Malagana, Bayunca, Santa Rosa, Villanueva, Turbana, Turbana, El Carmen de Bolívar; en Córdoba, Sucre, Antioquia, Atlántico, Boyacá y muchos otros lugares. “En Valledupar, he estado en la semifinal cinco veces y en la final dos veces y no he podido ocupar ni primer, ni segundo, ni tercero, pero siempre estoy ahí, en la pelea. He ido 14 veces a Valledupar. En Cartagena, he ganado en festivales que hacen en El Socorro, San Fernando y en otros barrios”.

Recuerda que en Canalete, Córdoba, cuando solo asistía a acompañar a otro decimero, terminó participando y coronado como rey en un festival. “Fui a acompañar a Fredy Ávila, que es invidente. Pero cuando llegamos, faltaban concursantes, si no había ocho participantes no se hacía la piqueria, así que, bueno, también me inscribí; fuimos lo mejor que tuvo la primera ronda. Y me llamaron a la final. Yo fui a acompañar a Fredy, que era el que iba a ganar, y me he pegado yo un verseo en ese Canalete, que me cargaron y me gané el festival sin ser invitado, sin ir a concursar”, recuerda.

“Lo mismo que una vez también fui a la Universidad Santa Rosa de Lima de Montería, donde hacen un festival. Yo no alcancé a inscribirme en piqueria profesional, pero sí lo hice en aficionados porque había otros de más experiencia que yo en esa categoría. Me tocó pelear la final y gané. Esas son cosas que uno siempre las lleva pendiente. Como hay cosas también que cuando uno llega ya encuentra el festival amarrado, pero a medida que va pasando el festival uno lo va desamarrando, termina ganando uno. Esas son las moralejas que le deja a uno esto”, detalla.

“Cuando todo estaba normal -sin pandemia- casi todos los fines de semana había festival en algún lugar de Colombia. Y tuve una racha, cuando los pelaos míos estaban chiquitos, que yo iba a todo y ganaba (...) la música significa todo para mí”, dice.

Los tiempos de pandemia

“Demostrándolo en mi imagen, de una manera genial// presento a este personaje en su lindo Universal, presento a este personaje en su lindo Universal”, canta. Y me cuenta que, al principio de la pandemia se ‘guardó’ 18 días, hasta que no pudo más y salió a trabajar a “la calle porque después ¿de qué comía?”.

Y porque también, afirma, siempre ha sido un trabajador incansable. “Yo soy un hombre que desde chiquito he sabido luchar (...) vendía bollos, yuca, ñame, plátano, y ayudaba a mi papá con labores del campo (...) un solo arte no es el que me va a poner monótono. Y yo sé cómo rebuscarme, ahora vendo mi yuca, tipo 9, 10 de la mañana. Antes de la pandemia había comenzado a manejar motocarro, así que en las tardes manejo motocarro”, narra.

“Con sentimiento profundo, lo digo con intención, la pandemia es reflexión del orgullo de este mundo”, canta sobre la pandemia, un tema sobre el que todavía no ha compuesto nada, porque le guarda mucho respeto.

“A mí me tocó defenderme -continúa-. Yo soy el hijo mayor de la tercera familia de mi papá, entonces me tocó defenderme, para sacar a mis cinco hermanas menores adelante. Al principio a mi papá no le gustaba que yo anduviese en esto, pero cuando ya comenzamos a salir, cuando comencé a ganar (dinero), ya él mismo preguntaba qué había por ahí”.

Una corona esquiva

A José le gusta escribir versos sobre los pueblos a donde va, investiga historias y compone. “Yo soy más bien costumbrista, soy del que le compone a los pueblos. Llego a un lugar, pregunto por los personajes y armo una película como si fuera de ahí. La composición para mí es como coger una carretilla y empujarla”, detalla. Sin embargo, desde que comenzaron las restricciones por el coronavirus, no ha habido mucho trabajo cantando en los pueblos. “Bueno, como te digo, a mí la música me ha ayudaba mucho, me aliviaba (económicamente). Lo hacía en conjunto con mi negocio. Hace como un mes fue que hicimos un toque en Tiquisio, sur de Bolívar, en un cumpleaños (...) El año pasado, para cuando estaba la pandemia en su apogeo, Icultur se acordó de nosotros, dieron tres bonos para mercados”, comenta.

Su talento es reconocido en Arjona, donde sus clientes cantan a la par de él, cuando llega a vender yuca o cualquier otro producto. También es reconocido en Las Piedras, corregimiento de Arenal, de donde era su tío Pello. “Están muy orgullosos conmigo en el corregimiento de Las Piedras. Dicen que tío Pello ha retoñado en este hombre”, añade.

“Soy el rey de las piquerias, pa’ que entiendan las personas// soy orgullo de Las Piedras y también orgullo de Arjona”, entona. Y confiesa que su anhelo es llevar más alegría a su gente. “Sueño con ser Rey Vallenato, para darle ese orgullo a mi Arjona que siempre me ha apoyado. Ese sueño lo tengo yo hasta el día que ya me retire. Sigo persistiendo en eso”, finaliza el heredero de Pello, //que va por las calles de Arjona repartiendo su talento// que va por las calles de Arjona, repartiendo su talento.

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