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Motos en contravía

“Esta hipótesis tiene todo el sentido. Incluso, aunque después de las investigaciones los hechos resultaren de otra manera, no cambia una situación (...)”.

Impresionante y doloroso el accidente acaecido en la mañana de ayer que dejó dos mujeres muertas y cuatro heridos en la Vía del Mar, en La Boquilla. Hasta el momento, la versión dominante fue narrada a este diario por el abogado del conductor del vehículo que embistió a las dos víctimas fatales.

Narró el penalista Cristian Torres que su representado se dirigía por el carril izquierdo hacia Cartagena para llevar a su sobrino al colegio cuando, siendo las 5:45 de la mañana, pasando el último puente y la curva de la Vía del Mar, entrando a La Boquilla, el conductor de una moto de color negro y manubrios rojos iba en contravía, y al procurar esquivarlo viró a la derecha perdiendo el control del automóvil, yéndose contra los árboles donde las víctimas esperaban un transporte. Según el abogado, el motociclista huyó de la escena del accidente.

Tal como lo informamos, la hipótesis que se viene manejando en torno al accidente que le costó la vida a Sadys Iriarte González y a Elena del Carmen García Gómez, es que el motociclista salió de La Boquilla para dirigirse a Tierrabaja en trayecto contrario por la Vía del Mar.

Esta hipótesis tiene todo el sentido. Incluso, aunque después de las investigaciones los hechos resultaren de otra manera, no cambia una situación palpable y que ya ha sido objeto de noticias en nuestro diario: decenas de motos cruzan en contravía la Vía del Mar desde inicios de La Boquilla hasta Tierrabaja, lo que se repite más adelante, en la bifurcación que separa el camino hacia el primer peaje que abre vía a Barranquilla, de la que da acceso hacia Pontezuela, Bayunca y La Cordialidad.

Se puede decir que en esa parte de la ciudad, correspondiente al trayecto inicial de la Vía del Mar hasta antes del primer peaje, en la práctica es ‘tierra de nadie’. Además, las motos en contravía por las bermas de izquierda y derecha de la Vía son permanentes y los conductores de vehículos se ven obligados a apelar al zigzag con el fin de esquivarlas.

El problema es mayúsculo porque esa ausencia absoluta de autoridad encuentra su primera explicación en que el Departamento Administrativo de Tránsito y Transporte (DATT) en la Zona Norte carece de jurisdicción, por tratarse de una carretera nacional cuyo control vehicular corresponde a la Policía de Carreteras, que no suele ejercer presencia allí.

La infracción por cuenta de los conductores de motos es una constante; tal, que los vecinos que se comunicaron con este diario coincidieron en calificar este accidente como otra “crónica de una muerte anunciada”.

¿Es necesario que haya otra tragedia como la de ayer para que las autoridades competentes apliquen la norma sancionatoria de transporte a quienes infringen de manera tan protuberante, permanente y temeraria las prohibiciones más elementales, como conducir en vía contraria o pasar de una calzada a la otra sin usar los retornos habilitados para tal efecto?

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