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Análisis: Petro, ¿televisor de 30 millones y lujos para vivir sabroso?

Compras de artículos para las residencias oficiales han levantado callos por los costos y la suntuosidad. Analistas responden si se trató de un eventual derroche.

La Presidencia de la República, representada por Gustavo Petro, atraviesa una de sus más grandes polémicas a dos meses de haberse posesionado. En la calle, en los mentideros políticos y en las redes sociales, el Gobierno ha sido blanco de críticas y señalamientos, por parte de detractores y hasta de simpatizantes, luego que se conocieran los detalles de una compra controversial. (Lea: Petro y Dau, en reunión clave para combatir la inseguridad en Cartagena)

Las compras que superan los 100 millones de pesos son elementos del hogar como televisores, licuadoras, planchas, cojines, cortinas y edredones para dotar las residencias del presidente y su familia, y la vicepresidenta, Francia Márquez.

Estas operaciones fueron realizadas desde el Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre) a través de un contrato por $93.084.400 y otro por un valor de aproximadamente $80.000 millones. El director de este departamento, Mauricio Lizcano, también ha estado en el ojo del huracán por sus múltiples planes de austeridad que hoy se ven opacados por los altos costos, sobre todo, de un televisor de 85 pulgadas con un precio de cerca de 30 millones de pesos.

“Todo fue cuestión de igualdad”

El presidente Gustavo Petro salió en defensa de su Gobierno a través de su cuenta de Twitter. “¿Sabían que compra de colchas, cobijas y sábanas tenía como uno de sus propósitos que las personas del servicio tuvieran las mismas comodidades que los huéspedes en el Palacio de Nariño?”.

Pero sus precisiones no bastaron para despejar la polémica, más cuando se conocen detalles más específicos de la compra, como por ejemplo: la compra de juegos de cama de 300 hilos por $2,5 millones, cobertores de la misma calidad por $3,2 millones y un plumón de tela de microfibra de casi $1 millón; cuatro fundas de almohada que juntas le valieron al Estado $2,5 millones, igual número de cobertores para las camas por $11,5 millones y otro combo de cuatro cojines por $2,5 millones.

Las cortinas fueron otra de las compras polémicas junto con una lista, que es de carácter público, donde aparecen también otros artículos como una cubierta vitrocerámica eléctrica de $7,3 millones; dos licuadoras por $1,8 millones; tres planchas de ropa por $754.400 cada una, calentadores de $2,7 millones, una vaporera de $463.600 y un sartén antideslizante de $399.900.

Según Petro, todas las compras se revisaron para que no se presentaran sobrecostos, comparó sus gastos con los gobiernos pasados y explicó que todos los bienes adquiridos son públicos y no pertenecen al presidente.

“El costo de rehabilitación de las casas de huéspedes en que efectuó mi Gobierno es diez veces más bajo que en el 2014 y tres veces más bajo que en el 2018. Ningún bien comprado pertenece al presidente, son inventariados y hacen parte de los bienes públicos de la Nación”, concluyó.

¿Es una contradicción?

Muchos están indignados por la compra de objetos tan caros como un televisor que cuesta más que un carro usado y edredones pomposos de pluma de ganso, por lo que piden la renuncia de Lizcano, pues precisamente el actual Gobierno se vendió en campaña como el “Gobierno del cambio y la austeridad”. Solo en ropa de cama y elementos decorativos, Presidencia gastó casi $80 millones.

Además, hay muchas críticas por la presunta corrupción y el supuesto despilfarro que ya invitan a los entes de control a analizar. Por otro lado, hay reclamos porque el discurso animalista del presidente Petro iría en contravía con dormir sus noches sobre plumas de ganso.

“Sí hubo cambio, pero de televisores, sábanas y plumones de ganso”

Federico ‘Fico’ Gutiérrez.

Aunque Mauricio Lizcano haya justificado las compras y resaltado que todo se hizo con transparencia, el ruido no cesa. “Amoblar las casas privadas es un deber del DAPRE luego de previas solicitudes de los jefes administrativos de cada casa y todas las compras como en este caso, se hacen a través de la tienda virtual de Colombia Compra Eficiente, un mecanismo transparente”.

La senadora del Centro Democrático, Yenny Rozo, expuso a El Universal que lo sucedido es: “Una doble agenda, un doble discurso, al justificar sus actuaciones bajo la premisa que las anteriores administraciones también lo hacían. ¿Entonces cuál es el cambio que ofrecieron en las urnas? ¿La lencería en pluma de ganso que trasfondo ambiental y animalista tiene?”.

Y propuso: “Deberían dar el ejemplo comprando productos para la casa presidencial de industria nacional, pero las adquisiciones todas son de productos importados. Los colombianos votaron por un candidato que se alojó en las casas humildes del Choco y ahora pretende amoblar la residencia presidencial con pompa y lujos, es decir la humildad de los colombianos fue utilizada para engañar a un electorado”.

Hay ciertas voces que defienden que ni Gustavo Petro ni Mauricio Lizcano son responsables de las compras y siguen siendo adalides de la austeridad, por lo que señalan a funcionarios administrativos de la Casa de Nariño. En este grupo está Wilson Arias, senador del Polo Democrático y miembro del Pacto Histórico, quien solicitó a la Contraloría General de la República a que investigara el tema.

“El problema es el mensaje”

Con respecto a las polémicas compras, Agustín Leal Jérez, analista político y columnista, indicó que el problema no radica en la suntuosidad o en el lujo acostumbrado que hay en las casas presidenciales como un simbolismo para los huéspedes que recibe, sino que es una contradicción. “El Gobierno Petro está pidiendo un sacrificio bien grande a los colombianos, de clase media y alta, a los industriales y a los empresarios, con una reforma tributaria bastante onerosa, por lo que no se justifican gastos tan ostentosos”, opinó.

Y agregó: “Desde el punto de vista contractual si no veo ningún problema. No hay indelicadezas. Pero sí hay mucha inconveniencia que no estudiaron y que es un gran riesgo para un gobierno que, como dicen los teóricos, solo tiene una oportunidad para demostrar su valía al ser gobiernos basados en reivindicaciones populares muy fuertes. Las esperanzas y expectativas de la gente no se alinean con este tipo de compras y sí con la austeridad”.

Para el politólogo y docente de la Universidad del Norte, Luis Trejos, esta polémica ha desgastado al Gobierno y lo ha metido en una discusión que lo aleja de los temas importantes. “Se esperaría que haya más asertividad y efectividad a la hora de comunicar gastos posiblemente suntuosos pero justificables, pues se destinan a la casa de huéspedes ilustres. Pero si la transparencia no se explica se termina provocando una percepción de derroche o elitismo, por parte de un gobierno que prometió transformaciones y austeridad en el gasto público”.

Para Trejos, en el futuro el Gobierno debe enfocarse en la mejora de sus equipos y canales de comunicación para que anticipen este tipo de situaciones y consideró que justificar las compras con lo hecho por anteriores presidentes es un error: “Es una muy mala justificación porque se presentaron como una alternativa o un cambio a lo tradicional, y no se puede cambiar para seguir igual”, aseveró.

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