Contra el asfixiante centralismo, que tanto daño le ha hecho al país y, singularmente, al Caribe colombiano, la constitución de una institucionalidad dirigida a integrar los ocho departamentos costeños tiene que ser una prioridad.
En esa línea, esta semana se ha fortalecido el viejo anhelo de la Región Administrativa y de Planificación del Caribe (RAP Caribe), aprovechando las bondades que introdujo al régimen de regionalización la Ley 1962 de 2019, que rectificó el menoscabo que nos propinó la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial (1454 de 2011), que le privó a la unión de departamentos fuentes ciertas de financiación.
Ahora se puede reclamar del Gobierno nacional partidas para cofinanciar el cumplimiento de las atribuciones conferidas a las RAP, así como recursos de cooperación internacional, del crédito público, y mediante alianzas público-privadas.
Para fortuna de ese sueño de integración, los gobernadores de la Costa este miércoles, en Barranquilla, han designado a Amylkar Acosta Medina (para orgullo nuestro, columnista de este diario), como gerente de la RAP Caribe, quien propuso enseguida la promoción de un circuito turístico que involucre a los ocho departamentos.
A no dudarlo, otros temas en los que tendrá que centrarse son la pobreza, la seguridad alimentaria, la conectividad vial, férrea y fluvial, el desarrollo social, ambiental y productivo sostenibles, constituir la prometida comisión de expertos para revisar y proponer un revolcón en los tributos territoriales, y vincular a San Andrés y Providencia a esta integración.
Tal como lo señaló el presidente de la RAP Caribe y gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, la consolidación de la RAP debe ser el paso previo a una Región Autónoma. Para tal fin, hay que construir una institucionalidad pequeña, pero fuerte, que prontamente formule un plan estratégico regional en el que se identifiquen y prioricen proyectos de impacto regional, incluidos aquellos que tienen que ver con el desarrollo humano y la identidad de nuestros pueblos, todo ello signado por el propósito de contribuir a una sincera, equitativa y provechosa integración mediante la sana e imparcial articulación entre los departamentos costeños y entre estos y los despachos que conforman el Gobierno nacional.
Una voz armónica, cohesionada y fuerte frente a Bogotá conferirá mayor capacidad de influencia, credibilidad y capacidad de interlocución en procura de mayor justicia entre las regiones.
Hay que aprovechar el origen costeño del presidente Petro para la reinstalación de la Misión de Descentralización. Si se logra conformar un bloque unido que restituya el impulso descentralizador de los años 80, fortalecido con la Constitución del 91 y sus desarrollos en el régimen inicial de participaciones y regalías, será el mejor legado de los actuales gobernadores.