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Seamos más colombianos que nunca

Esta es la frase que vengo escuchando reiterativamente a algunos periodistas en los noticieros y no dejo de pensar en su significado.

Yo no he dejado de ser colombiana ni un solo día de mi vida, no he renegado de mi tierra a pesar de los despeñaderos a la que la he visto sometida, la defiendo con ahínco, he tenido que soportar los avatares políticos y sin o con convicción de principios éticos y morales y en donde prima la doble moral, he tenido que aguantarme tantos y tantos desastres en cada gobierno que nos lidera.

Quiero ser más colombiana que nunca y encontrar la diferencia de país, sentir que todo el verde de las montañas, el azul de los mares y el colorido cultural, su folclor, gastronomía, etnia, costumbres sean abundancia para saciar a cada una de las personas que la habitamos de manera equilibrada, justa, visionaria.

Quiero ser más colombiana que nunca, en un país participativo, donde sea valorada como ser humano, admirada y tenida en cuenta por mis esfuerzos cuando en entrega transparente se trabaja a las comunidades que necesitan nuestro apoyo, nuestra caricia, nuestra presencia.

Por supuesto que ahora soy más colombiana que nunca pues, aunque reine el escepticismo sigo convencida de que vendrán cosas mejores y bellas oportunidades.

E investigando un poco más me encontré con un programa de un crédito educativo: Más colombianos que nunca: educación en línea para las regiones.

Es alentador el entusiasmo que viven la mayoría de los colombianos que hemos girado la mirada para entender que sí es posible y, aunque falta demasiada tela por cortar en esta industria de prefabricado de leyes utilizadas con sentencias de acomodo, quiero ser más colombiana que nunca porque quiero ver el avance, el progreso en la grandeza de los océanos, la imponencia de las montañas, la fertilidad del campo y la erradicación definitiva del derramamiento de sangre.

Demasiados colombianos que quieren ser más colombianos que nunca, que le apuestan a su país, están siendo aniquilados y nadie dice nada y no hay respuestas para nada.

Y eso duele, a todos nos confunde, quieren acallarnos y no hay quien nos defienda, quieren dominarnos y no hay quien nos defienda.

Nos acostumbramos a ser derrotados, a ser engañados, a ser robados, a ser denigrados y lo consuetudinario se hace ley y entonces a pesar de tantas rachas malucas y dolorosas sacamos la cara en medio de la nada para seguir siendo más colombianos que nunca.

Es mejor que lluevan versos y no balas. Es mejor tener identidad que ser NN. Soy orgullosamente colombiana, más que nunca

*Escritora.

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