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Dos jovencitas empresarias quieren ser “Tu Parche” firme

Con sus micheladas, María Mónica Agresot Pérez y Laura Mejía Charrys, crearon este año un refrescante emprendimiento que no le tuvo miedo a la pandemia.

Suben la loma, antes de llegar al hogar de María Mónica, motos llevando unas neveritas especiales para conservar bebidas. Van y vienen desde la mañana hasta pasadas las nueve de la noche. Laura también está en casa; se turnan para atender los pedidos, que, por gracia de Dios, no se detienen en esta pandemia.

En La Victoria vive gente humilde y trabajadora, por eso cuando empezó la idea de estas jóvenes sintieron un inmenso orgullo.

Laura Mejía tiene 21 años y María Mónica Agresot, 23. Ellas crearon Tu parche Cartagena, una microempresa que quiere revolucionar la manera de tomar micheladas y que, gracias a sus llamativos diseños, ha captado la atención de miles en nuestra ciudad. En sus redes sociales, con más de 11.000 seguidores, demuestran que ningún sueño es pequeño porque se cultiva paso a pasito.

“El negocio como tal empezó desde enero, pero meses antes ya nosotros habíamos estado haciendo estudios de mercadeo para tener idea de lo que los posibles clientes querían, las edades, las preferencias y todo el cuento. Y también empezamos a cotizar los implementos y demás”, cuenta María Mónica.

Incluso tenían “pisado” el local desde donde se imaginaban que amigos y familias compartirían sus sodas micheladas (por eso se llama Tu parche), pero llegó la pandemia.

“Fue algo que no nos esperábamos. Queríamos ambientar un espacio para que la gente disfrutara con su familia... pero no nos podíamos quedar varadas. Teníamos que continuar”, cuenta Laura, que es la más callada de las dos.

Empezaron a idear la manera de hacer mejor las cosas, de preparar, de hacer domicilios. Incluso pensaron en hacer la bebida personalizada en casa del cliente. Contrataron un bartender y se capacitaron en coctelería; iban aprendiendo en el camino.

De esas anécdotas del principio, recuerdan cuando Laura se cayó de su moto al llevar un pedido, debido a que entonces no tenían los implementos idóneos para transportar y porque velaba con demasiado cuidado intentando que la bebida que habían terminado de preparar llegara perfecta a su destino.

- ¡La soda, la soda! -decía Laura mientras la ayudaban a pararse.

Dos emprendedoras se unen

María Mónica afirma que desde niña le gustó negociar, en primaria vendía mamón. “Una vez los pelaos le tiraron una pepa en la cabeza al profesor y desde ahí todos supieron que yo vendía en el aula”, recuerda entre risas. Sí, tuvo problemas.

Vendía dulces y ensaladas de frutas... hasta los profesores le compraban. Dice que siempre ha vendido lo que sea, con la fe de que le irá bien. “Soy muy positiva y siempre tuve el apoyo de mi mamá. Nunca me ha dado miedo emprender, si me va bien, me va bien, si no...”.

Empezaron Tu parche con apenas cinco millones de pesos y se idearon una forma de conseguir que los vieran en redes.

“Tú sabes que ahora todo es redes, así que seleccionamos a personas que tuvieran muchos seguidores y les regalamos el producto. Se los llevábamos a su casa, un combo. A partir de allí empezaron a seguirnos muchas personas, y la gente estaba contenta por ver algo nuevo y diferente”, continúa María.

“¿Sabes?, la pandemia nos ha dado tiempo de prepararnos, de saber si en realidad este es nuestro plan de vida”, dice, y es que ella dejó su trabajo para meterse de lleno a su negocio.

Ahora puede manejar su tiempo y trabajar duro para poder cumplir algún día su sueño: comprarle una casa a su madre, Rosiris, y dejar de vivir en arriendo.

“Al comenzar con esto tuvimos muy buenos comentarios y tuvimos comentarios negativos, pero todo lo tomo para mejorar porque así sabemos qué es lo que quiere la gente. Me ha afectado el hecho de que, después que iniciamos, muchos empezaron a hacer lo mismo, pero esperamos que prueben las de nosotras y así sabrán quiénes son los mejores”, ríe. Su mamá, Rosiris, solo les dice que no se desanimen.

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Laura es estudiante de Adminstración de Negocios,

“Desde pequeña también me ha gustado el negocio, así que, cuando tenía una idea, le comentaba a mis padres y ellos me apoyaban en lo que podían. Después de unos años, conocí a mi gran amiga María Mónica y empezamos a hacer cosas juntas. Cuando empezamos con nuestro emprendimiento, había días que nos sentíamos agotadas, pero sentíamos también que estábamos construyendo algo en nuestras vidas. Uno ve a personas negativas que dicen ‘¿Qué les va a ir bien con eso?’, pero eso no es impendimento para trabajar nuestro sueño”, piensa.

Uno de los grandes apoyos para Laura fue su padre, Juan Carlos, quien lamentablemente falleció hace unos meses. Llorando, Laura recuerda cómo él le dijo: “Lau, no le vayas a pagar a nadie más, imprímeme el diseño de lo que quieras y yo te hago lo que me digas, mesa, sillas””

Así que, “en caso de que mi Dios no quiera y esto no se dé, lo que construyó mi papá va a ser algo simbólico siempre, para mi casa, nunca me voy a deshacer de eso”, agradece a su papá.

Ella se enorgullece en demostrar que sus padres criaron a una joven con sueños.

“Por eso quiero invitar a las personas que tengan ideas de negocios y no cuentan con los recursos a que se animen, que cuando uno quiere las cosas, uno las lucha. Creo que no solo es gozar la juventud, la juventud también es para proyectarse”, cree esta joven, de 21 años.

Un parche con bastante futuro

Soda, cerveza, frutas y muchos colores son los protagonistas del producto de estas chicas.

“Cuando empezamos nos preguntaban: ‘¿Qué es eso tan bonito?’”, cuenta María Mónica. “Así que yo siempre me pongo en el zapato de quien lo va a recibir, qué le gustaría... Tiene que ser bueno. Somos cuidadosos de que... de pronto el torombolo no se le caiga, estamos pendientes (ríe). Y a los domiciliarios les decimos que sean amables. Que sonrían. Todo lo hacemos con amor y bien hecho”.

Laura y María Mónica tienen sus habilidades particulares, así que trabajan para delegarse funciones, que la publicidad, la compra de frutas, las promociones... Tratan de trabajar duro para acoplarse bien y recorrer juntas este camino que puede llevarlas hacia un gran horizonte.

Tratan de respetar las medidas de bioseguridad que se les exigen y esperan que cada una de sus creaciones no solo llame la atención, sino que guste. Su sueño es tener una franquicia y, con el tiempo, ver Tu parche en muchas ciudades de Colombia, de la mano de Dios.

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