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Fluyen obras del Dique

El gerente del Fondo Adaptación, Iván Mustafá, visitó ayer El Universal y reafirmó la responsabilidad de su entidad sobre todas las obras del Canal del Dique, incluyendo las dos esclusas, a cuya construcción el anterior gerente le escurría el bulto con distintos argumentos. El entusiasmo que manifiesta Mustafá con las grandes obras del Dique, vitales para la buena salud ambiental de la bahía de Cartagena y cuerpos de agua vecinos, además de para la navegación, es una bocanada de aire fresco después del ambiente de incertidumbre con este proyecto que salía antes de su entidad.

Nos quejábamos hace pocos días en este espacio de no saber nada de las obras de protección de los pueblos de Bolívar, que también se inundaron en los inviernos de 2010 y 2011, mientras que las de Santa Lucía (Atlántico) iban viento en popa, y Mustafá aclaró que nuestras poblaciones también serán atendidas de inmediato. Lo acompañaba el gobernador de Bolívar, quien se veía satisfecho con las explicaciones del anterior.

Dificultan todas las obras la compra de las tierras aledañas necesarias, que son más de 2 mil predios para todos los trabajos que se harán en el Dique. Como es natural, cada propietario pretende hacer el mejor negocio posible, y como no es extraño, algunos avivatos pretenden venderle “al gobierno” a precios imposibles.

La amenaza mayor a las obras de protección no es La Niña ni El Niño, sino los propietarios de tierras vecinas que insisten en horadar el terraplén con métodos artesanales para instalar mangueras de riego para sus tierras con las aguas del Dique. Mustafá aseguró que no se les negará el acceso al agua a estas personas, pero sí se les exigirá que las instalaciones sean formales y hechas con la técnica adecuada -y supervisada- para que no sigan poniendo en peligro los jarillones de protección.

Según Mustafá, la ingeniería de detalle de las dos esclusas del Dique, la de Calamar y la de Puerto Badel, estará lista en febrero de 2017, y en el último semestre de ese año se contratarían las obras, las cuales estarían listas en 2019.

El Fondo Adaptación tiene recursos suficientes hoy para arrancar la construcción de las esclusas, pero también contempla la posibilidad de que una APP, quizá la del río Magdalena, entre a poner dinero después para terminarlas.  Así como en el refrán atribuido a Deng Xiao Ping acerca del gato, que no importa de qué color sea mientras cace ratones, Cartagena, Bolívar y el país necesitan la garantía de unas esclusas que “cacen” lo suyo: que estén bien hechas, sean durables y bien empleadas para que nunca fallen, sin importar quién las maneje.

El Fondo Adaptación, con muy buen criterio, piensa hacer reuniones en Cartagena y Barranquilla para explicar todo lo anterior. Ojalá sea pronto para finiquitar la ola de rumores y tergiversaciones que crean malestar aquí y allá.

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