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Byron López, memorias de un empresario apasionado por las artes

Falleció el empresario, periodista y amante de las artes Byron López Salazar, oriundo de la Perla del Otún, protagonista de la vida empresarial, social y cultural de la Bogotá de los años setenta y ochenta del siglo pasado.

Era un apasionado por las artes, benefactor y mecenas de artistas. De una inteligencia múltiple, sensibilidad por las ideas y por el sentido de la belleza y la igualdad social, gran lector y conversador, generoso y prudente, fue el mejor estudiante del Colegio La Salle en Pereira, y destacado periodista cultural antes de erigirse como un reconocido empresario. Sostuvo la columna Confidencial en el diario El Tiempo y escribió notas culturales sobre artistas colombianos y extranjeros, narraba espectáculos artísticos como el Ballet Bolshoi, y sus visitas a los talleres de los reconocidos pintores y escultores nacionales.

Byron López Salazar estuvo vinculado a Cartagena a través de su amistad cercana con Alejandro Obregón, Enrique Grau, Fernando Botero, Édgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, David Manzur, entre otros. Casado con María Paulina Espinosa, diplomática, juntos movieron las fichas secretas y gestionaron el Mural Amanecer en los Andes (1983) del maestro Alejandro Obregón en las Naciones Unidas. (Lea aquí: Historia secreta del mural de Obregón en las Naciones Unidas)

No solo acompañó al artista, sino que lo alojó en su apartamento en Nueva York y sufragó todos los gastos, cuenta María Paulina Espinosa (Pum Pum) quien fue decisiva en este logro en la vida del pionero del arte moderno en Colombia. Byron se embarcó en muchísimas aventuras e iniciativas culturales y empresariales como el Restaurante El Museo, en la carrera 7 en Bogotá, uno de los primeros restaurantes del país, embellecido con obras de artistas colombianos. Impulsó y fundó la Galería El Museo que aún existe en Bogotá. Y apoyó de manera ejemplar el trabajo voluntario de la Liga contra el Cáncer, en Bogotá y la creación de 23 seccionales en todo el país. Se consolidó como un empresario solidario con más de 350 empleados. Fue él quien puso a su disposición sus equipos aéreos para la visita del papa Juan Pablo II en 1986. Fue confidente y amigo de empresarios, presidentes y artistas. Una tarde podría estar conversando con el presidente Alfonso López Michelsen, y otra tarde con el maestro Fernando Botero. Otro día estar dialogando con Gloria Zea sobre las últimas exposiciones, y otro atardecer visionando el destino empresarial del país junto a Jaime Michelsen. De todos esos confidentes guardaba instantes inolvidables con el maestro Alejandro Obregón. La vida le permitió ser un coleccionista de arte colombiano, atesorar obras de representativos creadores del siglo XX, pero también de siglos anteriores. Apoyó de manera incondicional a María Paulina Espinosa en su vida como diplomática en las embajadas de Hannover y Ecuador, y en su pasión por la historia, las artes, la música, y su fervorosa vinculación con Cartagena. (También le puede interesar: “Pum Pum” se enamoró de Cartagena)

Promotor de las artes

“Recordaré siempre a Byron López como un gran promotor de las artes, muy ligado a mi trayectoria, al punto que me estimuló en lo que estoy haciendo ahora, llevando mi obra a las mejores colecciones”, expresó el gran artista David Manzur a María Paulina Espinosa.

“Aunque esta pandemia nos distanció a todos, siempre en mi memoria y en mi obra hay y habrá la influencia de Byron, a quien recordaré siempre”.

Un museo a su memoria

Byron López tuvo la convicción de que ser un mecenas era algo más que una vocación y un desafío episódicos. Para él, era una actitud de vida, una inquebrantable conciencia de la generosidad, sin límites, más allá de la muerte. Como quien pule las entrañas de un sueño con la persistencia del orfebre, sin tregua, con el resplandor que tienen los inspirados. Le dijo a María Paulina, que revoloteaban entre sus sueños un par de deseos que agitaban sus alas, y eran el augurio antes de su partida. Uno, era que sus cenizas reposaran sobre el lecho del mar de Cartagena, en la danzante tumba del océano, en el vientre del infinito de esa ciudad que le deparó grandes satisfacciones, momentos inolvidables y amistades supremas. Dos, que su gran colección de arte colombiano que reposa en su apartamento de Bogotá, se convierta en el Museo de Arte Byron López, para el disfrute de todos los colombianos. En ese museo encontrarán tesoros del arte colombiano, obras de artistas cartageneros como Enrique Grau, Hernando Lemaitre y, por supuesto, obras de Alejandro Obregón, quien se quedó viviendo en Cartagena desde finales de la década del sesenta.

Byron López, memorias de un empresario apasionado por las artes

Apertura del mural de Alejandro Obregón: Byron López, a la izquierda, Paula López, María Paula Espinosa, el artista y sus hijos Silvana, Rodrigo y Mateo.

Epílogo

La partida del empresario ha impactado a amigos y conocidos que valoran la fecunda y exitosa trayectoria de Byron López, su espíritu carismático y su inmensa calidez humana. Las exequias se cumplieron en Bogotá, de manera virtual. Le sobreviven a Byron, además de María Paulina Espinosa, su esposa, sus tres hijos: Mauricio, empresario; Paula, couching, consagrada al mundo espiritual y al encanto creativo de las joyas; y Fernando, ejecutivo y empresario.

Al evocarlo al atardecer, María Paulina lo define como el ser espléndido de toda su vida, la presencia imprescindible del caballero que iluminó sus días, y entre el oleaje de sus recuerdos alumbran los colores de los lienzos, las sinfonías, los viajes, las profundas y maravillosas emociones, que han hecho de la vida una prodigiosa aventura. Paz en su tumba.

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Byron López, acompañado de su esposa María Paulina Espinosa y sus tres hijos: Mauricio, Paula y Fernando.

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