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Ajo, miel y otros antimicrobianos naturales

Sin notarlo, tenemos a la mano sustancias con propiedades antibacterianas y antisépticas, que podemos aprovechar en el día a día sin recurrir a químicos.

Desde la antigüedad, se ha tomado a la naturaleza como una “farmacia” a la mano, en cuyos estantes encontramos productos para curar enfermedades y evitar infecciones.

Juan José Marcén Letosa, especialista en Microbiología Clínica, explica que a través de los años, al margen del desarrollo, “en antiguos documentos aparecen referencias a tratamientos antiinfecciosos, y entre los conocimientos populares persisten usos de alimentos y sencillas substancias con poder antiséptico, lo que hizo que aumentaran los ensayos de laboratorio para detectar la acción antimicrobiana de plantas, minerales y de ciertos microbios”.

Hace muchos años, ya se sabía de ciertas propiedades así que los desinfectantes tradicionales eran el azufre o el tomillo. Hoy, sin embargo, algunas de las sustancias que encontramos como bactericidas y antimicrobianas son:

Ajo

Un estudio del investigador español José Pedro López Pérez, explica que el ajo tiene propiedades antibacteriales, antifúngicas (y hasta anticancerígenas), debido a la presencia de alliína, que se transforma en alicina, un potente antimicrobiano “in vitro”.

“Se ha podido comprobar que la alicina muestra actividad antimicrobiana sobre algunas cepas de Escherichia coli, (causante de diarrea hemorrágica que puede llevar a la muerte,) y Staphylococcus aureus, (que causa infecciones de la piel y a veces neumonía, endocarditis y osteomielitis), así como contra otros patógenos”, dice el investigador.

Agua Caliente

Aún hoy, es considerado como un método efectivo y no selectivo de desinfección de las superficies en contacto con los alimentos. El agua debe estar a más de 90 grados centígrados.

Tomillo

Un estudio publicado en Scielo, tuvo como objetivo evaluar la eficacia antimicrobiana in vitro del aceite esencial de tomillo; el resultado final demostró la eficaz inhibición de bacterias en el objeto de estudio.

No por nada, el tomillo (thymus vulgaris) se usa por muchas empresas como agente antimicrobiano en la producción de queso fresco.

El vino

El vino tiene una fuerte acción antimicrobiana, que según Marcén, no se debe solamente al alcohol (algunas bacterias se inhiben con alcohol al 50%) sino debido a la malvidina (pigmento rojo del vino) que describen más poderoso que el fenol.

El fenol es muy utilizado en la industria química, farmacéutica y clínica como un potente fungicida.

La miel

Este fluido dulce y viscoso es producido por las abejas a partir del néctar de las flores o de secreciones de partes vivas de plantas. Las abejas lo recogen, transforman y combinan con la enzima invertasa, que contiene la saliva de las abejas y lo almacenan en lo que conocemos como panales, donde madura.

Investigaciones en México han comprobado que la miel tiene muchos usos terapéuticos, propiedades antimicrobianas y antisépticas. Además, ayuda a cicatrizar y prevenir infecciones en heridas o quemaduras superficiales.

Otro estudio en Argentina, comprobó su poder en la inhibición del crecimiento bacteriano, lo que demostraron usando discos de agar impregnados en esta sustancia, frente a distintos microorganismos. “Probablemente, el efecto bactericida de la miel estaría dado por la producción de peróxido de hidrógeno a través de la glucosa oxidasa”, concluyeron los investigadores.

La sal

En el antiguo Egipto, los embalsamadores conocían las propiedades antisépticas de las sales (natrón: carbonato y bicarbonato sódicos) y en sus procesos de momificación los potenciaban con resinas aromáticas como incienso y mirra.

“La sal, en concentraciones altas, de más del 10% hace que la fuerte tensión osmótica substraiga agua y dificulte la reproducción de los microbios”, anota Marcén. Es por eso que se usa para conservar ciertos tipos de pescado.

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