Impresionan las cifras de Medicina Legal en el periodo enero - abril de este año, que muestran la inusitada violencia contra la mujer en Cartagena, pero singularmente contra las amas de casa. Ellas figuran como las principales víctimas en casi todas las modalidades de violencia, y no solo de pareja, sino también en violencia interpersonal, violencia entre otros familiares, al adulto mayor y en homicidios.
Por ejemplo, de los 270 casos de violencia entre parejas, 109 fueron amas de casa, lo que representa el 40,3% del total; o en la violencia interpersonal, en la que, del total de 233 casos, 74 fueron amas de casa; o en violencia ejercida por otros familiares distintos a la pareja, en el que una tercera parte las amas de casa fueron las víctimas.
Pero algo similar ocurre cuando se analizan los casos de violencia al adulto mayor, o con los homicidios contra mujeres, en los que más de la mitad se trató de amas de casa, con lo cual las estadísticas muestran un claro patrón de quiénes son las mujeres más violentadas en Cartagena.
Es inevitable concluir algo muy doloroso: la casa cartagenera no es lugar seguro para muchas mujeres que desempeñan el hermoso y sacrificado rol de amas del hogar. Todo parece indicar que las historias que suceden de puertas para adentro en las moradas familiares incluyen capítulos de dolor y también de horror, en los que la violencia física y la violencia moral tiñen de llanto, frustración y trauma la vida de mujeres que, o han optado, o les ha tocado, dedicarse a la gestión de la casa como principal actividad, esposas, madres e hijas que reciben la ira y la incomprensión de maridos y parientes desalmados.
El abuso de poder de quienes se creen con más derecho en los hogares, o porque son hombres, o porque llevan allí el sustento económico, o porque no comprenden el papel invaluable que las amas de casa juegan en la familia y en la sociedad, desencadena una sucesión de actos que difícilmente salen a la luz pública, o normalmente no son materia de investigación formal.
La importancia de la mujer en su insustituible rol de ama de casa, incluso cuando combina ese papel con el trabajo fuera del hogar, que hace su vida aún más sacrificada y compleja, merece la mayor atención del Estado y de la sociedad. ¡Cuánta falta hace contar con una política pública clara, actual, adaptada a los nuevos tiempos, que faciliten el abordaje de los asuntos de la mujer en su ámbito familiar!, valorando que la vocación de ama de casa no sea un papel secundario, sino como una respetable opción familiar y profesional como jefas de hogar y ciudadanas.
Respetar esa vocación, bien sea sola o combinada con otras actividades laborales y sociales, requiere una claridad en las políticas públicas del Estado nacional y el local que, al reivindicar esos roles, garanticen para las mujeres, singularmente las amas de casa, un entorno ajeno a las violencias que padecen.