Bastante conocidas son las inyecciones de toxina botulínica por su uso para atenuar las arrugas. No obstante, esta sustancia no es solo para reducir las líneas y pliegues que se forman en la piel del rostro con los años.
La doctora Mónica Jiménez Correa, médico con adiestramiento en medicina estética, quien actualmente se capacita con Hans (una empresa coreana distribuidora de hilos tensores y de colágeno), explicó que “la toxina botulínica es una neurotoxina producida por el Clostridium botulium (bacteria gram positiva), existiendo siete tipos serológicos diferentes, los cuales se identifican de la letra A hasta la G, siendo el serotipo A el más potente para bloquear la contracción muscular y el más usado en el campo de la dermatología”.
Y es que, al ser inyectada, esta toxina bloquea las señales de los nervios a los músculos, por lo que estos se relajan y reducen las arrugas faciales. Este “mágico” efecto dura entre tres y seis meses. Luego, los músculos vuelven a moverse y las arrugas reaparecen.
Jiménez, quien dirige el centro de medicina estética Iuventus, precisó al respecto que “la toxina botulínica actúa inhibiendo la liberación presináptica de acetilcolina, bloqueando las señales nerviosas responsables de la contracción muscular”.
Recordó que el uso de la toxina botulínica en medicina se inició en la década de los ochenta, para tratar afectaciones como el estrabismo y el blefaroespasomos. “Con el paso de los años se descubrió que además genera beneficios en el tratamiento de la cefalea, las alteraciones en la contractibilidad, las incontinencia urinaria y muchos más”. Lea: Un fármaco estético sería la esperanza de pacientes con disfunción eréctil
Toxina botulínica en dermatología y estética
La experta indicó que hoy, en dermatología y estética, la toxina botulínica se está usando para:
Líneas glabelares: pequeños surcos que se forman en la raíz de la nariz.
Líneas frontales: líneas de expresión y arrugas que se forman en la frente.
Líneas periorbitarias: nacen en el ángulo de los ojos con forma de abanico.

Hiperhidrosis axilar o palmar: sudoración excesiva en las axilas o en las manos.
Pieles oleosas y poros dilatados: causadas por la sobreproducción de sebo por parte de las glándulas sebáceas de la piel.
Sonrisa gingival: causada por una desproporción entre la encía y los dientes.
Bandas platismales: líneas verticales que aparecen en el cuello.
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“Es importante tener en cuenta que para los pacientes que realizan actividad física, la duración de los efectos de la toxina botulínica disminuyen en el tiempo, por lo que deben recurrir con mayor periodicidad para nuevas aplicaciones”, agregó Jiménez.
Restricciones
La doctora Mónica Jiménez Correa expresó que actualmente el uso de la toxina botulínica se ha masificado, tanto en hombres como en mujeres, y solo está contraindicado en mujeres embarazadas o lactantes y pacientes que presenten desórdenes de la unión neuromuscular, como miastenia gravis (enfermedad que causa debilidad y fatiga aguda de los músculos de contracción voluntaria) o miopatías (patología basada en una deficiencia o anomalía en los grupos musculares).
Asimismo, es perjudicial en casos en los que haya interacción con ciertos medicamentos, como antibióticos aminoglucósidos o bloqueadores de calcio.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud (NIH), que hacen parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, estas son las afecciones que la toxina botulínica puede ayudar a tratar.
Estrabismo: cuando ambos ojos no miran en la misma dirección.
Blefaroespasmo: forma de distonía que provoca el cierre descontrolado de los ojos.
Migraña crónica: historial de 15 o más días de dolor de cabeza al mes, de los cuales al menos ocho son migrañas, durante al menos tres meses.
Vejiga hiperactiva: cuando la vejiga expulsa la orina en un momento inoportuno.
Distonía: los músculos se contraen cuando no lo desea. Esto provoca movimientos repetitivos o que su cuerpo se retuerza y adopte posiciones incómodas.
Hiperhidrosis: sudoración excesiva debajo de los brazos, en las palmas de las manos o en las plantas de los pies.
Patologías como la rosácea, el bruxismo y la hidradenitis supurativa también se pueden tratar con esta toxina.