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La protesta de ayer

“Duele que se esté imponiendo la especie de que, si no hay cierre de avenidas o corredores estratégicos para propinar la mayor molestia a los ciudadanos...”.

La protesta de ayer, convocada por líderes sociales, activistas y detractores del alcalde William Dau, denominada ‘Gran plantón distrital ciudadano’ contra la administración de ‘Salvemos juntos a Cartagena’, deja varias lecciones.

La primera es que la apatía a este tipo de expresiones de participación ciudadana se mantiene dentro de la cultura cartagenera, que no suele movilizarse salvo para la defensa de los intereses obreros, de minorías étnicas o de consignas de colectivos progresistas o por temas de alcance nacional.

La baja asistencia a la marcha demuestra que la convocatoria no tuvo el eco anunciado; por el contrario, indica que los cartageneros, aun cuando pudieran no estar plenamente satisfechos con la gestión del alcalde y su gabinete, no parecen dispuestos a hacerse parte de movilizaciones que podrían tener algún cariz político o que supongan denostar contra una administración que tal vez ven como ineficiente, pero no deshonesta.

La segunda es que le pesa mucho a la ciudad toda protesta que incluya bloqueos de vías. De hecho, duele que se esté imponiendo la especie de que, si no hay cierre de avenidas o corredores estratégicos para propinar la mayor molestia a los ciudadanos, la protesta no causará ningún efecto. Es decir, se les está trasladando a los ciudadanos sencillos los males que le protestan los inconformes a los gobernantes, lo que demuestra el error sustancial que cometen las autoridades al permitir el abuso de quienes han decidido que cortar la movilidad es un derecho, a pesar de estar tipificado como delito, o quienes aúpan las vías de hecho con su mal ejemplo.

Hay que aclarar que, en cuanto a la de ayer, al menos los protestantes acordaron, a partir de ciertas horas, habilitar carriles o pasos humanitarios para que el tráfico vehicular no se detuviera absolutamente.

La tercera es que el alcalde no quiso entender el mensaje implícito de la protesta. Más allá de si fue o no politizada, como él lo alegó, lo cierto es que hay un creciente rechazo, si no en las calles, sí en medios virtuales donde la gente también se expresa. El alcalde tiene que evitar al máximo que crezca la sensación de que, en obras y desarrollo sostenible, este será otro cuatrienio perdido.

Finalmente, si se concreta lo que el abogado y veedor Héctor Pérez Fernández aseguró al término de las protestas en el sector El Amparo, es posible que haya habido una conquista positiva de los manifestantes, en cuanto a que tuvieron comunicación con el Gobierno nacional para establecer una mesa técnica de trabajo, escenario donde estarían convocados líderes de la ciudad, delegados del presidente Gustavo Petro y de la administración distrital, para afrontar los más graves problemas de Cartagena, con la concurrencia de la Defensoría del Pueblo y otras entidades. Si esto ocurre, hay que procurar que de esa mesa salgan soluciones posibles o concretas.

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