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Halloween, la otra cara

¿Qué hay de malo en pedir dulces disfrazada de bruja? ¿Por qué se festeja Halloween? ¿Dónde nació y para qué?

Cierto día, llegó a mi celular un video, el documental “La otra cara de Halloween”. La protagonista: una exsacerdotiza satánica que explicaba por qué el 31 de octubre es un día especialmente bueno para el mal.

“El 31 de octubre se celebra una de las fiestas más grande dedicadas a satanás, en donde indescriptibles sacrificios humanos se llevan a cabo; buscábamos niños y jóvenes vírgenes. Estas últimas son sacrificadas de forma alarmante. Se les cortan las manos en vida y después son abusadas sexualmente”, decía. Fuerte.

Ella pertenecía a una secta en San Francisco, California, y confesó: “En la víspera de Halloween maté a un líder espiritual cristiano en un ritual satánico”. Pero eso no es lo más cruel. “La decisión más dura fue la de sacrificar a mi marido por lo que me metieron a la cárcel”, expresa. En el penal conoció de la Biblia, se convirtió en cristiana y salió a los veinte meses.

Según expresó Michel, durante el 31 de octubre los satánicos están en ayuno y oración para hacerle daño y afectar a los que celebran esa fiesta, pero la gente no suele verlo así por su falta de conocimiento.

Y entonces me pregunté...¿sabe la gente qué celebra el 31 de octubre, más allá de disfrazarse de brujos o héroes? Responden un sacerdote católico, un pastor evangélico y un sociólogo.

La respuesta

Los expertos dicen que no hay un origen unificado en cuanto al Halloween.

Lo que se sabe es que dos de las más conocidas historias de donde procede están en Roma y en los pueblos celtas (Irlanda, Escocia, Norte de Francia).

Jorge Forero, ministro de culto, explica que los romanos tenían una fiesta donde ofrecían sacrificios a los muertos para que descansaran en paz.

Hacían plegarias a los dioses que honraban en un festejo al que llamaron Feralia.

Alfonso López, en su libro El mundo romano y la muerte, afirma que a la festividad se le asocia con cualquier clase de purificaciones y lustraciones rituales, en las que jugueteaba religión, superstición y brujería. La Feralia era el último día de Las Parentalias, que iban del 13 al 21 de febrero, días en que los templos se cerraban y estaba prohibido celebrar bodas; aquí lo importante era los muertos, ante cuyas tumbas se vertían vino puro, agua, miel, leche y ofrendas florales (rosarias).

Mejor dicho, los romanos se inventaban un rumbón para encontrarse con sus muertos y hacían un festival funerario con el espíritu del que ya no estaba.

En cuanto a los Celtas, cuenta Forero, el del párrafo dos, también tenían una fiesta terminando octubre para celebrar el fin del verano, ese era el final de la etapa fértil de la tierra y el comienzo de la época en la que la tierra no produce y las cosechas se pierden por el frío.

“En esta fiesta el 31 de octubre, las brujas aparecían. Algunos druidas, sacerdotes de la religión celta, tenían facultades de adivinación y clarividencia. En sus conmemoraciones se perdía la línea entre los muertos y los vivos y toda la superstición quedaba en el aire, no había una clara diferenciación entre vida y muerte”, explica Forero. Entre sus rituales estaba llevar dulces a los espíritus y se ponía máscaras que tenían las formas de sus dioses para cubrirse.

Por un lado, los romanos presentaban sacrificios a los dioses y muertos; y por el otro, los celtas, para ahuyentar a los espíritus ponían dulcecitos o comida en las puertas de su casa.

Una herencia pagana
Forero agrega que cuando el catolicismo comienza a meterse entre las culturas europeas, trató de acabar con estas prácticas que ellos mismos denominaron paganas, pero no pudieron, de modo que adaptaron la festividad a su creencia.

“Los irlandeses que heredaron las tradiciones celtas combinada con los católicos, trajeron esa creencia a Norte América y por eso se celebra hasta hoy.

La fiesta llamada Halloween es una contracción de All Hallows’ Eve que significa Víspera de Todos los Santos”, describe.

Los colombianos somos expertos imitando a otros. Bien los dice el padre Eder Arrieta, Halloween no es una fiesta propia.

“Nos hemos dedicado a conmemorar fiestas de otras culturas dejando relegada las nuestras. Por ejemplo, la tradición de Ángeles Somos se oye menos que Halloween, una fiesta para los muertos y el creyente no debe celebrarla”, expresa con clara firmeza.

Epílogo
Jair Vega, sociólogo, argumenta que la globalización de los medios de comunicación contribuye a que se selle en el imaginario de la gente una creencia que no es suya. El Halloween entra a Latinoamérica con el cine y la televisión lo afianza. “Este es un claro ejemplo de transculturación, donde se da un proceso gradual por el que una cultura adopta rasgos de otra, hasta culminar en una aculturación o apropiación de sus creencias”, declara Vega.  

El ciudadano Omar Arellano lo mira desde la cultura: “No estoy de acuerdo con una actividad extranjera. Desafortunadamente los colombianos somos así, queremos más la cultura extranjera que nuestras propias raíces”, mientras que Belinda Figueroa argumenta que “desde que llegaron los españoles hace más de 500 años nada en nuestras tierras es auténtico indígena, así que la cultura es dinámica”.

La fiesta es de ellos, no nuestra. La de nosotros es el Tintililillo o Ángeles somos, pero es usted, señor(a) lector, quien decide o no festejarla.

Espere el próximo domingo la crónica de la fiesta Heroica, de Ángeles Somos. 

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