La acostumbrada escena de mesones repletos de comensales probando los apetecidos sancochos de bocachico, de gallina criolla y mote de queso, hoy es adversa. Yanelis De Hoyos, una carismática cocinera y heredera del puesto familiar de comidas, se lamenta de no vender la totalidad de platos que preparó.
Con expresión de impotencia destapa las ollas y muestra lo que quedó sin vender y señala los puestos vacíos de su restaurante.
“Hace un año no quedaba nada en los fogones. He tenido que reducir las porciones de comida porque los clientes ya no llegan”, apuntó Yanelis De Hoyos.
Igual preocupación comparten las otras trece cocineras del llamado ranchón, uno de los emblemáticos tertuliaderos y “notaría pública” de Lorica a orillas del río Sinú.
Jairo Berna y su esposa, Beatriz Ceballos, dicen que todos hicieron cursos como manipuladores de alimentos. Que ya no arrojan desechos al Sinú. Además pasaron del carbón al gas natural. “Hicimos esfuerzos por mejorar nuestro sitio de trabajo, pero estamos llevados”, recalcó Berna.
No menos preocupados están los comerciantes de artesanías, jugos, tinto y condimentos. Por sus módulos el desfile de turistas compradores también se redujo.
QUE LIBEREN LOS ESPACIOS
Pero ¿por qué ha ocurrido esta decaída en las ventas y circulación de personas en el mercado patrimonial? Todos atinan a señalar a la instalación de cubículos en la nave central del edificio levantado en 1928 con estilo republicano.
De la instalación de los quioscos se encargó la entidad mixta Propaís en 2014, con la intención de organizar a los comerciantes. En la idea todos los vendedores concertaron. Un año después los resultados son desfavorables. Algunos cubículos adjudicados lucen desocupados, otros permanecen la mayor parte del tiempo cerrados frente a los solitarios mesones de comidas típicas.
Al respecto, Claudio Castellar, artesano y vocero de los comerciantes, anotó que algunos son nido de ratas, de donde emanan feos olores. “Eso también espanta visitantes, sobre todo comensales, porque es desagradable comer con esos ambientes”, recalcó Castellar.
Para los comerciantes lo que comenzó como una buena iniciativa para impulsar sus negocios termino en un mal proyecto que acabo con las ilusiones de seguir prosperando en sus negocios heredados.