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Byung-Chul Han, el filósofo coreano

El filósofo y escritor coreano Byung-Chul Han posa para una fotografía.
El filósofo y escritor coreano Byung-Chul Han.//Foto: cortesía.

El filósofo Byung-Chul Han, el más grande pensador coreano, autor del libro ‘No cosas’ (Taurus, 2021), fue una de las revelaciones de FILBO 2022.

08/05/2022 - 12:00 AM
GUSTAVO TATIS GUERRA
GUSTAVO TATIS GUERRA
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Los filósofos descifran cada momento que vive la humanidad. Byung-Chul Han (Seúl, Corea del Sur, 1959) es considerado uno de los más grandes pensadores y filósofos más leídos en el mundo. Es profesor de Filosofía y Estudios Culturales en la Universidad de las Artes de Berlín. Tiene una visión original sobre la sociedad contemporánea que ha desarrollado en quince libros, de los cuales, ‘No-cosas (Quiebras del mundo de hoy)’, publicado por Random House (2021), fue una de las revelaciones editoriales de la reciente Feria del Libro de Bogotá 2022, cuyo país invitado era Corea. En sus 139 páginas, Byung-Chul Han plantea y sustenta con ideas singulares que el mundo de hoy se vacía “sin cesar y al final desaparece. El mundo se vacía de cosas y se llena de una información tan inquietante como esas voces sin cuerpo. La digitalización desmaterializa el mundo y lo descorporeiza. También suprime los recuerdos. En lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos”. Le puede interesar: Publican Lo Amador de Roberto Burgos Cantor en Italia

Esa vertiginosa y delirante existencia virtual de la humanidad, abrumada de datos incesantes donde los dedos están atados a un smartphone, desvirtúa los acontecimientos y se alimenta de las sorpresas efímeras. Esa voracidad de los estímulos requiere de más estímulos, y en esa travesía insomne y demencial “los cazadores de información nos volvemos ciegos para las cosas silenciosas, discretas, incluidas las habituales, las menudas o las comunes, que no nos estimulan, pero nos anclan en el ser”.

Me detengo aquí ante esa reflexión del filósofo coreano: la peste que puso en jaque mate a la humanidad nos llevó en el confinamiento forzado a redescubrir lo minúsculo, discreto, bello y silencioso de la vida de cara con la muerte. Nunca teníamos tiempo para nada, ni para estar con los seres amados, ni para contemplar un crepúsculo en el mar, ni para cuidar un jardín o sentarnos en una banca del parque, porque todo el tiempo estábamos trabajando, produciendo o sobreviviendo, es lo que me han confesado incontables amigos y amigas.

Las cosas queridas, los rituales de la vida y el mágico poder del corazón son raros y amenazados en nuestro tiempo”,

Byung-Chul Han.

Deja claro el filósofo que todo lo que estabiliza la vida requiere de tiempo, al igual que el conocimiento, la felicidad, la fidelidad o el compromiso requieren de tiempo. “Lo que está amenazado en este mundo de hoy es ese tiempo esencial de la vida. Lo que requiere de tiempo está en trance de desaparecer”.

Allí el filósofo nos recuerda que “la contemplación detenida de las cosas, la atención sin intención, que sería la fórmula de la felicidad, retrocede ante la caza de la información”. Cada vez estamos más comunicados, pero, paradójicamente, no nos encontramos con el otro, no formamos una comunidad. La inteligencia artificial codifica todo, cosas y seres humanos. Las cosas y los objetos manipulando a los seres. La mano que fue clave en el desarrollo humano, hoy está limitada a la yema de los dedos en un aparato con inteligencia artificial.

El hombre creador de inteligencias artificiales cayó en la trampa de robotizarse y de diseñar robots que parecen emocionarse ante las perplejidades humanas. Cada época ha delineado su propia manera de concebir la libertad. En la antigüedad, dice Byung-Chul Han, la libertad significaba ser libre, no ser esclavo. En la modernidad, la libertad “se interioriza como autonomía del sujeto. Es la libertad de acción”. Hoy, la libertad de acción está reducida “a la libertad de elección y de consumo”.

La libertad de deslizar las yemas de los dedos sobre el celular es una ilusión, dice el filósofo. Ese humano o Phono Sapiens que juega y disfruta, “ese humano jugador, manualmente inactivo, del futuro representa el final de la historia”.

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Rostro detrás de las selfis

El rostro humano de nuestro tiempo se reduce a una selfi, que es a su vez, reino de no-cosa, información del instante que se evapora, y las selfis no se hacen para conservarlas o guardarlas, no están concebidas para la memoria sino para la actualidad. El filósofo descubre que no hay selfis silenciosas, todas son ruidosas, repetitivas, despojadas del aura de la fotografía que capta un rostro, una expresión o un momento supremo.

En la selfi los rostros parecen máscaras, las expresiones son estandarizadas, y con las selfis se anuncia “la desaparición de la persona cargada de destino e historia. Expresa la forma de vida que se entrega lúdicamente”. No hay duelo en una selfi. Tanto “la muerte y la fugacidad les son del todo ajenas”. Los retratos que se hacen con la cámara fotográfica buscan “expresar a la persona”, ante esa cámara la imagen que se intenta reflejar es la que está muy cerca de la imagen interior. El retratado se vuelve hacia adentro. En una selfi no hay un testimonio de ese ser. Solo se conoce una vez, como las llamadas automáticas que se borran.

En los retratos fotográficos el sentido de lo perdurable es opuesto a la fugacidad de la selfi.

Una imagen desde la ventana

Desde la ventana de la habitación del hotel donde me hospedé para ir a la Feria del Libro de Bogotá, en la calle 39 con 25, a unos pasos de Corferias, contemplaba las enormes filas de visitantes a la feria: niños, jóvenes, adultos, atraídos por el espejismo o la ilusión de tocar los libros o abrazar a alguien, de vuelta a la ansiosa e imperiosa necesidad del encuentro humano después de dos años de pandemia. Detrás de la ventana descubrí los espléndidos carboncillos diluidos por la lluvia en el cerro de Monserrate, el silencio azulado de los cerros al atardecer y las voces quebradas del mundo en el vertiginoso tránsito de Bogotá, donde todo es lejano y distante. El libro del filósofo coreano me esperaba, gracias a la sugerencia de mi amiga Cecilia Delgado, quien me lo recomendó. El filósofo recordó a Exúpery en una sentencia en labios de ‘El Principito’: “Es el tiempo que has perdido con tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante”.

Las cosas queridas, los rituales de la vida y el mágico poder del corazón son raros y amenazados en nuestro tiempo. Me resisto a creer que ya no tienen espacio en este mundo.

Una de las reflexiones más inquietantes sobre el silencio nos las revela Byung-Chul Han al señalar que “lo sagrado está ligado al silencio. En una humanidad globalizada y abrumada de información, el silencio es lo más raro y extraño, porque estamos saturados de ruidosa basura digital, de un tsunami de información que impide reconciliarnos con el silencio”, y en ese torbellino delirante “hemos anulado toda trascendencia, todo orden vertical que reclame silencio”. Lea también: La última visita a Germán Arciniegas

Silencio
Una de las reflexiones más inquietantes sobre el silencio nos las revela Byung-Chul Han al señalar que “lo sagrado está ligado al silencio. En una humanidad globalizada y abrumada de información, el silencio es lo más raro y extraño, porque estamos saturados de ruidosa basura digital, de un tsunami de información que impide reconciliarnos con el silencio”, y en ese torbellino delirante “hemos anulado toda trascendencia, todo orden vertical que reclame silencio”.


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