Cuenta el Antiguo Testamento de la Biblia, en el capítulo 4 del libro de Génesis, que Caín y su hermano Abel presentaron ofrendas al Señor. A Dios no le gustó la ofrenda de Caín, “ante lo cual se enojó mucho y su rostro se descompuso”. Después de eso, Caín le dijo a Abel: “Vamos al campo”, donde lo atacó y lo mató.
En la historia de la humanidad, los personajes de este relato bíblico han sido “encarnados” en varias familias y los fratricidios -o crímenes de sangre entre hermanos- siguen estremeciendo a la sociedad. Solo en Cartagena se registraron dos casos este abril. Lea: Desgarrador: como Caín y Abel, hombre mató a su hermano de seis puñaladas
El día 16, en el barrio La Esperanza, José Iriarte Cogollo fue presuntamente asesinado por su hermano en medio de una riña. Recibió graves heridas con arma cortopunzante, la mayoría en el pecho. Sus familiares desconocen las circunstancias que rodearon la pelea.
“El procesado, conocido con el alias de ‘Chupita’, por corregir a su hermano luego de algunas quejas de varios ciudadanos, lo acuchilló en una pierna con arma blanca”, dice la Fiscalía. Lea: “Por corregir a su hermano” lo mató de una cuchillada: irá a la cárcel
A estas tragedias se suma una ocurrida en el corregimiento de Monroy (Arroyohondo, norte de Bolívar). El 25 de marzo, Roger Ospino Vitola fue presuntamente asesinado de una cuchillada en el cuello por su hermana, apodada ‘la Diabla’, en medio de una riña.
Para la mayoría de las personas es inconcebible asesinar, a menos que se trate de defender la vida propia. Y es aún más incomprensible acabar con la vida de un familiar. De allí que surja la curiosidad de saber qué hay detrás de la mente de un “Caín”. Lea: Tragedia familiar: como en Caín y Abel, una mujer mató a su hermano menor
El psicólogo Adolfo Castilla Sánchez, especialista en psicología clínica con enfoque cognitivo conductual y magíster en psicopatología clínica y forense con énfasis en intervención con víctimas, asegura que representa un desafío entender qué hay detrás de la mente del victimario o asesino.
Explica que “para comprenderlo es importante y necesario contextualizar y definir cuáles fueron los motivos o fines. Si fue por intereses económicos, pasional, rol en la familia, conflictos interpersonales, entre otros”; sin embargo, “en la gran mayoría se identifican distorsiones cognitivas o errores inferenciales del pensamiento que potencian la peligrosidad o la necesidad de hacer daño del victimario”.
Castilla, autor del libro ‘Psicópatas: Análisis de un comportamiento criminal y letal’, manifiesta que mientras “algunos actúan de manera desorganizada o impulsiva, con ataque relámpago sin medir las consecuencias; otros por el contrario lo realizan de manera organizada, premeditada y planificada para no dejar rastros; y otros con rasgos psicópatas, que los hacen menos sensibles, actúan con ausencia de empatía, remordimiento y cinismo ante los hechos”.
Factores predisponentes
Son múltiples los factores predisponentes, es decir, que aumentan el riesgo de que una persona se convierta en un fratricida. Uno de ellos es la genética, “que explica componentes heredados de la conducta violenta, así como la correlación entre la agresividad y la baja actividad de algunas enzimas. Así mismo la corteza prefrontal que se encuentra relacionada con conductas impulsivas, la pobre planificación y el bajo nivel de consciencia en las consecuencias de la conducta realizada”, precisa el experto.
Agrega que “estos aspectos se relacionan con el funcionamiento ejecutivo del cerebro. En este caso se resalta el déficit emocional, la insensibilidad, el pobre autocontrol y dificultad en la toma de decisiones, siendo estos, facilitadores para llegar a la sevicia de un crimen con estas características”.
Además, existen factores predisponentes familiares. “La infancia y la adolescencia influyen en el comportamiento y desarrollo de la personalidad: inadecuados estilos de crianza, violencia intrafamiliar, ausencia de roles de autoridad, los vínculos, lazos afectivos y la relación con los padres y con su entorno. La vida de un sujeto queda marcada por los acontecimientos que se producen en estos dos momentos, y su vida adulta puede quedar determinada por los mismos”, advierte Castilla.
¿Tienen un perfil?
Pese a que existen factores predisponentes, “no existe un perfil único del homicida que asesine a su hermano o a un familiar con grado de consanguineidad”, asegura el miembro de la American Psychological Association -APA.
“En estos actos se identifican múltiples variables y estas se relacionan y dependen del tipo crimen y su motivación, y no necesariamente deben cumplirse todas en el individuo, no obstante, se definen algunas características afectivas, comportamentales, incluso patológicas en la salud mental, que pueden detectarse desde temprana edad, como son los problemas de conducta, la violación de normas y reglas, conducta destructiva, agresión a personas o animales, ausencia de sentimientos de culpa, afecto superficial, tendencia al egoísmo, narcisismo, problemas de autocontrol, amenazas e intimidaciones frecuentes a los familiares, rasgos antisociales y, como facilitador detonante en algunos casos, consumo de sustancias psicoactivas”, caracteriza Castilla.
Adolfo Castilla Sánchez, psicólogo.
A su magistral análisis añade que “en algunos de los casos el responsable presenta un trastorno de base diagnosticado o no diagnosticado, entre estos, problemas de conducta, trastornos psicóticos o esquizofrenia, trastornos depresivos o de ansiedad, trastorno antisocial de la personalidad, trastorno explosivo intermitente y trastorno disocial”.
En todos los casos, tras un fratricidio se debe evaluar el estado psicológico de los progenitores y familiares más cercanos debido a que, por un lado, se enfrentan a la muerte de un ser querido, que representa un duelo por la pérdida inesperada y violenta a manos de otro ser querido, que tiene que enfrentar la justicia; y, por otro, se enfrentan a la incertidumbre sobre lo que va a suceder con el responsable.