No haga mucho caso de la frase “ya dormiré cuando esté muerto”. Si lo hace, tal vez ese momento le llegue antes de lo esperado. Dormir es una actividad biológica fundamental para la salud física y mental. Hace poco se conoció un estudio de la Universidad de California sobre los 12 miembros de una misma familia que solo necesitaban dormir cuatro horas y media, en promedio, al día. Aunque esta familia, debido a una mutación en un determinado gen, no necesitaba más tiempo, lo normal en un ser humano es que dedique a dormir entre siete y ocho horas del día. No es un mito ni una pérdida de tiempo, dormir es fundamental para el desarrollo y funcionamiento del cerebro. Mientras dormimos, por ejemplo, se consolida lo aprendido, los recuerdos y se “resetea” el cerebro. Además, se ha descubierto que las células microglías, importantes para la reorganización de las células nerviosas, la lucha contra las infecciones y la reparación del daño, también están activas mientras dormimos, según publicó la revista Nature Neuroscience. Esta investigación, recogida por la publicación, refuerza la importancia de la relación entre el sueño y la salud del cerebro.
Investigadores del Colegio de Medicina de Pensilvania (Estados Unidos) publicaron recientemente en la revista de la American Heart Association un trabajo sobre la relación entre la falta de sueño y algunas enfermedades crónicas como la presión arterial alta o la diabetes. Entre los resultados para las personas aquejadas de estas dolencias, dormir menos de seis horas puede llevarlas a un desenlace fatal: tenían el doble de probabilidades de morir por enfermedad cardíaca o por accidente cerebrovascular. Las necesidades de sueño varían dependiendo de la edad y otras características de los individuos, pero existen unas directrices generales que pueden ayudar a marcar una pauta de descanso más saludable.
Para niños entre 6 y 13 años lo ideal es dedicarle entre nueve y once horas al sueño.
Los adolescentes hasta los 17 deberían dormir alrededor de diez horas.
Para adultos jóvenes se recomiendan entre siete y nueve horas al día y no bajar de seis ni superar las once.
Los adultos entre 26 y 64 años deben dedicarle entre siete y nueve horas.
Los mayores de 65, entre siete y ocho.
No solo es importante la cantidad de sueño, sino la calidad. Es necesario hacerlo bien y en este sentido existe una serie de recomendaciones.
* Existen rutinas para aumentar el nivel de relajación antes de dormir que pueden ayudar a destensar los músculos y descongestionar la mente.
* El ejercicio físico en el día también contribuye a descansar mejor.
* En ocasiones, además del cuándo y el cómo, también importa el dónde. Tanto el frío como el calor pueden alterar el sueño y aumentar la vigilia.
* Otro punto relevante es la superficie sobre la que se descansa. En la mayoría de los casos, un colchón y una almohada. Es importante que estén en buen estado, si es posible que el colchón no tenga más de 10 años, y que resulten cómodos toda la noche.