Que el diseño arquitectónico y la naturaleza confluyan es el objetivo del trabajo de la arquitecta Esperanza Caro, profesora asociada de la Universidad Nacional de Colombia.
La bogotana fue exaltada por el embajador de Japón en Colombia, Takasugi Masahiro, quien le hizo entrega de la Condecoración Imperial “La Orden del Sol Naciente, Rayos Dorados con Roseta”, otorgada por su majestad, el emperador del Japón, en honor a su valiosa contribución a la promoción del mutuo entendimiento entre ambos países. También por su labor académica para difundir los principios de diseño ambiental y la introducción de la filosofía de “convivencia con la naturaleza”, un aspecto fundamental en la arquitectura japonesa.
La doctora Esperanza había tenido contacto con diseño y arquitectura sostenible en Colombia, pero ese tema la llevó a buscar en dónde podía desarrollar mejor el diseño sostenible como tal y por eso encontró a Japón, así que decidió ir a estudiar y trabajar allí. En Colombia, la arquitecta de la Universidad de Los Andes empezó a trabajar con el Centro Experimental Las Gaviotas en el Vichada, en los Llanos Orientales.
Desde allí conoció a personas de Japón que se interesaron por ese centro La Gaviotas a través de donaciones y desarrollos tecnológicos. “Conocí su forma de hacer las cosas. La arquitectura japonesa es interesante y, como teníamos contacto con ellos, también conocí esa parte de la exactitud y pulcritud con la que se hacen las cosas allá”, refiere.
¿Qué es lo más fascinante de la arquitectura japonesa y cómo adaptarlo a Colombia?
- Antes de ir a Japón había participado y hecho un proyecto en los Llanos donde ya había un concepto de arquitectura tropical. Cuando ya me fui a Japón, en el proyecto de Las Gaviotas empecé a trabajar fuerte con la naturaleza, con la energía del sol, el viento, el territorio, todo eso para la construcción del hospital. Al ir a Japón estudié Medio Ambiente Térmico o la termodinámica del medio ambiente. Participé en una investigación, pero mi proyecto fue buscando la génesis de esa arquitectura tradicional japonesa. Y allí fue que entendí conceptos ancestrales que hoy en día en Japón se pueden ver. En Las Gaviotas se hablaba mucho de la tropicalidad, tratando de explicar que no era necesario que el desarrollo nuestro fuera siempre traído, emulado o importado de los países desarrollados. Nosotros tenemos la semilla de la arquitectura sostenible, eso está aquí, en Colombia. Lo que les digo a mis colegas colombianos es que podamos hacerlo mejor, aprovechar, buscar nuestra semilla, dejar de tratar de ser como los demás. Transformación del pensamiento.
¿Cómo hacerlo?
- Disfrutar de la comida tradicional colombiana, valorar las cosas pequeñas, hasta lo más grande que sería tomar decisiones de toda clase que permitan reencontrar nuestra semilla.
¿Cómo acercarnos a esa semilla si somos el resultado de la mezcla de culturas?
- Entender la diversidad de nuestro territorio, empezar por ahí. Nosotros no tenemos el mismo clima, hay diversidad y eso incluye nuestro desarrollo histórico y la presencia de la arquitectura española. Precisamente en la modernidad hemos ‘pecado’ por darle la espalda a esa diversidad. Hay edificios modernos que se parecen, cuando son climas y personas diferentes.
¿Qué hace a un material sostenible?
- Geometría, la forma del territorio, condiciones geológicas, la forma en que el agua riega a nuestro país. Cojamos lo que sabemos de nuestro territorio y entendamos bien lo que es poner un edificio en el mundo y ponerlo en Colombia. Es rico hacer un cambio. Un material es sostenible por varios aspectos. En el término del ciclo de vida, cuando yo hago un edificio hay un ciclo... para pensar dónde hacerlo, con qué material A B o C. Qué implica la extracción o el cultivo o la industrialización de esas tres opciones y tender a usar el material que menor costo energético genere. Desde cuando lo recojo, lo proceso, lo transporto, le hago todo su proceso... o cuando está en uso. Hasta cuánto dura y qué pasará, cómo transformarlo cuando eso pase.
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Diez años estuvo en el Japón la doctora Caro por sus estudios de maestría y doctorado en arquitectura en la Universidad de Kyushu, Fukuoka, bajo el programa de becas MEXT del gobierno del Japón. Allá apoyó el diseño y la construcción de instalaciones escultóricas como jefe de diseño en una oficina de diseño arquitectónico. Actualmente está vinculada a la facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia como docente e investigadora. Además, fue arquitecta de la primera etapa del Colegio Hacienda Los Alcaparros y profesora de LandArt en esta misma institución.
“A este país (Colombia) tengo mucho que entregarle”, finaliza Esperanza.