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El Centro en declive

El Centro se está poniendo maluco, y esto no es fácil decirlo, pues su natural belleza, que todo lo ha soportado, aún mantiene ese encanto mágico que le ha merecido tantos elogios.

En la edición de hoy ofrecemos un informe que muestra el estado de postración en que se encuentra el Centro amurallado y las áreas que lo conectan con el antiguo arrabal, a propósito de la visita que hizo el periódico en compañía de la Fundación Centro Histórico y la Junta de Acción Comunal de Getsemaní.

El acelerado deterioro del casco histórico y sus zonas de influencia llevaron a que desde esta tribuna se calificara, y duele decirlo, como un sitio que va camino a convertirse en lugar perrata.

¿Cómo es posible que el patrimonio urbano más importante de Cartagena de Indias desde los aspectos cultural, histórico y turístico se vea hoy como un suburbio abandonado a su suerte, sin dios ni ley, como si no tuviera quien lo quiera?

¿Hay alguna persona o institución que en la Alcaldía le importe en lo que se está convirtiendo el Centro Histórico, que parece que se cayera a pedazos sin que haya viso alguno de recuperación?

Plazas, parques, calles y camellones se apagan en el abandono y la fealdad, derruyéndose ante la mirada impertérrita de sus habitantes y autoridades, a los que parece pesarles ese organismo que sigue encantando, pero que va perdiendo lustre a pasos agigantados.

Si nos centramos sólo en las afectaciones materiales, registros sin tapas, bancas de mármol averiadas, estatuas sin lustre, huecos por doquier y demás ‘trampas humanas’ con las que se topan residentes y turistas, son tan frecuentes que no es posible entender que no haya demandas de daños y perjuicios causados por accidentes tanto peatonales como vehiculares. Se valora el interés de algunos vecinos por tapar esos huecos o poner palos y otras advertencias improvisadas; pero ese no es el deber ser.

Hace días mostramos imágenes del atentado contra le estética y la salubridad en que se ha convertido el Parque de Bolívar, que cuando estuvo en manos o bajo el liderazgo de Raimundo Angulo como presidente del Concurso Nacional de Belleza, merecía toda la atención y era otro atractivo del casco histórico. Pero, desde que retornó a las manos del Estado local se perdió para la belleza y el bienestar de tantos ciudadanos que lo visitaban con frecuencia, y en donde se disfrutaba de las improvisadas y picarescas tertulias de cartageneros simpáticos e ingeniosos.

No mejor suerte han corrido otros espacios públicos, como la Plaza Santo Domingo, ya sin sus famosos faroles; o el Camellón de los Mártires, cuyas bancas, destrozadas por la mala educación y el vandalismo indolente, le hacen juego perfecto a las basuras que rematan ese cuadro tétrico de rancio desaliño.

Esa inercia mustia tiene que parar. El Centro se está poniendo maluco, y esto no es fácil decirlo, pues su natural belleza, que todo lo ha soportado, aún mantiene ese encanto mágico que le ha merecido tantos elogios.

Hacer algo ya, como encargar a una entidad experta en el manejo de semejante tesoro, no da más espera.

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