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Vigilantes del fuego

El origen de los bomberos se remonta al año 22 a. C. en la antigua Roma, cuando el emperador César Augusto conformó un equipo de esclavos con la finalidad de sofocar los incendios. A estos se les llamó vigili del fuoco.

En el año 1518 el alemán Anthony Blatner construyó el primer carro de bomberos halado por caballos y solo fue hasta 1672 que el holandés Jan Van Der Heijden inventó la manguera flexible, lo que fue de gran utilidad ya que evitaba que los héroes se acercaran peligrosamente a las llamas. Los avances siguieron y en 1721 Richard Newsham patenta la primera bomba contra incendios operada por dos hombres.

Con el devenir de los tiempos el progreso científico fue cada día más significativo, hoy existe un gran número de insumos que hacen posible la difícil función de protegernos del peligroso fuego y permite que otras catástrofes se eviten con más efectividad y menos riesgo para quienes cumplen esa encomiable labor. Por eso se crearon carros especiales, ropa, herramientas y demás indumentarias que no representan un lujo, sino que son absolutamente indispensables para que se ejerza correctamente la misión de custodiar a la sociedad contra los incendios.

En ese panorama, es imperativo que el Estado, de manera prioritaria, invierta en dotación de calidad para los bomberos. Pues, una conflagración no solo interesa al propietario del lugar donde se suscita, sino a toda la comunidad. No en vano este tipo de hechos se consideran de peligro común, justamente porque tienen la facultad de extenderse rápidamente arrasando todo lo que encuentren a su paso.

Es lamentable la situación del Cuerpo de Bomberos de Cartagena. No existen las mínimas condiciones para cumplir eficazmente la labor: los carros son obsoletos, insuficientes y están en mal estado; el equipo humano no cuenta con trajes y calzados capaces de aislar el fuego; no hay equipos de protección respiratoria que son de uso obligatorio y cuya función es garantizar el aire respirable cuando se está atacando el incendio. Como si esto fuera poco, la planta física de las estaciones se les está cayendo encima. En las instalaciones no hay sillas y los baños no sirven.

En la cadena de responsables por este riesgoso escenario está la administración distrital, en cabeza del alcalde, la Secretaría del Interior y el comandante de Bomberos de Cartagena. Estos funcionarios están en la obligación de gestionar con prontitud los recursos necesarios para dotar de manera efectiva este cuerpo y lograr que cese la indefensión en que está la ciudad ante cualquier siniestro, sin duda previsible.

Ya son varias las noticias que han reportado el deplorable estado de cosas, por lo que, queda suficientemente actualizado el conocimiento a quienes garantizan la seguridad de la comunidad, para que mañana no traten de esconder su incuria, esa que tiene a los vigilantes del fuego abrasados de impotencia.

*Abogado.

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