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¿Cartagena sin escenarios para la cultura picotera?

Una vez más la cultura picotera vuelve a estar en riesgo, esta vez por el más reciente decreto expedido por la Alcaldía de Cartagena que restringe la actividad a bares, discotecas y por supuesto a los tradicionales picós que suenan con fuerza los domingos en populares sectores de la ciudad.

Nuevamente el gremio de la champeta, la salsa y la música afroantillana se ven afectados por una problemática que va más allá del fuerte sonido de sus amplificadores.

A lo largo de la historia, la cultura champetúa se ha enfrentado a problemáticas discriminatorias. “Me da miedo ir porque los picós son peligrosos”, “siempre se arman peleas”, son algunos de los comentarios que uno escucha cuando se habla de los populares bailes, que quieran muchos o no, son parte de nuestra esencia.

Desde las más lujosas fiestas privadas hasta en los barrios donde se come una o dos veces en el día, se escucha la champeta, y si es con ‘placas’, mucho mejor.

¿Nos quedamos sin escenarios para nuestra cultura? Es la gran pregunta.

De pasar de tener el gran Festival de Música del Caribe hemos reducido la champeta y sus seguidores a escenarios que no tienen las condiciones para dichos eventos, no solo para ellos, sino para los vecinos de muchos sectores.

La champeta, la salsa, la música en Cartagena encontraron su lugar en la ciudad en la Plaza de Toros. Por varios años, centenares de bailes de picó se vivieron allí logrando masivas asistencias, igualando a conciertos de artistas de talla internacional.

Hablar del lanzamiento de un volumen en la Plaza de Toros, del picó que fuera: Rey de Rocha, El Imperio o Passa Passa, paralizaba la ciudad y movilizaba personas de Barranquilla, Montería y Sincelejo, que llegaban a disfrutar de nuestra música.

Desconocer el impacto de los picós en Cartagena es intentar ignorar a un gremio que sostiene muchos núcleos familiares y no hablo solo de artistas, dj’s y logística. A las afueras de estos espacios hay vendedores ambulantes, taxistas, recicladores, que dependen indirectamente de los ‘toques’.

¿Entonces qué hacer? Definitivamente Cartagena y sus músicos merecen con todo el crédito su propio escenario: lejos de polémicas y con todas las garantías para que se realicen. Ya basta de seguir queriendo acabar con lo nuestro, suficiente resistencia ha tenido un género que trabaja por lograr su consolidación a nivel mundial.

Pero el mensaje también es para los empresarios del gremio, quienes deben estar mucho más comprometidos con las comunidades que impactan. No todo es dinero y el estar ‘más pegados que otros’.

El trabajo debe ser articulado, donde predomine la importancia de nuestra esencia y sabor champetúo, pero también se garanticen las normas de convivencia y seguridad para todos.

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