En un día como hoy, hace 200 años, las últimas tropas españolas dejaron para siempre el suelo de lo que sería la República de Colombia. El 10 de octubre de 1821 la naciente nación celebró, en el puerto de Cartagena de Indias, la independencia definitiva del Reino de España.
A pesar de esta verdad incontrastable el país andino decidió que la fecha oficial sería el 7 de agosto de 1819, esto es, dos años antes de la salida final de las últimas tropas realistas, pues los sucesos que cuenta corresponden a hechos acaecidos en el interior del país, en Boyacá.
Se omite, incluso, reconocer como fecha del primer grito jurídico y formal de libertad el 11 de noviembre de 1811, con la contundente declaración de independencia absoluta proclamada por los patriotas, también en suelo de Cartagena. En injustificada sustitución de esta heroica fecha, los libros de historia dictados desde el altiplano cundiboyacense indican que el primer grito de independencia ocurrió el 20 de julio de 1810, que en verdad fue una declaración simbólica y parcial, que no tuvo la radicalidad y consistencia de la suscitada en nuestro suelo.
Por supuesto que la Batalla de Boyacá, comandada por el Libertador, fue decisiva aquel 7 de agosto, pero todavía tuvo que correr mucha sangre en el resto del territorio nacional para que el brigadier Gabriel de Torres arriara la última bandera de la monarquía que encarnaba Fernando VII.
Contar, difundir y celebrar la historia tiene la ventaja de sacar del pequeño círculo de los intelectuales admirables, los relatos que contribuyen a construir y consolidar la identidad nacional alrededor de figuras reales que inspiran sentimientos de coraje, pundonor, sacrificio y valía, alrededor de emociones que se comparten colectivamente a través del conocimiento que, por cierto, se ha buscado consistentemente en erradicar de la enseñanza primaria y secundaria, de cuyos salones la historia de Colombia ha pasado a un penoso quinto lugar, como si desanimar su comprensión favoreciera la expansión de intereses dominantes que desprecian la capacidad de razonar con autonomía crítica.
¿Cómo formar ciudadanía con currículos vaciados del conocimiento de las bases fundantes de la nacionalidad?
En tiempos de feroces revisionismos, en los que reescribir la historia parece inevitable, habría que exigir desde Cartagena a quienes están oficiándose en semejante empresa, que en vez de difundir presunciones que pudieran no tener bases irrefutables, comiencen por dilucidar qué hechos de la Campaña Libertadora tendrían que valorarse objetivamente como primarios y definitivos, con lo cual tal vez las fechas más relevantes y, por qué no mencionar una frivolidad, los dos días de fiesta más importantes de las celebraciones civiles, serían el 11 de noviembre y el 10 de octubre, ambos inherentes a sucesos portentosos de la historia de Cartagena de Indias.