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Mexicanos y colombianos

“Es instintivo pensar que la causa del trato degradante que reciben turistas colombianos por oficiales de migración mexicana es lo que sucede en el Tapón del Darién, donde miles...”.

Está bien que el presidente Gustavo Petro se haya reunido con el de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Importante conocer, de lo que admita el obligado sigilo diplomático, qué conversaron y, sobre todo en relación con el maltrato que las autoridades migratorias mexicanas les propinan a colombianos, que no van a cometer delitos, sino a conocer ese gran país que tanto nos atrae.

Se sabe que el extenso y amigable diálogo se dio en torno de temas dirigidos a fortalecer la relación bilateral, así como a asuntos menos agradables, singularmente sobre el tráfico de drogas, tan intenso entre ciudadanos de ambos países. Es seguro que México atenderá favorablemente la convocatoria que hará el presidente Petro, para la realización de una reunión de alto nivel en América enrutada hacia la anunciada propuesta de cambio en la política de drogas.

Pero es indispensable que se apresure un acuerdo de cesación del maltrato a los turistas colombianos en México, en donde se les inadmite sin razón aparente, lo que se agrava con la inmerecida e innecesaria humillación que reciben, lo que supone un desprecio inadmisible entre naciones que gozan de tan profundos lazos históricos y culturales. Absurdo que los nuestros sean rechazados con infame ultraje de su dignidad.

De cara a las sesiones de trabajo que se iniciaron en el consulado en Ciudad de México, se espera que haya una exigencia respetuosa, como manifestación de buena voluntad entre dos gobiernos que son ideológicamente más que coincidentes, de cesar ya el uso del famoso ‘cuarto de rechazo’ al que son llevados turistas que no pasan el control migratorio, en donde se les impone la absoluta incomunicación, en condiciones deplorables, hasta que son deportados a sus países de origen. Es, en la práctica, un calabozo que tienen que padecer personas decentes que son tratadas cruelmente.

Es instintivo pensar que la causa del trato degradante que reciben turistas colombianos por oficiales de migración mexicana es lo que sucede en el Tapón del Darién, donde miles de colombianos cruzan hacia Centroamérica, lo que llevaría a que los mexicanos supongan que nuestros compatriotas llegan allá con el único objetivo de cruzar el Río Bravo; pero esto es inadmisible, pues en tal caso, con base en el principio de reciprocidad, uno de los más importantes del Derecho Internacional Público que rige a las naciones, nosotros tendríamos que formar un ‘cuarto de rechazo’ para darle un trato equivalente al que en México le están dando a algunos de los turistas colombianos, si consideramos el gran daño que los carteles mexicanos le están propinando a la paz y la seguridad de nuestro país y, singularmente, a Cartagena de Indias. Esto también sería inadmisible.

Pero las relaciones de hermandad de las que hablaron AMLO y Gustavo Petro están lejos de ser lo que nuestros compatriotas viven en los aeropuertos mexicanos.

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