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El discurso en Santa Marta

“Pero la fuerza del ser colombiano, y su enorme y probada capacidad de resiliencia, imponen que miremos con ánimo y positivamente el ciclo por venir...”.

El presidente electo, Gustavo Petro, pronunció su primer discurso en los programados diálogos regionales, citado bajo el nombre de “Primer Diálogo Regional del Caribe, hacia el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026”, este jueves en Santa Marta. Tiene sentido analizar su intervención en tanto que dio unas pinceladas de lo que podemos esperar los gobernados para el primer año de gobierno.

Señaló que en su administración todo va a depender de la capacidad de movilización y acción de la sociedad colombiana. En tal sentido es claro que se propone orientar un gobierno en diálogo permanente con las comunidades, remarcando que fue elegido para protagonizar el cambio.

Es interesante comprender en qué consistirá ese cambio, pues es la materia de la incertidumbre que persiste en buena parte de la sociedad, singularmente la que no votó por la fórmula ganadora, y es el núcleo de lo que se definirá en los primeros 100 días a los que hizo referencia en el discurso, etapa en la que aspira a que el pueblo tenga capacidad de decisión en la construcción de ese cambio.

En todo caso, quedó claro que el escenario para construir las prioridades, inversiones y las acciones de gobierno será a través de los diálogos regionales en las mesas de concertación para la confección del Plan de Desarrollo del próximo cuatrienio, y no solo en los recintos del Congreso.

Tranquiliza el mensaje en cuanto a que esos diálogos descentralizados no lo serán solo entre quienes votaron por la fórmula ganadora; será convocada tanto la diversidad de la sociedad “popular” como la sociedad “privilegiada”, encontrándose para dialogar y ponerse de acuerdo a fin de confluir en soluciones comunes que reconstruyan la convivencia que echamos en falta los colombianos, pero priorizando inversiones.

El presidente electo dio trazos sobre lo que podemos entender por la paz total o “paz grande” de la que han hablado varios de los voceros del próximo gobierno. De esas pinceladas se puede recabar que, en tal sentido, el referido concepto sería sinónimo de “sociedad desarmada”.

Por lo tanto, el reto que se ha fijado el presidente electo conlleva a esperar que haya una fuerte labor para acallar las armas, tanto las que esgrimen los grupos guerrilleros como las bandas criminales.

Resultó interesante su visión sobre el crecimiento económico y el papel que debe jugar el Caribe en la generación de riqueza, singularmente con las energías limpias, la industrialización de la agricultura y la promoción del turismo.

En suma, pudiéramos concentrarnos en todo lo que puede salir mal en el próximo gobierno. Pero la fuerza del ser colombiano, y su enorme y probada capacidad de resiliencia, imponen que miremos con ánimo y positivamente el ciclo por venir, y no solo demos apoyo al nuevo gobierno en esos primeros 100 días; también que veamos qué otras oportunidades se abren en los nuevos tiempos.

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