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Análisis: ¿qué pasó en Chile para que eligieran a Gabriel Boric?

Martín Alonso Pinzón, exgobernador y escritor residente en Chile, nos da sus opiniones sobre el resultado de la elección presidencial del país sudamericano.

El exgobernador y escritor cartagenero Martín Alonso Pinzón, después de ejercer durante más de quince años la Gerencia General del Banco de Colombia en Santiago de Chile, fijó su residencia en esa capital con sus dos hijas, nietos y yernos chilenos, donde ejerce su profesión de abogado. Como buen lector y observador de los procesos políticos de Chile y Colombia, accedió a darnos sus opiniones sobre los factores que influyeron en el triunfo del joven candidato de una coalición de izquierda, Gabriel Boric, y lo que se espera en Chile del próximo gobierno que se inaugura el 11 de marzo de 2022. Lea aquí: Gabriel Boric promete un gabinete “lo más pronto posible”

¿Cuáles cree usted que son los principales factores que influyeron en el triunfo de Gabriel Boric, el joven presidente electo de Chile?

-Es el desenlace en las urnas de un largo proceso político, social y cultural, que venía gestándose desde hacía varios años en Chile, país donde el partido y las ideas socialistas tienen una importante historia política y electoral, y donde el activismo social y cultural de la izquierda radical se incrementó a partir del segundo gobierno socializante de la señora Bachelet. Se fue instalando hace veinte años una hegemonía cultural de la izquierda y una agitación social que impuso en el centro de la discusión pública y democrática la denominada política identitaria. Este proceso se desarrolló sin que el centro-derecha opusiera con igual vigor y presencia social sus propias ideas para enfrentar la agitación social y la hegemonía cultural de la izquierda. En las protestas sociales y los movimientos estudiantiles en los inicios del siglo XXI surgieron varios dirigentes jóvenes de izquierda como Gabriel Boric, Camila Vallejo, Giorgio, Jackson y otros que fueron desplazando a la declinante clase política tradicional de izquierda. El centro-derecha, que no ha tenido igual fuerza social para tomarse las calles ni promover protestas ni movimientos juveniles masivos de cambio, también experimentó la declinación de su clase dirigente, que miró pasivamente o con indiferencia el proceso social y político que se gestaba en las universidades, centros de pensamiento y encontraba eco en los medios de comunicación.

El centro-derecha, que no ha tenido igual fuerza social para tomarse las calles ni promover protestas ni movimientos juveniles masivos de cambio, también experimentó la declinación de su clase dirigente.

¿Nos podría explicar mejor qué es la política identitaria?

-Sí, y es un tema de mucha importancia. Las nuevas generaciones -cada quince años emerge una nueva generación, según el filósofo Ortega y Gasset- instalaron en el centro del debate un repertorio de temas e intereses de varios grupos sociales, como las personas LGBT, las minorías étnicas o marginadas, como los indígenas o pueblos originarios, los inmigrantes y refugiados, las feministas y las defensoras del aborto. Simultáneamente, reclamaron nuevos derechos, igualdad de género, cuotas paritarias, gratuidad de la educación, y mayor participación y consultas populares en las decisiones. El presidente electo de Chile encarna como ninguno esa política identitaria que mencionó varias veces en su campaña y en su discurso la noche del triunfo; además, es demostrable por sus propias confesiones íntimas, que él hizo públicas. Esta política identitaria también ha predominado en otros países, como España, incluido el separatismo catalán, y ya se instaló en Colombia.

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¿Qué otros factores influyeron en el resultado electoral que dio una gran mayoría a Boric frente a Kast?

-Boric y los dirigentes juveniles fueron duros críticos de los treinta años de los gobiernos democráticos en Chile. Encontraron un suelo listo para hacer crecer el descontento y la protesta social. Y así aconteció posteriormente el llamado estallido social de octubre del año 2019, que se caracterizó por una violencia inusitada. Cuando el presidente Piñera decidió pactar con los dirigentes de una democracia tumultuaria y aceptar la instauración de un proceso constituyente, Boric fue uno de los que aceptó ese acuerdo contra las posiciones que adoptaron el Partido Comunista y grupos radicales. Creo que con esa decisión Boric emergió como una figura protagónica del nuevo escenario político y social de Chile. Y para consolidar ese liderazgo, se apoyó en la realidad de la creciente pobreza por causa de la pandemia, del desempleo juvenil, de las bajas pensiones de la mayoría de los chilenos, de las largas filas de espera en la atención de salud, de la corrupción y la colusión de ciertas empresas. La formación izquierdista de Boric señaló al sistema de economía de mercado como el gran causante de estas carencias y problemas. Mientras tanto, en el centro-derecho nadie salía a defender las ideas ni el sistema, y a pesar de los éxitos indiscutibles del gobierno de Piñera en materia de vacunación y sus ayudas sociales con motivo de la pandemia, Boric y su equipo, es decir, la izquierda, instalaron la necesidad de un cambio radical. Lea además: Izquierda latinoamericana celebra triunfo de Boric en presidenciales de Chile

¿Y qué errores cometió Kast por acción u omisión?

-Kast salió como un cruzado a la defensa del modelo con algunas reformas, pero comenzó siendo un cruzado solitario. La derecha no lo acompañó inicialmente. Fundó su partido propio, los Republicanos a los cuales se sumaron los social-cristianos. Pero había otro candidato del centro-derecha, que no llegó a la primera vuelta. Y en la segunda vuelta, el centro-derecha resolvió apoyar a Kast, no todos, pero sí la mayoría de este sector. Kast, en mi opinión, exageró su talante moderado en la corta campaña de la segunda vuelta. Insistió en la necesidad de orden y seguridad, temas prioritarios, pero descuidó otros temas que subyacen en la necesidad del cambio social y cultural. Mientras Boric, a la inversa, comenzó con un discurso radical y terminó con otro más moderado y tuvo éxito. Boric está obligado a buscar acuerdos con un Congreso equilibrado y también a evitar que la Convención Constitucional pretenda imponer su mayoría izquierdista en la redacción de la nueva Constitución. Ha generado grandes expectativas difíciles de realizar y cumplir en cuatro años. Boric debe ya designar su futuro ministro de Hacienda para limitar la incertidumbre y efectos en los mercados causados por su elección.

Y ojo con una situación que se presentó en Chile y existe igualmente en Colombia: la falta de unidad del centro-derecha para enfrentar a la izquierda. Si no hay unidad plena, si no hay movilización política del centro-derecha, si no asume realmente la importancia de lo que se juega en la próxima elección presidencial, si no libra la batalla cultural de las ideas para desenmascarar el engaño de la izquierda y del populismo, no hay posibilidades de triunfo. Y esa es la principal lección que deja, según mi opinión, el proceso político chileno. Las nuevas generaciones quieren un cambio en la política, lo demostraron en Chile y lo piden también en Colombia fatigadas de la decadencia de la calidad de la política colombiana. Un cambio para enfrentar la corrupción, la inseguridad, el narcotráfico, las injusticias y la pobreza. Pero además es necesario defender la libertad, el Estado de Derecho, la paz social, la propiedad, el crecimiento con equidad. Esto exige un solo candidato, apoyado con unidad total por el centro-derecha y los sectores políticos afines. Lea: La solidez del péndulo

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