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¡No los pases por alto! Controles tempranos detectan trastornos

Los niños que no asisten a citas de crecimiento y desarrollo corren el riesgo de no acceder a diagnósticos oportunos sobre condiciones y enfermedades.

Desde que nacemos y hasta que culminamos la adolescencia, todos los seres humanos experimentamos un proceso en el cual alcanzamos la madurez en sus aspectos físico, psicosocial y reproductivo.

A este se le conoce como crecimiento y desarrollo, y se mide a través de variables que pueden ser simples, pero muy contundentes, como la talla y el peso para la edad, el perímetro cefálico y el neurodesarrollo. Lea: ¿Cómo saber si tus hijos tienen problemas de crecimiento?

Un médico general es el primer profesional que debe evaluar este proceso en citas de control y, de acuerdo con Sindy Montes Márquez, enfermera jefe de consulta externa en la IPS Provida, de la red de Coosalud EPS, estos controles se deben hacer cada tres meses durante la primera infancia (de 0 a 5 años); en la infancia (de 6 a 12 años), cada seis meses; y en la adolescencia (de 12 a 17 años), al igual que en la juventud (de 18 a 28 años), una vez al año.

“Si no se realizan los controles en los meses que corresponden, existe el riesgo de que no sea posible detectar a tiempo enfermedades o condiciones que afecten el desarrollo físico, emocional y mental del niño”, advirtió Montes.

Precisó que trastornos físicos y emocionales, desnutrición, sobrepeso, discapacidades motoras o en el habla, violencia intrafamiliar e incluso violencia sexual pueden detectarse en estos controles.

Juan David Sánchez Rincón, neuropediatra egresado de la Universidad Nacional de Colombia, explicó que “el crecimiento y desarrollo lo debe evaluar el médico general y, cuando este encuentra que el paciente no cumple algunas de las expectativas que tiene que lograr para su edad, genera una bandera roja para que sea remitido al pediatra, neuropediatra, endocrinólogo, nutricionista o al genetista, según sea el caso”.

Por ejemplo, al mes de nacido, el menor debe detener sus movimientos al oír un sonido; a los tres meses, seguir con la mirada objetos cercanos sin sonido, en ángulo de 180°; a los seis, coger un objeto en cada mano; mientras que a los 12, debe hacer garabatos, y a los 15, decir dos palabras sueltas además de “papá y mamá”.

Sánchez indicó que “hay variables que se miden siempre”, como el peso y la talla, “pero el neurodesarrollo lo medimos hasta los seis años de edad, porque hasta esa etapa es cuando el cerebro ha madurado la mayoría de su morfología y de sus funciones básicas, que le van a permitir al niño desarrollar más adelante una inteligencia y adaptación adecuadas al medio para resolver problemas”.

Identificación oportuna

El neuropediatra reiteró que es importante asistir a los controles de crecimiento y desarrollo porque en estos “podemos ver una situación que se llama retraso del desarrollo. A través de cómo se mueve el niño, es decir, si camina o no, si gatea cuando tiene que gatear, si dice palabras a la edad que tiene que empezar a decirlas, si socializa de acuerdo con su edad, evaluamos el desarrollo”.

“Entonces –agregó--, cuando vemos que hay una alteración en alguna de estas variables, o en todas, diagnosticamos retraso del desarrollo. Esta es una bandera roja, un signo de alarma que nos va a permitir hacer estudios adicionales”.

Tras estas alertas, son tres los trastornos que con mayor frecuencia se identifican en neuropediatría y que tienen alto impacto en las familias: parálisis cerebral, retraso del lenguaje y autismo. Pero también se pueden diagnosticar enfermedades raras. “Muchas de estas se pueden tratar y, si se tratan a tiempo, no dejan secuelas neurológicas. Esa es la magia de buscar identificarlas a tiempo”, resaltó el Sánchez, quien actualmente labora en la Fundación Hospital Infantil Napoleón Franco Pareja – Casa del Niño, también de la red de Coosalud.

¡No los pases por alto! Controles tempranos detectan trastornos

El especialista alertó a padres y cuidadores de menores de siete años: “Los riesgos a los que se enfrenta un paciente que no acude a cita de crecimiento y desarrollo es que se pasen por alto estos retrasos del desarrollo y se pase por alto un diagnóstico que puede tener un tratamiento y que puede ser reversible”.

Les advirtió que tanto retrasos en el desarrollo como diagnósticos deben determinarse antes de los cinco años de vida. “Como tarde, antes de los seis años. Si estos pacientes llegan a los siete años puede que no haya mucho que hacer porque el neurodesarrollo ya terminó en su mayoría y el paciente queda con una capacidad mental y motriz que no le genera tanto beneficio en terapias como si se hubiera diagnosticado antes de esa edad límite”.

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