La madrugada del Día de los Inocentes corrió entre los callejones del mercado de Lorica con la muerte de Francisco ‘cuca’ Blanco.
El creciente rumor pronto fue atribuido a una inocentada, otros daban crédito por los quebrantos de salud que últimamente lo alejaron de su puesto como expendedor carnicero.
Antes del mediodía, la versión que corrió de boca en boca dejó de ser una inocentada. El legendario árbitro de béisbol, músico de banda y carnicero, había fallecido.
De su edad pocos se atrevían a aseverarla. Solo aseguraron que pasó la barrera de los setenta años. Lo que sí multiplicaron fueron sus inacabables anécdotas en cualquiera de sus tres facetas conocidas.
UN ÁRBITRO IMPLACABLE
Como árbitro de béisbol y sóftbol era implacable cuando decretaba out, o ponches. Los cantaba con enérgico acento e histrionismo que ofendían a corredores y bateadores en turno. Por ejemplo, para decretar out, detrás del home se escuchaba un lamento quejumbroso “¡Ayyyyyy jueraaaaa!”. Acto seguido se apartaba del home y retiraba al bateador con un pase magistral hacia el dogaut.
No fueron pocos los que se aguantaron las sentencias del ‘cuca’ Blanco, injustas, o no. Los reclamos e insultos no faltaron.
El narrador de béisbol, Aquilino Manuel Palomino, recuerda que en la década de los ochentas las novenas Banco Ganadero y Telecom se enfrentaban en el estadio de sóftbol de Finzenú de Lorica.
En ese duelo, Francisco Blanco actuaba como auxiliar de segunda base. Hubo un batazo que impulsó a Juan Fajardo de primera hacia segunda base. Tras un lanzamiento sentenció out. El corredor Fajardo se paró energúmeno frente a la diminuta figura de Blanco. Cuando el juez vio al colosal Fajardo encima cambió de sentencia: “¡Dije quieto. Y no se diga más!”.
Memorable también fue una reyerta que enfrentó en el mismo estadio abierto con un bateador de Palo de Agua, a quien dejó fuera viendo pasar la bola. La discusión pasó a los puños, pero la decisión quedó firme.
EL PLATILLERO ESTRELLA
Alterno a su trabajo en el béisbol y sóftbol, ‘cuca’ Blanco también dejó huella como músico de banda. Era el platillero de los fandangos, procesiones y reuniones sociales.
No pocas son las anécdotas del fallecido personaje que será recordado en sus diferentes facetas por todos los monterianos que lloran su partida.