En la imaginación colectiva, el buen sexo se asocia comúnmente con la espontaneidad y la pasión, mientras que la idea de programarlo suena un tanto desalentadora, como si se tratara de reservar un hueco en el calendario de Google. Sin embargo, según explicaron expertas sexólogas a El País, planificar encuentros sexuales puede tener más ventajas de las que podríamos pensar. Lea: ¿Quieres ser el mejor? Cinco cosas que debes hacer antes del sexo
Martina González Veiga, psicosexóloga y directora del centro de sexología “Con mucho gusto!”, defiende la idea de agendar el sexo, destacando que esto permite dedicarle “tiempo de calidad”.
“Solemos planificar todo lo que consideramos importante, qué curioso que no lo tengamos en cuenta para el sexo”, afirma.

Además, señala que la planificación no se trata solo de reservar tiempo y lugar, sino que también implica preparación, lo que fomenta el juego previo, como conversaciones eróticas que estimulan el cerebro y liberan sustancias placenteras.
González Veiga explica que “idear o mantener conversaciones eróticas sobre el encuentro pone a nuestro cerebro en modo de disfrute y libera sustancias que nos hacen sentir placer”. Esto, a su vez, potencia la imaginación y la comunicación en lo que respecta a gustos, límites y consenso en la pareja, prolongando el disfrute incluso antes de llegar a la cama.
Lara Herrero, sexóloga-socióloga del equipo de la asociación “Dialogasex”, añade que algunas prácticas eróticas requieren planificación, como organizar una escapada especial o adquirir juguetes eróticos. Lea: 5 zonas del cuerpo donde puedes usar la lengua para dar placer
Pero, ¿qué sucede si, llegado el momento planificado, no hay deseo? Según Herrero, no es necesario forzarse a nada, ya que la planificación es flexible y revisable. Lo importante es garantizar el deseo, el consentimiento y el consenso en cualquier relación sexual.

Las desventajas
Lo cierto es que si alguien tiene en mente una noche de desenfreno y, al final, termina jugando al parchís, puede sentir algo de frustración o decepción. Es allí que la generación de expectativas, que es uno de los beneficios de planificar, puede darse la vuelta y convertirse en una desventaja. Lea: Disfunción eréctil: conozca los síntomas de alerta y cómo prevenirla


Martina González Veiga, psicosexóloga.
González Veiga destaca que la mala fama que rodea a la planificación sexual es una idea errónea que se debe a que “existe el pensamiento mágico de que si alguien te atrae, las ganas surgen en cualquier momento, independientemente de tu estado físico, emocional o relacional. Y las personas y nuestras vidas son más complejas”.
La realidad es más compleja, y en relaciones a largo plazo, en las que las hormonas iniciales se han calmado; o en aquellas parejas con hijos o con obligaciones que les ocupan demasiadas horas del día o con hijos, la planificación puede ser una herramienta útil para mantener la intimidad. Lea: El orgasmo de pezones sí existe: así puedes experimentar uno
Asimismo, anota González Veiga, en parejas que han notado un descenso del deseo sexual, en aquellas en que una parte quiere pero la otra no, o cuando se produce un cambio físico o emocional que modifica los encuentros eróticos que iban bien. Planificar sirve también para buscar otros momentos, otras formas y para ser más consciente del propio deseo.
“Lo que realmente suele cortar el rollo es dar por supuesto un guión sexual que hay que seguir siempre para disfrutar, dando por supuesto lo que va a querer y hacer la otra persona también. Igual habría que revisar qué entendemos por planificar”, recalca González Veiga.
La clave está en ver la planificación como una posibilidad igualmente válida que los encuentros espontáneos, y posiblemente incluso más placentera en ciertos contextos.