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Salirse con la suya

De cara a los consumidores, el sector aeronáutico está en crisis. Los vuelos sufren de constantes retrasos, los cobros abusivos están a la orden del día y rara vez es posible recibir alguna compensación. A los consumidores se les exige de todo, mientras que las aerolíneas “se las dan de aviones”.

Aunque no hay aerolínea que se salve, la atención hoy reposa sobre Viva Air y Avianca. A su solicitud de integración hecha ante la Aeronáutica Civil siguieron fuertes cuestionamientos fundamentados en la reducción del ya bajo número de competidores en el mercado.

Viva Air justificó esta solicitud con una supuesta crisis económica, similar a aquella manifestada por Avianca hace poco. El caso no deja de ser extraño: ¿dos aerolíneas supuestamente quebradas se salvarán entre ellas?

Infundados en dudas similares, surgieron los salvavidas de otras aerolíneas. Sin embargo, a Viva Air solo le servía aquel de Avianca, pues, a pesar de no contar con la autorización necesaria, todo parece indicar que ya se había firmado un acuerdo entre ellas para integrarse. Así, podría pensarse que, ante el riesgo de no poder cumplir con el acuerdo, Viva Air tenía que ejercer toda la presión posible para que la Aeronáutica Civil autorizara tal integración.

Entre todas las opciones disponibles, Viva Air optó por la más mediática: afectar a los consumidores. La aerolínea cesó sus operaciones y “¡de malas!” era la respuesta que se leía entre líneas.

Maletas tiradas en los aeropuertos y miles de personas sin respuesta a sus reclamaciones, lograron captar la atención de muchos. Aunque cada quien calificara la situación de diferente forma, parecía existir una idea común: la Aeronáutica Civil debería negar la integración para proteger el mercado.

Sorprende, entonces, que la autorización sí haya sido otorgada. La decisión hace un llamado casi suplicante para que Viva Air les garantice los derechos a los consumidores e incluye otro par de directrices que no aseguran —al menos no a simple vista— la prevención de efectos negativos sobre la competencia.

Al parecer la supuesta presión sí funcionó. Pero aún preocupan los consumidores: si así no más sus derechos ya son puestos en entredicho, ¿qué pasará ahora que se aprobó la poderosa integración entre estas dos aerolíneas?

Ojalá que Colombia no retroceda en la historia, cuando subirse a un avión era un privilegio de algunos pocos con mucha plata.

Las opiniones aquí expresadas no comprometen a la UTB ni a sus directivos.

*Profesor de la Facultad de Derecho, UTB.

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