Delicada la situación que se ha presentado con el fracaso del proceso de licitación por el cual el Gobierno, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, proyectaba adjudicar el contrato para la impresión, suministro, custodia y distribución de libretas de pasaportes, pues fue declarado desierto.
Esta decisión, independientemente de las razones que la justifiquen, pone en riesgo la disposición de las libretas de pasaportes que se requieran, de agotarse el inventario que existe y de no resolverse el asunto, estando a las puertas de la conclusión del actual contrato, que vence el próximo 2 de octubre.
El dilema que tenía entre manos la Cancillería no era de poca monta. Se trataba de decidir si, a pesar de los señalamientos de favorecimiento al actual contratista, Thomas Greg & Sons (TGS), proveniente de distintos sectores, pero principalmente de los demás oferentes en el proceso licitatorio fallido, debía o no mantenerse en la adjudicación al referido único oferente, en la medida que los demás concursantes se fueron retirando por no colmar los exigentes y calificados requisitos, que solo parecía cumplir TGS.
La cancillería tomó el riesgo mayor, esto es, declarar desierto el concurso, con lo cual se somete a la posibilidad de la prosperidad de una demanda de TGS, pues no parece haber norma que faculte a descartar este proceso si hay un concursante que llene los requisitos.
Pero, lo que más preocupa son los efectos de afrontar la tremenda contingencia de no poder asignar a un contratista tal contrato, así fuere TGS, una vez concluya el vigente, con lo cual por primera vez en la historia los colombianos sin pasaporte, o ad portas de su vencimiento, podrían encontrarse con las consecuencias de no poder viajar al exterior.
La Cancillería ha enviado un mensaje de tranquilidad al afirmar que está preparándose para decretar en los próximos días la urgencia manifiesta para adjudicar el contrato, por 12 meses; sin embargo, se está navegando en un mar incierto.
En efecto, sea lo que se vaya a hacer, la clave será garantizarle al país que el mismo o un nuevo contratista mantendrá o mejorará la calidad, pertinencia y los estándares tecnológicos y de seguridad de las libretas de pasaporte que actualmente se están expidiendo, incluido el chip electrónico que traen, todo lo cual permitió a la cancillería lograr en los últimos lustros que los colombianos fuéramos liberados del tedioso visado por decenas de países.
No nos imaginamos, por ejemplo, que haya que volver a solicitar la visa Schengen para entrar a Europa debido a un retroceso en esos estándares que exige la UE.
Conviene, además, que la Procuraduría señale si las condiciones fijadas en el fallido concurso fueron establecidas o no desde hace muchos años, con lo cual no habría cambios, alteraciones ni condiciones nuevas que excluyeran injustamente a otros oferentes.