Es poco lo que sabemos de la vida de Christopher Marlowe (26 de febrero de 1564 – 30 de mayo de 1593). Nació en Canterbury y era hijo de John Marlowe, zapatero, y de Katherine Arthur. Asistió a la King’s School a los 14 años gracias a una beca y, más tarde, a la Corpus Christi College en Cambridge, donde se graduó y aprendió latín.
Se dice que fue un espía para su gobierno, se le acusó de ser ateo (posición criminalizada por la monarquía inglesa), luego fue arrestado y puesto bajo observancia un 18 de mayo. A pesar de esa vida turbia, la causa de su muerte parece haber sido un evento mundanal: tras una disputa por una cuenta en una taberna, alguien lo mató apuñalándolo en un ojo. Lea aquí: Relatos sobre señoras dormidas
No sabemos cómo se veía realmente y no estamos seguros de que el retrato descubierto en el Corpus Christi College, y que hoy aparece en casi todas las cubiertas de su obra, sí lo represente.
Un vistazo a la obra
Marlowe es recordado por haber sido un dramaturgo y poeta, colaborador de compañías teatrales como Admiral’s Men y Lord Strange’s Men. Él popularizó el verso blanco (sin rima, pero de metro fijo) y poseía un estilo ostentoso y rimbombante. Con todo, utilizaba un lenguaje más sencillo que su contemporáneo más famoso, William Shakespeare, y sus obras son cortas y fáciles de leer.
Sus protagonistas son anti-héroes y villanos que desean acumular poder a como dé lugar. Al final el statu quo siempre regresa para su ruina y los convierte en ejemplos del refrán que dice “el que mucho abarca poco aprieta”. Los trabajos más notables de Marlowe fueron:
• Dido, reina de Cartago (1585-1587): escrita (posiblemente) junto con Thomas Nashe, es un recuento de los primeros libros de la Eneida, que narran el romance entre Eneas y la reina Dido, quien se suicida luego de que el guerrero troyano la abandona por orden de los dioses. Es un texto corto, cómico y de tono cínico que parodia las convenciones de las epopeyas grecorromanas. Lea además: La ópera a su alcance o “Son telenovelas cantadas”
• Tamerlán el grande, Partes 1 y 2 (1587-1588): las obras que catapultaron a Marlowe a la fama. Fue aquí donde consolidó la retórica que acabaría por caracterizar a muchas otras piezas isabelinas:
TAMERLÁN
Observen mi espada, ¿qué ven en la punta?
PRIMERA VIRGEN
Nada, sino al miedo y al acero fatal, mi señor.
TAMERLÁN
Entonces sus temerosas mentes están turbias y nubladas,
Pues ahí se sienta la Muerte; ahí se sienta la imperiosa Muerte,
Cuidando su potestad sobre el cortante filo,
Mas me place decirles que no la verán ahí;
Ahora está sentada sobre las lanzas de mis jinetes
Y es sobre sus puntas donde come su cuerpo descarnado.
Téqueles, ordena en seguida a algunos de ellos
Arremeter contra estas damas y preséntalas a mi sirvienta, la Muerte,
Sentada y revestida de escarlata sobre sus prestas lanzas.
Están basadas, muy libremente, en la vida del conquistador turco-móngol Tamerlán o Timur, representado como un pastor ambicioso que se convierte en un conquistador cruel, despiadado y prácticamente invencible. Al final, tras mucho llanto y destrucción, él se atreve a desafiar a Dios y cae enfermo inmediatamente, convirtiéndose así en el primer ambicioso fallido de Marlowe.
• El judío de Malta (1589-1590): basada en hechos históricos. En esta obra, el gobierno cristiano de la isla de Malta confisca injustamente los bienes de la población judía para pagar los tributos que le debe a los conquistadores turco-musulmanes. El protagonista es Barrabás, un comerciante rico a quien le arrebatan toda su fortuna cuando se atreve a denunciar la hipocresía del gobernador de la isla, Ferneze.
BARRABÁS
¿Así que invocas a las sagradas escrituras para justificar tus atropellos?
No me quites mis pertenencias con sermones.
Algunos judíos son malvados, como todos los cristianos lo son,
Pero supongamos que toda la tribu de la que desciendo
Fuera rechazada por pecaminosa,
¿Debería yo ser juzgado por su transgresión?
En respuesta, decide vengarse matando a todos los que se le opongan e incluso se propone adueñarse de Malta.
La obra es una sátira que adopta una postura crítica frente al poder de las religiones abrahámicas. Sin embargo, también es un texto lleno de lugares comunes antisemitas. Lea también: Relatos sobre señoras dormidas (Parte 2)
• La tragedia del Doctor Fausto (1588-1592): basada en una leyenda medieval. Fausto es un hombre brillante y reconocido que ha llegado a dominar todas las ciencias de su tiempo, pero se siente insatisfecho, porque sus conocimientos no le han traído riqueza, poder y placer sin límites. Se dedica al estudio de la magia y es así como vende la salvación de su alma a cambio de 24 años como hechicero, con el demonio Mefistófeles como sirviente.
Fausto usa su magia para cosas pueriles; se conforma con viajar, dar fiestas y jugarle bromas a mandatarios como el papa. Pronto descubre que los placeres de la tierra son finitos y no muy variados, que él ya había resuelto las pocas dudas científicas que le quedaban y que hacer lo que desee sin dificultad alguna lo deja igual de aburrido.
Mefistófeles le había advertido que no era un trato que valiera la pena y que incluso los demonios, los ángeles caídos, lloran eternamente:
MEFISTÓFELES
¿Crees tú que yo, que vi el rostro de Dios
Y probé los eternos deleites del cielo,
No me siento atormentado por diez mil infiernos
Al saberme despojado de la dicha infinita?
¡Ah, Fausto, abandona estas frívolas peticiones
Que llenan de terror a mi alma desfallecida!
Aunque el mago es vacilante y trata de arrepentirse, su propia obstinación y las amenazas de Lucifer lo llevan a persistir en esos vanos divertimentos. En la última escena, ocurre lo inevitable: el sabio que todo lo tenía es arrastrado al infierno luego de 24 disolutos años.
• Edward II (1592): una representación libre de los hechos que llevaron a la caída del rey Edward II de Inglaterra. En esta versión, los nobles se rebelan contra el mandatario por todas las atenciones que él le provee a su favorito y amante, Piers Gaveston, quien no es de ascendencia noble y, en opinión de ellos, acapara demasiado la atención del monarca en tiempos de guerra.
El conflicto no es solo político, sino también intrafamiliar. La reina (Isabel de Francia) hace parte de la conspiración a pesar de que aún está enamorada de Edward, el hermano del rey (Edmund, conde de Kent) vacila entre apoyarlo y oponerlo, mientras que el príncipe (Edward III) empieza siendo un niño sin influencia hasta que decide interceder para tratar de salvar a su padre.
Igual de notable es el personaje de Roger Mortimer de Wingmore, el maquiavélico amante de la reina. Sus últimas palabras resumen el destino común de todos los ambiciosos marlovianos:
MORTIMER
Miserable diosa Fortuna, ahora sé que en tu rueda. Hay un punto desde el cual se precipitan los hombres
Cuando a él aspiran: ya llegué a ese punto,
Y puesto que no hay por dónde seguir subiendo,
¿por qué debería lamentarme de mi descenso? Lea también: La verdad tras la obra y vida de William Shakespeare