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El Salado: un pueblo que encontró en las abejas la fórmula para resistir y sanar

Esther Torres logró sanar las heridas que le dejó el conflicto armado gracias a un proyecto apícola que ella misma lidera.

Por: Clara Téllez
Especial para El Universal

Esther Torres tiene 43 años y más de la mitad de su vida estuvo marcada por el conflicto armado. Hoy lidera un proyecto de miel, con la marca propia ‘Villa Campo’ que además lleva el sello de paz ‘Paissana’, que es liderada por el Fondo Colombia en Paz.

Esther es considerada por la comunidad de El Salado, corregimiento de El Carmen de Bolívar, como la abeja reina que construye paz.

Lea aquí: La miel de El Salado que hoy recorre el país

A seis años de firmado el Acuerdo de Paz, Esther Torres, decidió romper su silencio para contarle al país su historia de dolor, de perdón, de fortaleza y de crecimiento personal, social y empresarial al lado de las abejas, a quienes atribuye gran parte de su aprendizaje.

“En el tiempo de la guerra mis días fueron muy tenebrosos. No fueron días, fueron años. En el 2000 llegó el peor momento de mi vida: tuve que decidir entre mis padres y mi esposo, quien era policía”, cuenta Esther, con un tono pasivo y una mirada afligida que se pierde a lo lejos de una tarde soleada.

“Tenía un hijo en mi vientre cuando nos dieron tres horas para salir del territorio. Mis padres y yo éramos objetivo militar. Salimos callados, en absoluto silencio”. De pronto su voz se entrecorta. Esther se detiene, se limpia un par de lágrimas y saca fuerzas para continuar.

“Empecé a tomar en mi vida, más que miedo, resistencia, y a retomar los consejos de mi padre: ‘para mantenerte en un conflicto tan peligroso, donde hay tres ejes, debes estar en silencio, debes ser prudente, debes ser amiga, solo escuchar y callar’, y eso hice”. Según Esther, así fue que logró salvarse de la guerra.

“Fueron 17 años de silencio, pero en esos 17 años sané el dolor, porque empecé a pensar cómo construir, cómo sanar, cómo contribuir a mi comunidad, a la paz de El Salado, de los Montes de María y de Colombia. Cuando decidí retornar a El Salado lo primero que hice fue pensar cómo iba a llegar. Tenía que ser resistente, resiliente y tenía que ser productiva”, asegura.

Sanar con las abejas

Son las 4 de la tarde de un día cualquiera. Esther ha escogido el lugar en el que quiere contar su historia. Está muy cerca de la carretera, es un espacio desolado. Lleva sobre su larga cabellera negra un sombrero vueltiao que hace juego con un vestido azul turquesa, unas alpargatas negras y una cadena con una cruz que la acompaña hace varios años. No quiere que haya nadie a su alrededor. Sin embargo, mientras pasa el tiempo empiezan a llegar muchas personas de la comunidad, quienes parecen sentir cada relato como propio.

Tenía que ser resistente, resiliente y tenía que ser productiva”

Esther Torres.

Ella es hermosa, su piel canela y sus grandes ojos negros adornan su mirada dulce y convincente. Tiene una energía que atrae. Quizá por eso es imposible que su testimonio carezca de espectadores.

“Mi estrategia fue una abeja. Esa abeja me enseñó el camino, me ayudó a sanar, a perdonar, me dio las herramientas y estrategias para resguardarme y salir, para saber cuándo me tenía que quedar quieta y cuando podía avanzar. Y así llegué al territorio de El Salado con un proyecto apícola. Empecé a identificarme con ella como la maestra reina que tenía que saber cómo organizar su territorio, por dónde empezar. En ella vi lo resistente: ella organizaba su camada, buscaba su producto para sostenerse y así replicar en todas las demás”.

Video: Miel, lo dulce de El Salado

Hoy Esther es la líder de un proyecto apícola que nace en El Salado y se expande a los Montes de María con la Fundación Constructores de Paz.

“Con la miel resistí un rato de hambre y logré entender que más allá de alimentarme me podía sanar. Su dulce me sanó el corazón, con su dulce logré traer un poco de paz y es allí donde nace la miel Villa Campo”.

Hoy en día este proyecto que contempla 250 colmenas en tres apiarios, ubicados en El Salado, vincula a 22 jóvenes del territorio y genera empleo para 12 productores campesinos. En temporada cada colmena produce un promedio de 80 kilos de miel.

Dadas las características del territorio, del cuidado de los apiarios y del manejo en la producción, los técnicos y expertos de la Fundación afirman que esta miel cuenta con propiedades únicas en calidad, sabor y aroma.

250
colmenas conforman este proyecto hecho en El Salado.

Actualmente, hay más de 4.500 frascos de 375 mililitros disponibles para ser comercializados local, regional, nacional e internacionalmente.

“Los invito a consumir nuestra miel Villa Campo, que además cuenta con un nuevo sello, esta vez de paz y amistad como es Paissana, un sello que lidera el Fondo Colombia en Paz. Un producto 100% natural lleno de amor, esperanza, de fe. Nos pueden contactar en Instagram y en Facebook como constructoresdepaz0”.

Esther envió un mensaje al país: “¿Qué tengo para decirle a mi comunidad y a toda Colombia?: que las oportunidades están, solo hay que inspirarse en el amor y en el arte, porque a veces uno pensando, escribiendo o cantando una canción saca un proyecto que se convierte en el cambio para el mundo y para la humanidad”.

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