En Colombia hay nombres y apellidos que por su amplia trayectoria en lo público, para bien o para mal, se convierten en representativos de la política nacional. Uno de ellos es Juan Fernando Cristo; sin embargo, hasta hace 24 años, no le despertaba ningún interés y consideraba una locura el hacer política.
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La epifanía a la que llaman algunos “la picadura de la política” en Cristo la provocó una tragedia. En 1997, mientras dormía una siesta con el canal de Corinto, en Grecia, al fondo, una llamada interrumpió la paz de esa tarde. Una amiga le anunció que su padre había sido asesinado a la salida de su consultorio en Cúcuta. El Ejercito de Liberación Nacional (ELN) se adjudicó el atentado al medico y exsenador, del que aún no se sabe quiénes fueron los autores materiales.
“Su muerte definió mi vida. Me partió totalmente en dos desde ese momento. Yo tenía 32 años y había estado en el servicio público, pero no en la actividad política electoral. De hecho el mes que estuvo en Atenas mi papá me había dicho que por qué no renunciaba a la embajada de Colombia en Grecia para aspirar al Congreso. Yo le había dicho que ni loco, que no tenía ningún interés. Pero cuando llegué a Cúcuta después de su asesinato casi que me sentí empujado, obligado a aspirar al Congreso”
Como método para sobrellevar la tristeza y hacerle honor al legado político paterno, entró a la política y fue senador entre 1998 y 2014, cuando fue nombrado ministro del Interior en el gobierno de Juan Manuel Santos. Ahora es precandidato presidencial de la Coalición Centro Esperanza.
¿Qué puede esperar Colombia de usted como presidente de la República?
Esperar conocimiento no improvisación. Esperar carácter y decisión para enfrentar el deterioro social y de seguridad que se ha presentado en el país y sus territorios en los últimos años; pero al mismo tiempo, disposición de dialogo y de escucha que es lo que necesitan los colombianos. Yo he insistido que tenemos que parar esta pelotera, frenar esta pelea que no nos permite avanzar como sociedad.
Centro Esperanza es un ejemplo de cómo entre distintos podemos entendernos y dirimir las controversias, y no estar en esta garrotera permanente que están siempre los líderes políticos y mediáticos, que tanto mal ejemplo dan y luego vemos como una fila en un anden se convierte en campo de batalla entre ciudadanos.
¿Cuáles son los fundamentos de la Coalición Centro Esperanza para proyectarse como la fábrica de la transformación social de Colombia?
Llevamos un año y medio trabajando. Esto no surgió ayer. La coalición no es ni una unión mecánica de unos partidos ni un engranaje de maquinarias políticas para sumar unos votos y mantener el poder. Mucho menos la adhesión sin condiciones a un caudillo o a un mesías y a sus propuestas y decisiones. Aquí lo que tenemos es liderazgo colectivo, agenda programática común, principios éticos comunes, compromisos fundamentales en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, recuperación de la seguridad en el país, lucha contra la corrupción, y ahí, lo que hicimos el pasado domingo fue ratificar esos compromisos en un decálogo que cumpliremos al pie de la letra.
Por eso esta es una coalición que tiene un adn claramente definido. Es una coalición de alternativa al gobierno uribista de Duque y alejada de los extremos y discursos de odio que han fomentado que en Colombia haya tantas fracturas sociales.
Por lo tanto, ¿cuál es la receta para construir un debate político efectivo y eficaz?
Empezar a recuperar el valor de la palabra consenso. Aquí nos olvidamos de buscar acuerdos. Llevamos varios años, prácticamente en una bicicleta estática, sin avanzar en absolutamente en nada, porque estamos dedicados a pelear. Creo que es fundamental lo que proponemos en la coalición de que doblemos la página, superar conflictos del pasado y que el eje de los debates sea la construcción de una mejor sociedad a futuro.
Pero voces como la del expresidente César Gaviria afirman que usted es un alfil político de Juan Manuel Santos...
Lo vengo diciendo desde hace tiempo. Gaviria, Uribe, Santos y demás expresidentes se deben ir a la casa o a sus fincas. Este es el único país que la arena política gira en torno a sus expresidentes. Creo que le haría mucho bien a Colombia y a la discusión política que se vayan a cuidar a sus nietos a su casa, sobretodo los que ejercen jefaturas políticas haciéndole daño a Colombia. Chao expresidentes, tomen distancia de la política.
Se van y los que quedan, ¿cómo pueden acabar con la corrupción?
