Como efecto de la pandemia las haciendas regionales quedarán exhaustas. A pesar de los esfuerzos de los ciudadanos por procurar cumplir con las obligaciones tributarias, el golpe continuo a las economías de las familias y empresas va menguando la capacidad de lograr las metas oficiales de recaudo.
En medio de esas realidades resulta loable la decisión de haber extendido el plazo de vigor de descuentos para facilitar el pago del impuesto predial que decretó el gobierno distrital. Sin embargo, cabe considerar más estrategias para recaudar exponencialmente en tiempos pandémicos.
Al Distrito le urgen recursos ya; la medida recientemente implementada, tal y como quedó redactada, ayuda a recaudar algo de lo que normalmente se logra cada vigencia anual; pero para estimular el pago de cartera vieja en mora no es efectiva.
El Distrito puede considerar volver a aplicar amnistía similar a la del año anterior, con quita de intereses y rebajas de capital de vigencias pasadas por la persistencia de la pandemia, y las inmensas afectaciones al empleo y al tejido empresarial. Se dirá que no es justo que los cumplidos sean menos premiados que los que no han pagado sus obligaciones con el fisco local, pero de lo que se trata es de ser pragmáticos e incentivar la llegada de recursos a las arcas distritales por una razón que es rotundamente excepcional, como es la emergencia que estamos experimentando.
Con esa misma perspectiva, pero a mediano plazo, hay que poner el énfasis en el potencial de Tierrabomba, tal y como se discutió hace unos días en el Concejo, plenaria en que la secretaria de Hacienda comentó que se podría facturar este año $5.300 millones de pesos por predial, sujeto a depuración, pero que solo se recaudaría un monto de $150 millones. En verdad que es una cifra pírrica en la medida que un barrio mediano de la ciudad, que equivale en territorio a un minúsculo porcentaje del área de Tierrabomba, contribuye con un valor similar o mayor, con lo cual el potencial de tributación de esa isla es inimaginable. Tanto que pueden plantearse múltiples formas de acelerar la contribución económica de los propietarios o tenedores de predios en esta, si se propicia su desarrollo estratégico, urbano, social y humano sostenibles al mínimo costo para los gobiernos nacional y distrital.
A nivel internacional hay suficientes modelos de cómo volver una isla un sitio que combine lo paradisíaco con lo moderno, en armonía con el medio ambiente y preservando los derechos de las comunidades que la habitan.
El Distrito podría constituir un Fondo en el que se reciban los recursos provenientes de valorización, plusvalía y otros impuestos o contribuciones, para que los recursos se destinen sustancialmente a mejorar la calidad de vida de las comunidades allí residentes y para reforzar el plan de erradicación de la pobreza. No hay tiempo que perder.