Por Diana Gómez* - Especial para El Universal
¿Qué es la felicidad? Realicé esta pregunta a través de mi cuenta de Instagram y las respuestas más comunes fueron: “tranquilidad”, “calma”, “es una decisión”, “sensación de paz”.
El diccionario de la Real Academia Española, por su parte, indica que la palabra ‘felicidad’ es un “estado de grata satisfacción espiritual y física”; pero esa grata satisfacción ¿cómo se consigue? ¿cómo llegamos a ella? La felicidad, entonces, ¿es totalmente subjetiva? Lee aquí: Lo que debes saber sobre el bienestar emocional
Alguien experto en la fisiología cerebral me respondió que para él la felicidad es “ese proceso neuroquímico que consiste en la liberación de determinadas concentraciones de dopamina en áreas que forman el sistema límbico”. Quizás en términos mucho más amplios, científicamente, podría definirse entonces como “una alta presencia de ciertos químicos en nuestro cerebro denominados neurotransmisores, específicamente cuatro, conocidos como ‘El cuarteto de la felicidad’: dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas”.
Diana Gómez.//Foto: cortesía.
Gracias a las investigaciones y avances en las neurociencias podemos conocer este funcionamiento, es decir, saber qué sucede en nuestro cerebro al experimentar esa sensación que denominamos “felicidad”. No obstante, la intención en este artículo no es explicar cómo se da este proceso a nivel cerebral, sino centrarnos en cómo podemos estimular esos “químicos de la felicidad en nuestro cerebro”, es decir, cuáles serían los “hábitos de un cerebro feliz”.
Los neurotransmisores, son sustancias generadas por nuestro cuerpo para transmitir información entre neuronas, o desde una neurona hasta glándulas y células de nuestro organismo. Estos neurotransmisores hacen posible la coordinación de emociones que nuestro cerebro decodifica y envía a través de la información de estos y su composición química. Lee además: Estudio realizado por Harvard concluye qué se necesita para ser feliz
Dopamina: es un neurotransmisor que genera la sensación de bienestar cuando cumplimos nuestras metas u objetivos, activando el llamado ciclo o circuito de recompensa en nuestra conciencia. Este neurotransmisor interviene en multitud de procesos cerebrales relacionados con la conducta y el aprendizaje. Para que esté presente de forma generosa se recomienda: cumplir con tus objetivos, establecer metas diarias o a corto plazo, reconocer y celebrar tus logros, hacer ejercicio (ojalá al aire libre), y no descuidar tus hábitos de sueño (dormir las horas suficientes de acuerdo con tu grupo etario).
Oxitocina: se relaciona con los vínculos, es conocida como ‘hormona del abrazo o la hormona del amor’. Algunos investigadores la asocian con el contacto físico e incluso con el orgasmo. Se fortalece justamente con los vínculos emocionales o relaciones afectivas.
Serotonina: se le conoce como ‘antidepresivo natural’. Una característica común en los pacientes con diagnósticos depresivos es que realizan lo que se conoce como ‘abstracciones selectivas’, es decir, su pensamiento se focaliza solo en lo negativo, se les dificulta reconocer y/o recordar momentos de su vida felices, y en estos casos se observa por lo general la ausencia de serotonina. Asimismo, otro dato importante es que la mayor concentración de serotonina se encuentra en el intestino (nuestro segundo cerebro).
Por lo anterior, las recomendaciones relacionadas con este neurotransmisor son: una alimentación sana (dieta equilibrada), exposición al sol, practica la gratitud (antes de acostarte haz una lista de todos los motivos para agradecer), ser bondadoso (practica actos de bondad), intenta recordar momentos significativos, y resignifica lo más que puedas (en un proceso clínico terapéutico, puedes adquirir excelentes herramientas para realizar de manera óptima este proceso de resignificación).
Endorfinas: son cadenas de proteínas, cuya estructura química y efectos se asemejan a la morfina y la heroína, derivados del opio. Las endorfinas mitigan el dolor -son analgésicos naturales- y, al estimular los centros de placer, son responsables de nuestros momentos de bienestar e incluso euforia. Para segregar endorfinas la recomendación es practicar lo más que puedas tus hobbies, realiza actividades placenteras como bailar, cantar, reír; mira películas o series que te inspiren, lee, medita y aprende a no tomarte nada personal, también en terapia puedes conseguirlo de la mano de un excelente profesional.
Desde mi perspectiva, al reconocer nuestras emociones podemos reducir su impacto con pequeños cambios como estos podemos aportar a nuestra salud mental, sin embargo, ningún hábito de manera individual reemplaza a un proceso clínico terapéutico en el que trabajando equipo podemos reestructurar creencias e ir instaurando con una base mucho más sólida, esos hábitos de un “cerebro feliz”. De igual forma, podemos pensar que cada felicidad es “única”, pero la ciencia nos demuestra que la química nos une en estos procesos de aprendizaje.
*Diana Gómez es magíster en Psicología Clínica.