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Romper las cadenas

Parece que en la ciudad estuviéramos atados a múltiples cadenas que perpetúan condiciones de pobreza, exclusión y miseria. Algunas con factores generadores que vienen desde La Colonia, otras que se han venido creando en las últimas décadas y otras más de reciente funcionamiento y agudización.

Son un conjunto de mecanismos que en muchos casos se retroalimentan, en otros se complementan y en algunas circunstancias se presentan en forma conjunta. Uno de esos pocos elementos que inciden en todo el conjunto de la sociedad y prolongan el estado de cosas que tenemos es la educación, en especial en la forma que ocurre con los sectores de mayor pobreza en nuestra ciudad y en especial en las comunidades rurales, tanto de la zona norte como de la bahía e islas.

El Ministerio de Educación ha catalogado las instituciones educativas en cinco categorías: A+, A, B, C y D, siendo las dos últimas las de más baja calidad en todos los segmentos calificados. De acuerdo con los resultados de las pruebas Saber 11, el 82% de los colegios oficiales se ubican en las categorías C y D. Para el año 2021, el 67% de los establecimientos públicos se ubicaron en la categoría D, a esto se le debe agregar que en los estratos 1, 2 y 3 el 82% de los niños, niñas y adolescentes estudian en colegios oficiales y en las comunidades rurales son casi el 100%. A lo anterior hay que agregar que el 100% de las instituciones educativas oficiales de las zonas rurales están en la categoría D.

¿Hay otra forma de dilapidar los talentos y las capacidades de una población que ha estado perpetuando una mala educación?, ¿esta no es una forma de decirle a los niños y niñas que la educación no ofrece esperanzas ni oportunidades, y mucho menos un futuro diferente?

Nuestras comunidades rurales e insulares han vivido históricamente rodeadas de enormes bienes y recursos naturales, ambientales y paisajísticos, pero encerrados en su pobreza que se refuerza año tras año con una educación de muy baja calidad. Esta cadena se debe romper y para ello existen diferentes mecanismos, que operan si se asumen unos mínimos de compromisos desde el Estado, las instituciones y la familia. Existen instrumentos que si se implementan, pueden empezar a cambiar el panorama, por ejemplo, ¿por qué no se hace un esfuerzo en cualificar la formación de jóvenes de las mismas comunidades y sean ellos los docentes?, ¿por qué no se universaliza la educación desde el primer año de edad?, ¿por qué no se mejora la infraestructura y dotación de los establecimientos, incluyendo los comedores escolares?, ¿por qué no se es más exigente con el cumplimiento de la jornada escolar y la asistencia por parte de los docentes?, ¿por qué no se garantiza a los niños unas sillas adecuadas y funcionales?, ¿por qué no se hace un esfuerzo para hacer más pertinente la formación conforme a las condiciones del contexto, y con los retos y demandas del mundo de hoy y en especial del mañana?

*Sociólogo.

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