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Sin río y sin tren

El tiempo avanza y todavía no tenemos restablecida la red ferroviaria, abandonada hace décadas y en donde se ha dejado al país privado de ese fundamental medio de transporte. Mientras todas las naciones se dedicaron a fortalecer las redes férreas, en Colombia las acabamos y dejamos a nuestro sistema productivo privado de esa herramienta tan indispensable para el transporte de mercancías, pues no solo logra altos volúmenes de movilización, sino un esquema de costos bastante más bajo que el transporte por carretera.

Pero también acabamos la navegación por el río Magdalena, pues esa arteria fluvial que atraviesa la patria, se llenó de contaminación y sedimentación, haciendo imposible la navegación de gran calado.

Precisamente se acaba de anunciar que la licitación para la recuperación de la navegación ha sido declarada desierta, porque no se presentó ningún postor, en donde es fácil concluir que los esquemas de costos no fueron bien sustentados. Esta situación declara inmediatamente el proyecto como incierto, pues no sabemos qué piensa el nuevo gobierno y si los recursos seguirán disponibles para volver a estructurar el proyecto.

El no tener tren, ni tampoco navegación fluvial, hace que nuestras carreteras vivan destruidas, pues el peso de la intensa movilización de la carga, produce un desgaste enorme de los pavimentos y lamentablemente la eficiencia no es la que se nota a la hora de brindar el respectivo mantenimiento.

También es la causa de la congestión vial, ya que los vehículos de carga ocasionan enormes traumatismos derivados de su alto volumen de circulación.

Nuestros sistemas de transporte requieren con urgencia de una fijación de prioridades, pues la economía, cada vez mas globalizada, requiere de bajos costos de producción para que sea competitiva, en donde el factor de transporte pesa bastante, y si no es razonable, deja a nuestros productos por fuera del mercado, pues no solo se trata de la movilización de productos terminados, sino la de todos los insumos indispensables para su producción.

Tendremos en pocos días unos nuevos conductores en los organismos oficiales; vendrá el espacio para la fijación de prioridades, y estos dos frentes tendrán necesariamente que llamar la atención.

Colombia es un país con una topografía difícil y no podremos seguir dependiendo de unas carreteras que no son, ni suficientes, ni idóneas para estar en condición de garantizar el transporte eficaz.

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