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Tropical cannabis

Confieso que probé la Cannabis sativa (también los presidentes Kennedy, Obama, Pastrana lo hicieron) estando en la bahía de Cartagena, centro de nuestra actividades recreativas de niños, jugando entre las troneras del Fuerte del Pastelillo, a la edad de 13 años, cuando la sabiduría hebraica dice que el niño deja la adolescencia y se convierte en un hombre; momento en que se ha completado el desarrollo del organismo según esa milenaria cultura. Precisamente la palabra adolescencia significa adolecer de la infancia.

Ese día supe que esa yerba tan estigmatizada (aún lo es, cada vez mucho menos, por sus bondades) era una medicina, porque un sentimiento de benevolencia me invadió el alma y me sentí bueno y con confianza; pero también ese día me sentí pecaminoso, porque esa sustancia solo la usaban gente de baja ralea, que me dejo un complejo de culpa por ese ‘pecadillo’ cometido, producto de una travesura con los amigos, también adolescentes, vecinos de la avenida Miramar.

Muchos años después y adelantado 55 abriles en el tiempo, la Cannabis resulto siendo una medicina como exactamente mi intuición me lo había señalado. Parece ser que es un regalo de la naturaleza (estoy por creer que es el árbol del conocimiento del bien y el mal) por sus infinitos beneficios en el área de la medicina y el medio ambiente.

A pesar de eso la Cannabis contiene una sustancia sicoactiva, que puede ser fuerte y perturbar cerebros que no están aptos para el consumo, de donde se pueden derivar comportamientos no adecuados. Es por eso que su uso debe tener ciertas restricciones, al menos que la planta sea sometida a tratamiento científico, obteniendo semillas de excelente genética para que su uso sea muy benéfico para la salud humana, como ya está comprobado. Un amigo me decía muy jocosamente que su uso solo debe ser para ‘Big Leaguer’. De hecho, el cantante Daniel Santos tenía permiso del Estado para fumarla.

La planta es de las más captadoras de CO2. En un cultivo relativamente pequeño que no necesita grandes extensiones, se capta el carbono equivalente a cientos de hectáreas de bosques. Su cáñamo es la salvación de los arboles maderables y de la industria del papel, porque la fibra que sale de ella es de una calidad técnica como la de ningún otro papel producido (el de la caña de azúcar, por ejemplo afecta las impresoras). Que sirve para hacer parte de automóviles (BMW la usa), materiales de construcción no contaminantes: ladrillos, muros, cielo rasos, a muy bajos costos.

De allí mi visita a Palmira (Valle del Cauca), a la gran Tropical Cannabis SAS, uno de los emporios canavicultores, tal vez el más importante en Colombia, que ha hecho grandes avances científicos, con un laboratorio que tiene contacto permanente con las mejores universidades en USA, donde Tropical también tiene cultivos.

Arquitecto*

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