Cambiando el sistema político, no hay de otra. No vamos a ser capaces de combatir con éxito la corrupción si no reformamos el modelo de lo público en Colombia. No nos cabe una norma más u otro estatuto anticorrupción, por más avanzadas, drásticas o contundentes que sean. Nada de eso funciona si continuamos con el mismo sistema que tenemos hoy.
Hablar de reformar el modelo político del país no es taquillero en campaña, ya que es más mediático hacer promesas de empleo, de subsidios, de salarios mínimos sin una base concreta y congruente con el contexto social y financiero.
Si no cambiamos el sistema político del país siempre vamos a tener las mismas falencias y dificultades, los mismos escándalos de corrupción. Es esencial la reforma política, pendiente hace décadas y que, lamentablemente, fuerzas políticas corrompidas le han puesto toda clases de trampas en el Congreso.
Hay ciertas críticas relacionadas a que no hay una mujer en la baraja de precandidatos presidenciales de Centro Esperanza...
Ojalá se animen todas. Necesitamos más mujeres en la vida pública y en la política del país. Reconozco que es una falla que en la consulta de la coalición, hasta el momento, no haya ninguna mujer anunciada como precandidata presidencial. Sería maravilloso que mujeres como Ingrid Betancourt y Ángela María Robledo se animen a participar.
Esta ha sido una sociedad patriarcal y machista. Fenómenos como la violencia y la corrupción espantan a las mujeres de la participación en política. Eso hay que cambiarlo y debemos dedicarle todo el esfuerzo desde todos los sectores políticos, ya que la presencia femenina en todo ámbito se traduce en eficiencia y eficacia.
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Luis Pérez, Petro, César Gaviria y un Partido Liberal que se muestra debilitado...
Más allá de Luis Pérez y la cuestión con Petro, lo que es muy triste es lo que está sucediendo con el Partido Liberal. Estamos en diciembre, a tres meses de las consultas populares de marzo, y no pareciera que vaya a haber participación de un candidato fuerte liberal en ninguna de las consultas.
A poco más de seis meses de la elección presidencial, la dispersión es total. Hay liberales en el Pacto Histórico, liberales en nuestra coalición, terminarán liberales en la consulta derecha - uribista... es un final muy triste para un partido que tanto le aportó a Colombia. Obviamente es la consecuencia de unas decisiones equivocadas que se tomaron de acompañar la elección de Duque en la segunda vuelta, y acompañar la agenda de derecha en estos tres años y ahora están pagando las consecuencias.
¿César Gaviria está drenando el capital político del liberalismo y lo condena al ostracismo?
Desde hace tiempo lo señalo. Reconozco que para la democracia es muy importante que para la democracia colombiana se fomente la fortaleza de los partidos políticos tradicionales en conjunto con los nuevos y alternativos. Pero para eso hay ciertos individuos que deben dar un paso al costado.
¿Cuál será el eje de su presidencia?
Nosotros estamos planteándole al país la necesidad de tres grandes acuerdos en Colombia a partir del 2022. El primero es un estamento social, ya que la principal prioridad debe ser la lucha contra la pobreza y la desigualdad. No podemos seguir en esta situación que es intolerable. Tenemos el doble de pobres extremos de hace 3 años y somos los subcampeones en materia de desigualdad, pero aquí parece que no pasara nada.
El segundo es un tema institucional: la reforma política y de la justicia que se necesitan para tener un Estado que funcione y que sea capaz de resolver los problemas de la gente.
Y, por último, en el ámbito territorial necesitamos sacar del papel y hacer realidad la autonomía y descentralización de las regiones. Eso no se hace creando burocracia, eso es con recursos, necesitamos barajar y volver a repartir los recursos públicos. Meter en la misma bolsa el las regalías, los recursos de participación y los ingresos directos de la Nación, y construir un nuevo pacto fiscal en el país que redistribuya las competencias de la nación, departamentos y municipios.
Visitamos el #CanaldelDique con @jhernandeza, un brazo artificial del Magdalena que ocasiona serios problemas económicos y ambientales por la sedimentación. El canal demuestra el daño que ocasiona la centralización en nuestro país, las regiones merecen mayor autonomía territorial pic.twitter.com/PwQ0zEqH28
— Juan Fernando Cristo (@CristoBustos) December 2, 2021
Territorios, regiones y distritos, como Cartagena, han perdido en los últimos 20 años más de 100 billones de pesos que se han quedado en el Estado central. Esa situación se tiene que reversar para poder hablar en verdad de descentralización, lo demás es carreta.
Juan Fernando Cristo.
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