El pasado 4 de junio El Tiempo publicó un mensaje del embajador de la China en Colombia, Lan Hu, en el que se refiere a cómo lograr la seguridad común a nivel global en tiempos en que no ha concluido la pandemia, sucede la crisis de Ucrania, y el entrelazamiento de amenazas de seguridad tradicionales y no tradicionales, con lo cual la paz y el desarrollo enfrentan grandes desafíos.
Revela el embajador Hu que para el presidente Xi Jinping la situación de Ucrania es preocupante y que su país está inquieto por el estallido de una nueva guerra en Europa. Pero resulta muy interesante que el embajador afirme que China considera imperativo respetar la soberanía e integridad territorial de todos los países, así como acatar los propósitos y principios de la Carta de la ONU, tomando en serio las preocupaciones razonables de seguridad de todos los Estados y, especialmente, apoyando los esfuerzos que contribuyan a la solución pacífica de la crisis.
Esa clara carta del vocero oficial del gigante asiático en nuestro país resulta muy importante, y envía un mensaje de tranquilidad frente a todas las dudas que ha generado la conducta de China frente a la decisión adoptada por Vladimir Putin de invadir Ucrania semanas después de que se reuniera con el presidente Xi Jinping, el 4 de febrero en Pekín, para lanzar una iniciativa global conjunta dirigida a modificar el actual orden mundial que ha tenido a Estados Unidos como principal patrocinador, cuando el planeta ahora es, según esa visión, “multipolar”.
Esa declaración conjunta quedó bien resumida en la afirmación de Leonid Slutski, presidente del Comité de Exteriores de la Cámara Baja del Parlamento ruso, en cuanto a que la alianza de Moscú y Pekín marca una nueva era en las relaciones internacionales y establece los principios de interacción entre dos importantes potencias mundiales “... frente a la presión sin precedentes de países que han asumido el papel de faros de la democracia...”.
Lo cierto es que en este hemisferio ha costado trabajo aceptar que, cuando se produjo esa declaración conjunta, Rusia le hubiera ocultado a China su empresa bélica contra Ucrania. Precisamente, desde centros de pensamiento se ha sostenido que el premier chino ha rechazado expresamente la expansión de la OTAN en Europa pues en Pekín consideran que Rusia es también un poder asiático.
En todo caso, la realidad contribuye a darle ese voto de confianza a la posición oficial de Pekín, expuesta por su embajador, debido a las dificultades que la invasión a Ucrania ha irrogado a la recuperación económica global, que ha terminado golpeando a la misma China, lo cual amerita superar las prevenciones de occidente hacia esa super potencia que suscribió el manifiesto del 4 de febrero. Hay que confiar en la disposición de Pekín de perseguir la paz, pues no patrocinar aventuras bélicas de Rusia o de otras naciones resulta esencial.